lunes, 26 de abril de 2010

Donde muere el liberalismo

Herencia de la ilustración francesa y del iluminismo, corolario inmediato del renacimiento. La doctrina liberal posicionó al ser humano, en el espacio que ántes ocupaba la omnipotencia de Dios y sus representantes terrestres: el Rey, la nobleza, el papado, el clero, etcétera.
.
Accionar burgués en el curso de la historia, el liberalismo nació como movimiento urbano, ligado a banqueros, comerciantes y funcionarios del Estado. Levantó en armas la revolución y vino a enarbolar por primera vez la bandera de la igualdad y de los derechos humanos, arrasando con estamentos y privilegios, le tumbó también los pilares al estatus racista en occidente y acabó nominalmente con la esclavitud. La república fue su legado a la humanidad, lo mismo que la "autodeterminación de las naciones" su propósito más ambicioso.
.
Pero el liberalismo es burgués por donde se mire, es reaccionario y enérgico defensor de la ley y fenece bajo su imperio, la constitución política lo contiene, es su biblia de vida, deja de existir en el terreno de lo "inconstitucional". Surgió como veladora ontología del individuo por sobre la supremacía estatal y las distintas formas de colectivismo (comunismo, religión, socialismo), pero cayó por igual en la trampa, dejando de luchar donde la ley ya no enmarca, sin importar que en paises como el nuestro, "quien hace la ley, dispone el privilegio" y los privilegios desde luego, son monopolio de una clase parasitaria tan detestable como la que tuvo que enfrentar el liberalismo en sus orígenes.
.
Ahí donde muere el liberalismo (bajo el imperio de la ley), un concepto más moderno ha venido a rondarlo, es la palabra "libertario", asociada en algunos países del primer mundo a la izquierda, pese a ser secuela irrestricta de las auténticas bases del liberalismo. El libertarianismo desprecia todo tipo de privilegios chupasangres (de forma transversal a las distintas clases sociales), y se alza como bandera de lucha ahí donde la ley acomoda a "los muchos" o "los pocos con poder", para hacer valer el principio de la individualidad y redireccionar a la democracia.
.
Donde la ley es incompleta o confusa frente a la igualdad de género, resurgirá la pancarta libertaria del feminismo. Cuando afecte a minorías étnicas, religiosas o sexuales, sus defensores estarán adscritos a la ideología. El libertarianismo es la perfección del credo liberal, una mediación constante entre anarquía y democracia, entre insurrección frente al status y acuerdo, una dialéctica que conjuega descontento y poder, su finalidad última es hacer públicas las injusticias o vacíos legales, e instalar su lucha en las agendas de gobierno.
.
Donde muere el liberalismo, es donde mismo tiene posibilidades de renacer, en nuevas "fisuras generativas" que den pie al rediseño instutucional, para evolución certera de la democracia, vocación liberal por excelencia. Es necesario hoy en día hacerse cargo de la palabra "libertario", verdadero sinónimo de progresismo. Esta bitácora no se reconoce así misma como liberal, sino más bien libertaria.

sábado, 17 de abril de 2010

La metafísica del Dios Mente


  • Todo cuanto existe lo dibujó antes la mente,
  • La pretendida mente de Dios, trazó el universo,
  • La mente de un sobreviviente transformó cuevas en albergues, arboles en canoas, papel, luz, calor y combustible, como piedras en sedimento y huesos de algún animal en armas.
  • Mentes más agudas forjaron el arte, Picasso el cubismo, Gaudí el modernismo, Van Gogh, Verdi, Vivaldi, Mozart y contados privilegiados, transformaron el mundo.
  • Sí como dijo Ayn Rand, "el ego del hombre es el manantial del progreso humano", sus limitaciones, en cambio, incitan el estancamiento.
  • Fantasmas llamados cábalas o supersticiones impiden la dilatación de las grandes ideas, las de orden secular. La gran barrera de los prejuicios no son fáciles de sortear. En medio de aquel limbo fenece más de la mitad de la humanidad.
  • Alguien te lavó el cerebro desde que tuviste edad de absorber simbolismos y pensamientos. Alguien trazó en tu mente a un dios omnipotente al cual temerle, más que tu creador, es tu soberano, se encadena a tus pensamientos más “sediciosos” materializándose en los pesados grilletes de la culpa. Es un dios risible de lesa humanidad, nada te liga a él más que el porvenir del Estado, la inviolabilidad del orden, la omnipotencia de las leyes. Es el dios de los laicos, su capellán es el poder.
  • Pocos te hicieron ver que has de amarte primero a ti mismo antes de abanderarte en ideas románticas (cualquiera sea la ideología, color o religión), menesterosas filiaciones, ministerios de esclavitud bajo la preconcebida conjetura de que el individuo es un simple engranaje del todo y jamás “el todo”.
  • Pero tú sí eres ese todo, en tu conciencia florecen la vida y la muerte, cielo e infierno, Dios y demonio, miedos, fantasmas, credos y quimeras, que son simples efigies y nada más. Qué cosa más triste vivir sufriendo por costumbres impuestas, cargado de pensamientos inocuos, acomodadizos para quienes anhelan de ti que no seas más que “un buen ciudadano”, producto acrítico de la moral del Estado.
  • Piénsate como un espejo en el cual se refleja el mundo, de tus anhelos emerge el alimento que obtienes del entorno, tus pasiones son las energías que destinas en transformar el espacio. No eres Dios, sino una pequeña luz de aquel motor universal subrepticio, al cual tan solo podemos inferir, ignorar o creer bajo el más absoluto cinismo. Cuando tu luz se apague, todo el mundo conocido se extinguirá frente a tus ojos, dejando en evidencia tu finitud y fragilidad.
  • No eres eterno (tal vez tu conciencia sí lo sea), pero permítete mientras vivas, en la medida de lo posíble, ser tu propio rey.