martes, 30 de diciembre de 2008

Terroristas y mercenarios. La determinación hace la diferencia

Que la guerra es un negocio, ya es una apreciación muy pasada de moda, pero que no deja de ser verdad. La guerra es un simple instrumento, instrumento mediante el cual los intereses económicos y de poder de grupos privilegiados, son defendidos a costa de la sangre y sufrimientos de inocentes víctimas, mientras quienes se ensucian las manos y arriesgan sus vidas, son cándidos e ignorantes, unos pobres idealistas a quienes se hace fácil lavarles el cerebro con la religión o con el Estado (ambos ideales valen una somera mierda) y por otro lado puede que se trate de verdaderos desalmados, carroñeros dispuestos a correr todo tipo de suerte con tal de recibir una mísera paga, y en este caso ya no hablaríamos de soldados comunes ni corrientes, esas pobres almas quijotescas, sino de mercenarios, una especie de sicarios sin patria.
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TERRORISTAS
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Un guerrillero palestino

Terroristas vascos
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El terrorismo, provenga de donde provenga, es en mi opinión la más indigna imágen de la guerra o del conflicto. Terrorista es aquel que lucha por la liberación de su pueblo, patria o nación o de su gente, reconociendo a sus comunes entre quienes comparten una misma historia, un mismo territorio, una lengua en común, raza (concepto complejo, porque no existen las razas puras) o religión. Reconoce en cambio entre sus enemigos a quienes no comparten rasgos culturales afines, sea la religión o inclúso una visión de sociedad. Ese enemigo necesariamente debe estar disputando algun recurso que el terrorista considera propiedad de su colectivo, pudiendo ser tierras, recursos minerales, etcétera.
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El conflicto palestino-israelí, la disidensia euskerra, las diversas guerras que enfrentaron a los Estados de la ex-Yugoslavia en los noventa o incluso el enclaustramiento mapuche, son el más claro ejemplo de un caldo de cultivo para el terrorismo.
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El terrorista surge en un clima de odio y sufrimiento, por lo general ha visto a familiares o amigos perder la vida bajo ataque, interiorizando como efecto calmante el cúmulo de ideales (terrenales y épicos) de su Estado fallido o en ciernes (en el caso palestino). Están dispuestos a vivir una vida más breve y a autoinmolarse a título de lo que dicen defender, pero sin antes provocar el mayor daño al enemigo. Reconocen un honor morir como mártires, por lo tanto actúan como juguetes, instrumentos y armas vivientes al servicio de otros hombres, menos de ellos mismos.
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A algunas personas les gusta hacer diferencias entre el terrorismo común y el terrorismo de Estado. A mi en cambio todo terrorismo me parece que es terrorismo de Estado, desde el momento mismo en que estos pobres e ingenuos mártires, llamados terroristas, no actúan por moral propia, son absolutamente manipulados por el establishment y el establishment por lo general aplaude y honrra tales actos de estupidéz humana.
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MERCENARIOS
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Representación de los jenizaros, mercenarios turcos que dieron auge al Imperio Otomano.

Mercenarios modernos. Un batallón filipino de soldados a sueldo en Irak.
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El mercenario es el opuesto del terrorista. No los mueve a estos más moral, ni motivación que el beneficio propio. Sirven a un Estado sólo en la medida que reciban una buena paga, siendo sus lealtades siempre el elemento más débil y que puede jugar en contra de quienes clamaron sus servicios.
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¿Cuando surge un mercenario?; Al mercenario lo hace la oportunidad y como su negocio es la guerra, existe para suplir el espacio de aquellos ciudadanos que no pretenden defender a su Estado, porque han perdido su fe en él o porque simplemente no les interesa morir en nombre de tontos ideales falsos e impuestos. Asi los civilizados romanos en el ocaso del Imperio Romano de Occidente, tenían otras mil ocupaciones artísticas e intelectuales, pero en ningún caso la guerra, siendo suplido este vacío de las tropas latinas (antaño el orgullo de aquel imperio) por barbaros de orígen celta, eslavo, libio, germano, árabe o asiático y como eran mercenarios, sus lealtades fueron débiles, encontraron muchas veces mejores motines uniéndose a los pueblos enemigos y se volvieron progresivamente contra Roma.
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Asi ocurrió también con el imperio islámico a mano de los árabes, que tras depender de mercenarios centro-asiáticos (ancestros de los actuales turcos), terminó siendo absorvido por los mismos, una raza de bárbaros decendiente de los hunos, los medos, los escitas y los pueblos indomables de las estepas. De esta forma surgió el Imperio Otomano, el más semptiterno en la historia de la humanidad.
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Pero de migrantes mercenarios se configuró también nuestra propia historia. Los primeros españoles en llegar a América, no fueron todos evangelizadores, ni mucho menos nobles trotamundos, sino cazarecompensas, buscadores de oro y exclavistas de primera, que se creyeron con el derecho legítimo de urtar, ultrajar y denigrar tanto las básicas como también las más avanzadas culturas y civilizaciones que aquí ya existían.
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LAS DIFERENCIAS NO SON SUTILES
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De esta manera, el mercenario vendría a ser la versión más pobre y denigrada del "capitalista de guerra" y el terrorista en cambio es un verdadero patriota que nos demuestra que el altruismo sincero en algunos casos sí existe, pero es infértil y carece de todo sentido. Un hombre que vive para fines que no son los propios, no vive realmente. Pero el terrorista nace y muere en un clima de hostilidad y es díficil (sino imposíble) querer comprender el funcionamiento de su mente e ideas desde fuera de aquel contexto.
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Asi y todo, mercenarios o terroristas, ambos son detestables. Porque la guerra es desde todos los puntos de vista aborrecible. Por tanto quienes tienen por función en la vida matar (aunque sólo quepa como una posibilidad) a otros seres humanos, debieran vivir como vivieron los verdugos en la Edad Media, ignorados por toda la humanidad y ocultos entre las sombras, para surgir sólo cuando la sociedad les diera el permiso (ilegítimo) de actuar. En mi opinión ser militar y vivir para la guerra, es una actividad que denigra a la especie humana. Tristemente son los primeros en ser sacrificados como carne de cañón de los ejércitos y de las naciones, y cuando así ocurre, terminan con poco más que un pobre reconocimiento sobre lápidas de mármol.
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domingo, 28 de diciembre de 2008

¿Porqué tanta bronca contra el guatón Melnick?

Permítanme porfavor manifestar algún sesgo político (por ende opiniones poco objetivas). Bueno en realidad da lo mismo, en este blog con reatrolimentación cero y carente de comentarios a favor o en contra, yo me sigo tomando la palabra y me doy libertad de escribir las sandeces que se me ocurran y punto, aunque ¿sandeces?, no creo que lo sean tanto.

Me parece que a la sociedad chilena hace rato perdió el norte y hoy como antaño vuelven a contrastar la utopía con la realidad. Que poco práctico es el discurso colectivizante de los políticos, lleno de buenas intenciones como el infierno mismo y cargado de un peligroso idealismo socialista. Y pobre del que no comparta las ideas inconexas de ese discurso mecánico y populista porque a ese inmediato le atribuyen la pesada carga de "pinochetista", como si la triste derecha de este país (menos triste que la izquierda por cierto) no fuera igual de instrumental de lo que es y ha sido la Concertación desde 1990 a la fecha.

Hay que ser realistas, la derecha en este país está perdida. Sino se suben al tren de los socialistas y absorven por osmosis sus discursos e iniciativas, jamás van a gobernar Chile, no al menos su clase política (igual de desgastada que la Concertación) y esto han hecho últimamente. El mismo Sebastián Piñera aprendió a disfrazar sus verdaderas iniciativas en un "discursillo" que en nada se diferencia del de los políticos que nos han gobernado durante casi 20 años y con los cuales ya muchos quieren barrer por sanidad del país, de la vida política y en general de la transparencia.

No es mentira que la política chilena como la hemos conocido en los últimos años, está anunciando escandalosamente su desaparición como en la crónica de una muerte anunciada. Ya no nos sirve realmente, no a un pueblo más maduro, más independiente, más libre, más individualista, que siente una mayor lejanía con el Estado, un pueblo que ni siquiera se moviliza para votar porque no le interesa realmente, se saben más dueños de sus destinos y es de esperar que ya no se permitan llevar por criterios tribales o por la tendencias masivas (como ocurrió hasta los años sesenta) de las cuales su mentor ha sido siempre un caudillo en el puesto de Presidente de la República, el pater familis, la encarnación de Diego Portales.

Ya no necesitamos a ningún Diego Portales, sino analicen y expliquénse el fracaso actual en la popularidad de Ricardo Lagos o la fascilitada ascendencia de Bachelet a la moneda, una mujer en un país históricamente MACHISTA. No es simplemente raro, es señal de un cambio, de un cambio radical e importante.

Ricardo Solari y su álter ego: Mafalda.
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En este nuevo Chile, se hace más evidente que existen materias que ya no pueden prestarse más a criterio de los partidos políticos. El buen manejo económico en los años de la democracia, guste o no guste, fue la mejor herencia de la dictadura, pero no un logro de los militares (los militares no existen para concebir logros en la vida cívica) sino de economistas eficientes, doctorados en Harvard o Chicago a fines de los setenta y principio de los ochenta. La Democracia Cristiana lo hizo extremadamente bien para mantener la regularidad del modelo, por mucho que algunos personeros del partido lo critiquen, pero se hace innegable que la DC en más de un sentido es mucho más cercana al espectro de la derecha y curiosamente de la derecha conservadora, que a la ala izquierda concertacionista, con la cual se ha mantenido debilmente unida durante todo este tiempo.

Sin embargo la politica antigua, esa con un dejo de demagogia irresponsable, anduvo regresando con los gobiernos socialistas (Lagos-Bachelet) y no necesariamente por responsabilidad de sus principales caudillos, cuyos empujes doctrinarios en mucho les cobraron la cuenta. Pero que diputados/personajes como Navarro, Carlos Ominami o los más ridiculos Marco Enrriquez Ominami, Alvaro Escobar y Ramón Farias, tengan voz en algún gobierno es francamente surrealista y más aún que revistan credibilidad para ciertos sectores. Eso para mi al menos es una pésima señal.

Y no voy a presentar el argumento a favor de la Derecha, por que por ese lado las cosas (hace tiempo) marchan igual o peor. Todos los partidos están contaminados con esa nueva demagogia, con esa farandulización que avecina hace tiempo el ocaso de la política nacional y aún así, con toda la ignorancia y la falta de profesionalismo que esto conlleva, muchos pseudo-políticos y parte de la opinión pública (que pesa menos que un paquete de cabritas en este país) se dan el gustito de basurear a la poca gente objetiva, a esos pocos que cargan con una luz de realismo porque saben de lo que hablan, comprenden que un país no vive de ilusiones sino de tareas y de reformas concretas, que ataquen el hambre hoy y nos auguren también pan para mañana. En síntesis del realismo que necesita la política, porque la política es el "arte de lo posíble" y no "el arte de la oratoria".

En relación a lo ya dicho, mi pregunta el día de hoy es, ¿Porqué tanta bronca contra Sergio Melnick?. El actual panelista de Manos Libres de Megavisión parece tener a todo el mundo en su contra, entre los mismos panelistas (con cierta excepción de Constanza Stipici), la gente en la calle y hasta ciertos personajes públicos que se la han ido en contra. ¿Porque no se ponen a analizar mejor el populismo asqueroso de Ricardo Solari (alias Mafalda) o la poca convicción de Ximena Rincón?, ¿Es razonable dar más asidero a la utopía que cargan en las mentes estos personajes en lugar de las verdades que dice Melnick?.

Si soy de los pocos que da crédito a Melnick no pienso que este mal, es que decididamente nunca me tragué las quimeras del político chilensis común y corriente. Todos los panelistas de Manos Libres son lideres de opinión y con tremendos respaldos tras de si que son sus propias trayectorias en la política nacional, sin embargo la mayoría dilapida populismo en sus comentarios demagógicos y cínicos que ni ellos mismos se creen. Melnick no es así y por eso más de la mitad de los chilenos lo odia, aunque lamentablemente el tipo también ha sumado a su mala fama algunos desafortunados comentarios y condoros varios.

sábado, 27 de diciembre de 2008

Pégale el zapatazo a Bush!!

Lo mejor de este 2008, en política internacional, fue sin duda el acto de violencia del periodista iraquí Muntasser Al Zaidi, mezcla de arrojo, valentía, rabia, poca cordura y falta de ética profesional.
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Sin embargo, si vemos los pro y los contra en la actitud de Al Zaidi frente al imbécil de George W. Bush, claramente no hay contra que pese más que los pro. Ni la condena que hizo el gobierno iraquí al periodista, ni la cláusula al ejercicio de su profesión, ni su inmediato encarcelamiento, ni tampoco la agresión física que este sufrió a manos de algunos compatriotas. Es claro que Bush lo habría enviado a matar, pero si el mundo se enteraba de ello, mayor sería la condena al insulso presidente de los Estados Unidos, enemigo número 1 del mundo y de su propio pueblo, según la lúcida percepción del periodista Michael Moore.
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Este curioso hecho dejó en evidencia una vez más que el nuevo Gobierno iraquí es un pobre peón en el ajedrés mundial de los Estados Unidos, lo que vino a corroborarse hace cuatro dias con la presionada renuncia del Presidente del Parlamento, Mahmud al Mashhadani, uno de los pocos políticos en defender a Al Zaidi.
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A pesar de no haberse concretado, la histórica pataleta del periodista iraquí se comenta hoy como uno de los hechos más curiosos del 2008. Y por cierto, no sería malo comenzar a imitar este tipo de actos o mejor dicho de "atentados inocentes" contra toda una manga de políticos corruptos o ineficientes, de esos que van a hacer la pura "encachada" a las ruedas de prensa.
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¡Atente Ricardo Lagos!, no te vaya llegar un zapatazo uno de estos días, por culpa del TransantiASCO! X-D.
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Juegos en línea de pégale el zapatazo a Bush

Bush vs. Attack of the Shoes game

Bush's Boot Camp game

Sock and Awe

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Enjoy!

jueves, 18 de diciembre de 2008

Vicios del discurso doctrinario

El discurso es mucho más que un mensaje y simple interconexión de frases, conceptos, palabras e ideas que pretenden comunicar algo a alguien en un determinado momento y lugar. El discurso es un recurso vital, una simplificación de la realidad que compone cada individuo en el trayecto de su vida.
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Mientras se es niño, nuestro discurso es el mismo de nuestros padres: su visión de la política, la realidad del país y la contingencia pasa a ser también la nuestra. Pero es dado que a medida que maduramos, desarrollemos una perspectiva propia, alimentada siempre por la temprana influencia del hogar, como asimismo de nuestra propia exposición al medio y experiencias. En consecuencia llega una edad en que desarollamos nuestro propio discurso, por lo que es adivinable y legítimo que cada ser humano que habita este planeta posea su propio discurso y lo desarrolle en total libertad.
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Nuestro discurso es nuestra propia doctrina, entendiéndose la doctrina como un sistema de postulados aplicables a la realidad y comprobados por via del método científico o a veces llevados simplemente a cabo mediante el idealismo (en el caso de doctrinas que fracasaron irremisiblemente como el comunismo Soviético y otras tantas que nunca tuvieron éxito). Es asi como ciertas doctrinas son fagocitadas por nuestro discurso y aunadas de tal forma de crear una armadura personal con la que enfretamos el mundo de la información, de las ideas y salimos victoriosos o derrotados del mismo - dependiendo siempre de la carga de idealismo que posea nuestro discurso.
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Doctrinaria es la filosofía de la política, la economía y la religión. En todo discurso se fusionan las tres cosas. Asi el nazismo tenía una carga de misticismo religioso, proteccionismo económico pro industrialización y su política era anti-liberal, militarizada y fascista. El nazismo concretado se convirtió en un destructivo totalitarismo, semejante al de la Unión Soviética, salvo que sus motivaciones eran antagónicas y se irgió también como el anti-comunismo.
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Múltiples transfiguraciones de discurso y doctrina se instalaron y pretenden seguir haciéndolo a sangre y fuego en distintos puntos del planeta con un discurso impersonal que no permite convivencia alguna con interpretaciones, ni libertades liberales, ni invididualismo alguno. Busca en cambio erguirse casi como un paradigma social, apelando en todos los casos al espíritu tribal o comunitario, sobre el que exalta la metafísica del "pueblo", "la raza" o "la nación", es decir el confuso bien común en todas sus manifestaciones instrumentales.
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En relación a lo anterior más palpables han sido los casos del facismo/nazismo alemán, italiano y japonés de la Segunda Guerra Mundial y el comunismo soviético, como también los simples autoritarismos de cariz militar (Chile 1973-1989, Cuba 1959- a la fecha, etcétera) o religioso -sólo piensese en el Medio Oriente y particularmente en la realidad de paises como Irán en tiempos del Ayatollah Khomeini o actualmente con la carrera de los caudillos religiosos islámicos por tomarse el poder en Líbano (donde cerca de la mitad de la población es crisitiana y un porcentaje no menor de los musulmanes son moderados), Palestina, Irák, Afganistán o incluso Turquía, el país más liberal (liberal entre comillas) de la región.
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Sin embargo, no perdamos de vista lo siguiente: "La democracia es también un discurso" y un discurso igualmente peligroso, aunque menos peligroso que las doctrinas revisadas en el parrafo anterior y que se instalaron con base en la violencia ilegítima. Se define la democracia como "el gobierno del pueblo por el pueblo", por ende impone la percepción de pueblo (nación, raza [razas], sociedad de iguales, etcétera) a la de individuo. La economía del Estado, no es la economía de mercado, sino una alteración de la misma, en que el Estado se las da de Robin Hood adueñandose de parte del capital de quienes lo producen, para repartirlo a quienes nada tuvieron que ver en dicha producción, pues la democracia al igual que otras mil doctrinas tribales, entiende que el hombre como individuo es instrumento de "los hombres" como conglomerado, dando legitimidad en cierto sentido a este tipo de robo.
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Dijo alguna vez un autor liberal y ultra-capitalista: "Si el Estado existe para defenderme de los robos y aportarme mínimas protecciones o subenciones, ¿no es factible que si yo prescindo de su ayuda, por poder costearme todo aquello que el Estado me ofrece y con mejor calidad y cobertura, este (El Estado) también prescinda de mis impuestos, de aquella significante merma que sigue haciendo a mi capital?".
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La pregunta en definitiva es: ¿Pueden los ricos prescindir del Estado y a la vez el Estado permitirse que alguien de él prescienda?. Simplemente la pregunta tiene dos respuestas, una afirmativa y otra negativa: Los ricos sí pueden prescindir del Estado, pero el Estado jamás podrá prescindir de los ricos, los ricos no necesitan del Estado, el Estado en cambio si necesita de los ricos. Y si no existieran los ricos o los ricos se aislaran de las garantías estatales, ciertamente el Estado gravaría con impuestos muy superiores a los no ricos y no tardaría en producirse en cada país una nueva revolución francesa. Al Estado cada cual aporta según su bolsillo, pero el Estado nunca devuelve (por lo general no a todos) en la misma medida en que es retribuído y lo más triste de todo es que nada puede evitar la existencia de la corrupción y que con ella, los fines "altruistas" de la existencia del Estado alimenten a más parásitos de los que se tenía previsto. Se alimenta de los impuestos toda una clase política (en muchos casos prescindible) y una manga de carroñeros a ellos cercanos.
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La corrupción no sólo se plasma en el ultraje a las arcas fiscales, también lo hace destinando recursos de forma innecesaria a gente que hace un trabajo inncesario, teniendolo además en consideración. En consecuencia un gobierno justo debe promover un Estado pequeño. Todo Estado pequeño requiere de menos recursos para ser eficiente, gravando a la vez con menos impuestos a la nación.
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La única respuesta posíble a este abuso presente en las democracias occidentales y muy particularmente de las democracias occidentales de segundo órden (como las sudamericanas) es la reducción del aparataje estatal, desde la burocracia a las cúpulas políticas. El discurso doctrinario y altruista (de falsedad absoluta) nunca desapareció realmente. Su imposición actual apunta a hacerse de la economía política, rompiendo con ello los límites de la economía real, la economía pura: el libre mercado.
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Desprendiendo y simplificando cierta idea transversal a los economistas de la escuela austríaca (contemporánea de Hayek); El libre mercado permite a más personas gozar del auge de la economía, sin embargo cuando el Estado interviene la economía, todos estos beneficios que podrían llegar a más personas pasan a ser concentrados por un pequeño grupo al alero del Estado. En concecuencia oligopolios, monopolios e inflexibilidades en el mercado, no apuntan al fin altruista fundante original del organismo estatal, sino a un vicio de acomodo para determinados grupos que dominarán la economía, a la vez que serán "los amiguitos del Estado" y de las clases políticas.- El argumento de fuerza de estos grupos, es justamente escusarse en los argumentos fundantes del Estado.
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"De manera implícita, acrítica y por omisión, la economía política aceptó como axiomas propios los principios básicos del colectivismo" (Ayn Rand).
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Volviendo a la idea del discurso: En todo régimen político se impone un discurso doctrinario, en los regímenes de terror esta imposición es más evidente y castiga fuertemente la disidencia. En el discurso democrático se entiende la convivencia de muchos discursos, pero en el fondo manda la idea del "gobierno del pueblo por el pueblo", condiciéndose tarde o temprano con la libertad individual e imponiendo los preceptos tribales, mismos que han gobernado la mayoría de los discursos doctrinales desde la antiguedad clásica hasta nuestros días. Sólo el liberalismo pleno escapa de esta lógica, pero su peligro radica en llegar a la absoluta anarquía y a que no exista acuerdo o convergencia, el llamado "pacto social".
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Aún así, sigue siendo legítimo que cada persona tenga su propio discurso, aunque este se oponga al establishment. Pensar como revolucionario, no te convierte necesariamente en uno y es lo que hay que entender: La mayor parte de los cambios sociales no se logran via imposición violenta, sino desgastando los viejos pilares desde el interior y armando paciencientemente los nuevos. Las personas hacen el cambio, pero desde dentro, no desde fuera del establishment, a lo que yo llamo "la revolución responsable", "revolución en paz" o "revolución liberal". Sin embargo hay que tener un máximo de cuidado con los discursos doctrinarios y en especial con el de la democracia, en el se encuentran ocultos los intereses de las clases más poderosas, que quieren todo el poder para sí, muy por sobre nuestra libertad y oportunidades.-
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Lenin en la plaza pública
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sábado, 13 de diciembre de 2008

Jesús, el hijo del hombre - Khalil Gibrán

Alguna vez leí palabras de un objetivista argentino que me quedaron marcadas a fuego: "Dios y la libertad son la misma cosa". Para más de alguno puede parecer extraño que un defensor del liberalismo y capitalismo sin freno, e intérprete además de la filosofía de Ayn Rand, sea también creyente, más a mi no me parece extraño y lo relaciono con lo siguiente:
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A la figura de Dios, todopoderoso y omnipotente durante la historia entera de la humanidad se le ha atribuído una imágen humana y sin ir más lejos, la peor imágen del ser humano: paternalista, impositivo, dictador, cruel, castigador, el verdugo del hombre. A Dios se lo ha hecho el fundador del Estado, la legitimidad del rey y hasta del tirano se basó en esa legitimidad. Mata el hombre en nombre de Dios y del Estado... pero ese Dios es sólo la imágen amplificada del hombre, del hombre masa, del patriota enfermo, del hambriento de poder, del emperador, etcétera.
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Lamentablemente la mayor parte de los libros sagrados (Corán, Biblia, Torá, etcétera) son sólo una vaga interpretación de Dios, la interpretación del ser humano gobernado por la ley de los hombres más que por la de la leyes de la naturaleza y mucho menos la de Dios, ese ser místico, motor del universo y "espíritu del todo" según el anarquista Max Stirner. En este sentido el ser humano que siempre ha dado una apariencia humana a Dios, concibe también en el todos los vicios de su especie, más si Dios lo creó todo y gobierna sobre todo lo creado, sobre la luz y la oscuridad, no me cuadra la visión sesgada de Dios en muchas de las escrituras y más me cuadra en cambio la dualidad del todo mencionada por Herman Hesse en Demian, quien encarna al Dios único en Abraxas.
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Hoy sin embargo creo que Dios, el todo, es la esencia misma de la libertad y probablemente esté volviendo a reencantarme en mis cánones cristianos en la figura de Jesucristo, más no el Cristo del Estado, representado en cosas tan triviales y limitadas como el patriota que muere por su pueblo y mata en cambio a otros seres humanos en pos de los ideales de su nación o aquel Cristo que es corazón de una Iglesia que condena a diestra y siniesta la "inmoralidad", concepto que bajo su lupa del siglo XIV vaya que es amplia. Más bien hablo de ese Cristo cuyo mensaje es una invitación y comienza con algo tan simple como: "deja todo, ven y sigueme" y que buscó verdades espirituales en soledad, sin pretender imponer nada a nadie.
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Ese mismo Jesús marcó un abismo de diferencia entre lo que era el antiguo testamento con la figura de Dios-Estado y lo que sería el nuevo testamento con una nueva concepción de Dios, la que hace Jesús, la de la libertad. No tardaría el hombre y la Iglesia (institución destinada a gobernar la conciencia de los hombres) en vestir a Jesus de esa misma imágen del Dios-Estado, que el mismo Cristo había roto, para convertir el cristianismo en una religión tan impositiva y al alero del Estado como todas las demás.
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Khalil Gibrán recuperó la buena imágen, la del antiguo Cristo, el Cristo que describieron los apóstoles, un libre orador que pretendió mostrar a todos los seres humanos el camino de la libertad, pero sin transgederla o privar a nadie de la misma, como hicieron cientos y miles de seres humanos que pretendieron llevar a cabo dicha empresa. No en vano define Gibrán a Jesús como "Príncipe de los poetas", aquel del cual el mundo escuchó su voz en tranquilidad.
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Y el trazo que hace Gibrán de Cristo es de lo más inteligente. Fiel al contexto histórico y quitándole la naturaleza divina, en Jesús, el hijo del hombre, Gibrán imagina personajes bíblicos e históricos que pudieron haber existido en el siglo I en la realidad de Medio Oriente y en particular de las tierras de Judea. Gibrán imagina y da testimonios de una visión de Cristo en los ojos de María Magdalena, un boticario griego, detractores y apóstoles, un filósofo persa, un pastor y un mercader del Líbano (patria de Gibran), Juan Bautista, José de Arimatea, Caifás, Poncio Pilatos, etcétera.
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Es el Jesús de Gibrán, un canto a la libertad y Gibrán mismo uno de los escritores más liberales (no en sentido pragmático) de principios del siglo pasado. Imprescindible este libro para quien valore la figura de Cristo, no en términos estrictamente religiosos, sino como un mensaje de dignificación de lo humano, en especial ahora que se acerca la Navidad.
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jueves, 4 de diciembre de 2008

El mercado es anterior al Estado

Es común tildar de capitalistas a quienes exaltan las virtudes del mercado. Pues bien, yo digo que quien esté en contra del mismo, o es un ignorante o desconoce una de las principales leyes en que se fundan las relaciones humanas y que históricamente ha forzado la convivencia de distintos pueblos, llamados en principio a ser enemigos. Con esto último afirmo que el mercado es en esencia pacífico y del Estado, lamentablemente, no siempre podemos decir lo mismo.

El título de este post no es un mero cliché, es sólo una afrimación en base a lo que ha sido la historia del hombre. El mercado es anterior al Estado, por que las naciones son anteriores al Estado también y naciones completas sin Estado definido, fueron comerciantes en la antiguedad. Así mismo el mercado llama a la oportunidad, a la astucia e inteligencia del comerciante, no es por ende una cuestión social como lo es el Estado, es mucho más individualista y el Estado en principio fue sólo la organización de la nación destinada a velar por la integridad de los individuos y su titularidad sobre las propiedades obtenidas (propiedad privada), castigando a quienes se hicieran de ellos ilegítimamente.

El Estado es por ende regulador y coercitivo, tanto poder ha permitido que su función primaria ya mencionada se desvirtuara y que en la actualidad se tome más atribuciones de las correspondientes, es así como hoy el Estado se impone como Estado subsidiario, distributivo y Estado regulador del mercado y la riqueza (todos lo son). El Estado, se podría decir que es el justiciero arbitrario, un Robin Hood trasnochado. El mercado en cambio premia las buenas decisiones y se constituye en castigo a las malas. Libre de ataduras el mercado es un medio perfecto para la gente arriesgada, sacrificada y trabajadora. El Estado en cambio alimenta un parasitismo peligroso, en el que unos cuantos ganan en base a la merma de las ganancias legítimas de muchos.

Entre los pueblos de la antiguedad, se puede observar a simple vista que aquellos aparentemente más sofisticados desarrollaron formas estatales que no tardarían en volverse absolutistas, imponiendo una moral peligrosa, jerarquías raciales y sociales como las de los arios en la India o sus homólogos en el Imperio Romano (Patricios vs Plebeyos) y Grecia (los ciudadanos de la polis griega vs los de las ciudades aliadas o conquistadas). Los francos en la Galia hicieron exactamente igual sobre una mayoría romano-gálica y los efectos tardíos de aquella segregación terminarían con la sublevación del tercer Estado en el siglo XVIII sobre la aristocracia, el clero y la monarquía, dando inicio a la ilustración, un mítico episodio revolucionario y la toma de fuerza de los preceptos liberales de igualdad y fraternidad en todo el mundo, así como también un freno al expansionismo totalitario del Estado, aquel Robin Hood, cada vez más semejante a Nerón, emperador de Roma.
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Petra, una de las rutas de comercio más antiguas del mundo. Unía el mercado mediterráneo con las rutas de la India. Se ubica en la actual Jordania.

Sin embargo otros pueblos llamados "errantes" se fundaron en el comercio y algunos de ellos se constituyeron en poderosas factorías, que más tarde bajo una forma estatal terminarían desapareciendo. Nada más claro que el caso de los fenicios y sus herederos, los cartagineses. Fueron los fenicios de origen cananeo (emparentados con árabes y hebreos), uno de los primeros pueblos en gestar una identidad nacional en los márgenes del mercado mediterráneo y no en el Estado y su innata belicosidad como hizo la mayoría de los pueblos vecinos.

Los fenicios fundaron colonias en España, sur de Italia, sur de Francia, África, costas de la actual Inglaterra y hasta en los bordes costeros del sur de Gales y Suecia. Comerciaron con todo el mundo conocido y más allá. Se dice inclúso que habrían sido los verdaderos descubridores de América y si en principio su raza era la cananea, con la apertura al mercado y el contacto con decenas de pueblos distintos (además del comercio de exclavos hacia oriente y occidente), terminaron por ser una de las primeras sociedades cosmopolitas, inclúso anteriores a Roma. No obstante, la riqueza de sus tierras y de su gente (aventajados mercaderes), terminó atrayendo a aquellos pueblos mediterráneos de Estados más fuertes, que como el Imperio Persa, Egipcio, Griego y Romano los absorvieron lentamente.

Otros pueblos de consitución similar a la fenicia, aparte de los cartagineses, fueron los pueblos del mar o pelásgicos que se establecieron a orillas del mar negro y las costas mediterráneas turcas, para luego crear algunas colonias que quedarían registradas en la historia al menos nominalmente, como es el caso de los filisteos o filistinos, probables ancestros de los actuales palestinos. Así como ellos, también los hebreos son un "pueblo errante", perseguidos en algunos casos y comerciantes en otros tantos, se dispersaron tempranamente en el Imperio Persa, luego en las tierras romanizadas y de ahí a tierras más abandonadas por la occidentalización, como es el sur de la India. A partir del comercio romano en Egipto, muchos mercaderes hebreos fueron los que viajaron a la India (a traves del mar rojo) formando colonias hasta el día de hoy persistentes. La tradición judaica subsiste al paso de los siglos y eso permitió que no se perdieran sus vestigios.

Así mismo los judíos asquenazis colonizaron hace siglos el corazón de Europa (Europa Central), fueron tratados de marranos en España, como ciudadanos de segunda clase en Italia (italquims) o en la actual Rusia. Todo en base a prejucios e ignorancia del europeo tipo, intolerante con las tradiciones y con el hecho de que este ha sido desde siempre uno de los pueblos más prósperos, comerciantes y exitosos capitalistas que alimentaron la insana envidia de sus coterráneos y que más allá del prejuicio y del racismo, desde siempre constituyó un aporte al progreso europeo, a su música, las letras, la ciencia, la política, la filosofía, la física, etcétera. Spinoza, Disraeli, Einstein, Marx, Lenin, Chaplin, Kafka, son sólo algunos nombres en que se reconoce un legado y hasta un cambio de rumbo en la historia de la humanidad.
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Gran mercado pesquero de Catania, Sicilia.

Así como judíos, fenicios y pueblos del mar, fueron los errantes de la antiguedad. Ergo aquellos pueblos sin estructura estatal o estructura estatal derroída, en el caso del antiguo reino de Israel. En la actualidad siguen existiendo otras naciones, desprovistas de un Estado que vele por sus intereses nacionales, pero jamás ha existido una sola nación o individuo fuera del mercado, pues este es el medio en que interactúan los seres humanos desde temprana edad y sin el cual no podrían subsistir.
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El mercado es una esfera individual y a la vez colectiva, no como el Estado que es absolutamente colectivo y dominado por unos pocos. Quizás no todos esten conscientes de lo siguiente, pero: "Todo es mercado", absolutamente todo se tranza, desde un favor pagado con otro favor no oneroso, a una relación afectuosa en que cada uno de los amantes (mujeres y hombres) se ofertan en el mercado amoroso como "buenos partidos" - chicas lindas o inteligentes, tipos feos pero con plata, mujeres de edad avanzada que te puedan mantener en el caso de ser un parásito, etcétera. En el mercado del amor como en cualquier otro mercado, es el plus de una virtud lo que vende y capta la atención de quien a la vez actúa como ofertante y comprador.
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Ayn Rand lo diría mejor: "El capitalismo convierte a los hombres en comerciantes que se relacionan voluntariamente". Sin embargo el capitalismo del que nos habló Rand es sólo la aceptación de la existencia del mercado. El mercado es anterior al Estado, porque desde siempre han existido pueblos e individuos libres y desprovistos de Estado, en cambio jamás un sólo ser humano ajeno al mercado, salvo que fuera un ermitaño.
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Es pertinente al actual nivel de globalización que vive el mundo, replantearnos este tema. Podríamos ser el día de mañana nosotros mismos quienes estemos lejos de nuestro Estado, pero estaremos completamente seguros de sobrevivir, teniendo en mente que somos individuos independientes que necesitamos establecer relaciones con nuestros pares y tranzar prestaciones de acuerdo y beneficio mutuo. Para esto no se necesitó ni se necesitará nunca del Estado, pues el Estado es dueño de otra naturaleza, a veces muy distinta a la libertad del individuo, no así el mercado que es el mejor escenario en el que este puede desenvolverse, libre de falsos patriotismos, lejos del "deber social", sólo guiado por un legítimo interés personal o en último caso de la familia.
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Durante siglos fue el mar el medio más habitual que permitió transacciones comerciales entre los distintos Estados, fomentando entre ellos una competencia muchas veces insana por hacerse con el dominio de los mismos. Así son interesantes las historias de rivalidad entre Venecia y Génova por el control del mediterráneo en el medioveo o los reinos de España y Gran Bretaña por el predominio del comercio atlántico en la época moderna.
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El mercado es libre y accesible a todo el mundo, no hace diferencias de raza, estatus social, ni establece jerarquías de poder, ni promueve la distribución de la riqueza. En la transacción se entiende que todos ganan, en los buenos negocios se triunfa y en los malos se corre el peligro de quebrar. El Estado en cambio promueve la mantención de un status quo de estratificación social o étnica, una estructura cohibitiva de la libertad y de los naturales procesos sociales. Se empina como garante de la nacionalidad, cosa que no debe ser. Por regla aplica la fuerza para mantener el orden interno y acallar las voces disidentes y no así la seguridad e integridad de la nación como era su función vital.
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El Estado sigue siendo la herramienta de los poderosos para mantenerse en la cúpula de las sociedades y dirgir el teatro político y económico. Pero sabemos algo ya y es que al márgen de la política, la economía y el mercado son competencia de todos y cada uno de los individuos sin excepción. Es por tanto darle demasiada atribución al Estado permitir que se haga con esa mano, sean cuales sean sus intereses, pues como dijo alguien por ahí: el "altruismo no existe" y tras cada noble iniciativa, corre el interés de ciudadanos deshonestos.
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Si apelamos a la libertad, el mercado que nos representa ha de ser tambien libre, igual de libre que cada uno de nosotros.
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