sábado, 13 de junio de 2009

En busca del liberalismo perdido...

Arturo Alessandri Palma, "El León de Tarapacá". Máximo ícono del liberalismo chileno.
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Hace casi tres meses, cuando subí mi último post a La Bitácora Liberal, a propósito del día internacional contra la discriminación y el racismo, la política chilena marchaba al ritmo heredado desde fines del año pasado, afloraban sin embargo los primeros aletazos perceptibles de la crisis económica mundial y un llamado general a la calma hacia los empresarios y las familias en general.
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En la carrera política, hace no mucho se había bajado por propia determinación el estrafalario Sr. Farkas, que aunque era una verdadera burla al pueblo (y por cierto su extraño personaje, una burla hacia el mismo) con su particular populismo y triplicada aura clientelista, había logrado incomodar a más de un político tradicional y me atrevería a decir que muchos en la Alianza temieron que con el paso del tiempo, Mr. Farkas se convirtiera en el candidato de una "tercera vía", destinada desde luego a beneficiar finalmente a los atornillados de la Concertación.
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Libre el camino de todo el teatro farkista, verdadero voladero de luces y típica humorada tercermunista (que ocultaba desde luego la convicción de un outsider contra-partidista), la Concertación tenía que empezar a mover sus mejores piezas y así ganar terreno en contra del candidato afianzado de la Alianza por Chile.
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Además del auto-proclamado candidato por la Democracia Cristiana, el otrora Senador Frei, se habían barajado nombres como el de Ricardo Lagos (otro que quería repetirse el plato), su hijo Ricardo Lagos Weber, que por supuesto tiene el "gran mérito" de ser el hijo de su padre y nada más, el Panzer (o 'Panza') y por ahí otros que querían asomar la ñata como el patético de Camilo Escalona y un descarriado Alejandro Navarro que no sumaban ni la raya para la suma.
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Finalmente una especie de pre-primarias fue peleada en esta, la sexta región, entre el candidato Frei y su contendiente por el partido radical, José Antonio Gómez. Bastante bullada luego del numerito del "bichi" Escalona, un digno político poblacional.
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Por este mismo tiempo, el senador Flores se paseaba por todos lados con Piñera y los aliancistas, en una insólita "vuelta de chaqueta", que en algo recordaba las declaraciones de "bacheletismo-aliancista" que hiciera alguna vez el bufoncillo de Joaquín Lavín. Por su lado Zaldivar y los colorines, seguían transmitiendo con el cuento de siempre: la convicción de ser una tercera fuerza que más que decidir las elecciones, podrían inclúso ganarlas (Cueeeeeeeeeeckkkkkk!!), como si algunos desencantados de la D.C. nunca aprendieran, el mismo numerito alguna vez lo hizo un tal Arturo Frei Bolivar y pasó luego a la historia por una simple trivialidad, adjudicable a tener el jingle más estúpido en una campaña política.
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En los meses siguientes, algo extraño pasó, la balanza concertacionista que de mala gana parecía conformarse con la figura de Frei candidato, se empezó inclinar nuevamente hacia el ala izquierdista, el responsable: un disléxico engominado, mejor conocido como Marco Enríquez-Ominami comenzó a crecer con fuerza en las encuestas y luego a afianzar su candidatura, más allá del cobijo de la Concertación.
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Candidato jóven, alternativo y supuestamente LIBERAL (ja!), Enríquez-Ominami vino para reencantar a jóvenes y adultos con la política, para encaminarlos luego hacia la luz del progreso, no a partir de su experiencia (la cual no es sólo poca, es simplemente nula), sino en base a sus ganas, visión de futuro y esfuerzo. El hijo de un mirista, un autoproclamado progresista que se compara con Obama, que se presenta como la llave que abrirá las puertas de un nuevo Chile!... En pocas palabras, el actual escenario es tan semejante al de 1970 que llega a estremecer. Estamos frente a un nuevo Salvador Allende, a un utopista inexperto, a un "pipiolo", pero no en la acepción política del término, más bien en su carga despectiva.
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Atrás está quedando Eduardo Frei, el mal menor sin duda o al menos así es para los que creemos en la política seria, en la tradición y la estabilidad de los modelos, más allá de cuan liberales o conservadores nos estimemos. Este nuevo engendro de la política del descontento, está lejos de ser el político moderno, liberal y visionario que algunos declaran y muy por el contrario, es simple y llanamente un "CHANTA" (dicho en buen chileno), un tipo que no ha hecho una carrera política respetable, no sigue un programa definido ni mucho menos aporta nada. Asegura no contrariar el modelo económico actual, pero como el común de los socialistas, se cree con la posibilidad de configurarlo a su manera, poniendolo al servicio del Estado, de un gobierno que con el paso de los años es cada vez menos próspero (pues la economía chilena se ha estancado) y en cambio, cada vez más parasitario.
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Pero más allá de todo el bluff que rodea la figura de este aparecido Marco Enríquez-Ominami, lo que más me molesta sin duda, es el gesto de unos cuantos politiquillos y gente de los medios que ni siquiera se arrugan al dar a Enríquez-Ominami el apelativo de liberal. ¿Liberal en qué?, en lo moral podría ser, pero eso simplemente no basta para considerarse liberal en el sentido convencional de la palabra... un liberal jamás pondrá al Estado por sobre la economía, ni aquí ni en ningún país del mundo, comprende que ambos responden a dos realidades independientes, que deben desarrollarse en libertad para luego complementarse. Además, es el "atomismo" y no el "colectivismo" la verdadera tendencia de lo liberal, Marco Enríquez-Ominami y toda su colectividad no pueden ser más ajenos a esta visión.
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Tristemente el único y verdadero Partido Liberal chileno desapareció el año 66 al haber perdido fuerzas por más de treinta años y visto obligados sus sostenedores a rehubicarse en las filas del Partido Conservador, desde ahí la historia de la derecha chilena ha sido una sóla, una con fricciones internas muy marcadas, donde los liberales (más cercados en Renovación Nacional) no han tenido pocas tentativas de reformar una facción única y bien definida en lo político, aunque lamentablemente sin mucho éxito.
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El Partido Liberal gobernó Chile ántes y después de la Guerra Civil de 1890, cuando Chile tuvo oportunidad de nivelarse con los países más prósperos del mundo y el salitre (nuestro oro blanco) aportaba más ganancias per cápita que la que tenían países como Suecia.
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Luego de la explosión social y de irreversibles cambios en su proceso a nivel mundial, fué la jerarquía Alessandri la encargada de reconquistar la estabilidad del país, en la primera parte del siglo XX."Sin una economía próspera resultará vana la más avanzada legislación social", fué la gran sentencia liberal que legara "El León de Tarapacá" a todas las generaciones precedentes en la política, aunque algunos quisieron olvidarlo, particularmente entre 1970-1973. Resulta curioso, sin embargo, escuchar un discurso de nuestra presidenta socialista reconociendo la trascendencia de estas palabras, repitiéndolas tal cual y poniéndo a la economía en el lugar que le corresponde. Ellos, los socialistas reformados, bien lo han entendido... un díscolo como Enríquez-Ominami, no me queda muy claro.
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Sea como sea, este 11 de diciembre todo se decide en las urnas. Frei, Piñera, Arrate, el díscolo, Zalvidar y quién (es) se quiera subir al carro en los próximos meses, se estarán disputando el añorado cargo de Doña Gordi... mientras tanto espero no ver a políticos en ejercicio haciendo campaña por los suyos, ni mucho menos a la Presidenta, porque de más está decir que ese es el tipo de cosas que restan seriedad a la política, aunque que lamentablemente sean el plato de cada elección. Para todos los efectos conviene tener en claro además que: "candidato liberal, no existe, no en esta campaña", Sebastián Piñera es lo más cercano ideológicamente hablando, pero desafortunadamente de gobernar lo hará junto a la UDI, por lo que se subentienden varias barreras y pesos en contra de cualquier iniciativa demasiado jugada, aunque de todas maneras este sea el menor de los males.
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Todos los grandes males siguen pesando sin duda por el lado de la Concertación. Ya es hora de sanear el aire de la política nacional, abrir las ventanas y echar fuera las moscas que han comido y cagado por 20 años sobre la misma torta. Basta de Frei, de díscolos y de colorines... es hora de que las cosas vuelvan a un buen curso, de dejar de tapar hoyos y caminar nuevamente y de una vez por todas hacia el crecimiento económico, nuestra principal prioridad.
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