domingo, 25 de diciembre de 2011

El Máximo Pontífice hizo un llamado a recuperar el verdadero sentido de la Navidad

Y yo me pregunto: ¿Cuándo recuperará usted y su bendita Iglesia el verdadero sentido del cristianismo? Si ni el máximo líder espiritual del mundo católico es capaz de escapar de la suntuosidad materialista, entónces ¿qué queda para el resto?.

Cínicos, prosaicos, lujuriosos, criminales y encima pedófilos. No es el mundo el que ha perdido de vista a Cristo, sino ustedes los que lo han sepultado.

sábado, 24 de diciembre de 2011

Nacimiento simbólico

Esta noche, los cristianos del mundo (incluidos quienes no hemos atestiguado nuestra fe en el dogma clerical) celebramos el nacimiento del Cristo ("el ungido"), aquel ser gnóstico y libertario que tal Buda, Confucio, Platón o Muhammad, vino a liberarnos del espejismo esclavisante de un mundo material, fugaz y precario, señalándolos los caminos iluminados del humanismo, de la fraternidad y de la gnosis mística (conócete a ti mismo y conocerás al alma del universo y a su creador).

La gran ilusión óptica llamada mundo, no es muy distinta en la actualidad que la que solía ser hace 2011 años, la esclavitud psicológica y corpórea de entónces, ha sido reemplazada por la esclavitud material y financiera del presente. El vasallaje feudal de antaño, se transmutó en la dependencia al crédito, a la banca y a la quimérica idea del estatus social. Los grandes paradigmas de "modernidad" y "progreso" se desdicen con las alarmantes inequidades en el desarrollo, la creciente miseria e injusticias sociales y los estragos del imperialismo contemporáneo en el Tercer Mundo, no más suave por cierto que el ejercido hace miles de años por los romanos sobre las tierras de Judea.

En épocas pretéritas, milenarias culturas de toda la faz de la tierra, tenían costumbre de celebrar a estas alturas del año los solsticios, para plantar o cosechar las semillas simbólicas del nuevo año, dependiendo del hemisferio donde estuvieran emplazadas. La Iglesia Cristiana hizo coincidir el nacimiento de su Cristo dogmático con este fin/inicio del año y sus correspondientes celebraciones, pese a que el día y la hora del nacimiento del salvador cristiano, sigue siendo un misterio histórico. Por tanto lo que celebramos hoy, no es ciertamente el nacimiento de Cristo, sino el solsticio de invierno (Polo Norte) y de verano (Polo Sur), una fecha que invita a proyectar nuestros deseos hacia el año que viene y hacer recuentos de nuestros logros en el año que se va.

Al cierre de esta reflexión, quiero dejar en claro que no es mi interés escudriñar en los falseados antecedentes del Cristo dogmático de la Iglesia. Soy de los que piensa que el Cristo verdadero no fue Dios, ni mitad Dios, sino el más virtuoso de los seres humanos, un ser gnóstico, un profeta, que se transformó en el hombre universal e hizo del ascetismo (tal como Francisco de Asis) un camino hacia el encuentro del Supremo y la existencia trascendente del espíritu. El hombre que jamás condenó al prójimo, ni lanzó la piedra y luego escondió la mano, que jamás fue seducido por el lujo, ni hizo tampoco de él una cacería de brujas, tan sólo separó las aguas, aconsejándonos: "Dad al César lo que es del César..." y exhortó a liberarse del engaño materialista de todas las épocas: "No os hagáis tesoros en la tierra, donde la polilla y el orín corrompen, y donde ladrones minan y hurtan... porque donde esté vuestro tesoro, allí estará también vuestro corazón".

Aquel es Cristo, el verdadero Cristo, quien debe nacer simbólicamente en nuestras propias almas la Nochebuena del 24 de diciembre o un día cualquiera en nuestra evolución interna, para alcanzar en su ejemplo de libertad y desprendimiento, la plenitud espiritual, dando un espaldarazo definitivo a las injustificadas angustias de este mundo y prevaleciendo sobre tan lamentable vuelco de mercantilismo ramplón en el que han convertido la Navidad los poderes fácticos globales, así como también sobre la mitomanía estructural de un Iglesia que con suma facilidad convierte a seres gnósticos y libertos en seres sobrehumanos, moralistas o santos mojigatos, víctimas del fervor consumista de la iconoclastia.
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viernes, 18 de noviembre de 2011

Semblante del Gran Creador

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Según la
Sagrada Biblia: "Dios nos creó a su imágen y semejanza" y nosotros seres humanos estamos provistos de un accionar positivo (que construye y da vida) y otro negativo (que destruye y da muerte). El Universo todo está configurado bajo ese precepto, lo mismo nuestra voluntad que oscila entre ambos campos de acción.

Dios (el único e inmutable) se manifiesta abordando estas dos dimensiones antagónicas: positivo/negativo, reflejas a su vez en todo orden de dualidades (bien/mal, luz/oscuridad, vida/muerte, inacción/movimiento, conservación/cambio, paz/violencia, todo/nada),
pues si Dios se plasmara en sólo una de estas realidades (supongamos: pura luz y pura paz), nada testimoniaría la existencia de "las cosas" en el plano sensorial, dado que sólo reconcemos algo por sus cualidades distintivas.

Lo que llamamos mundo no es más que una ilusión físico-temporal de luz y oscuridad, y en medio de estas dos dimensiones Dios nos ha manifestado -en el curso de todo el andar humano- el imperativo de la virtud que debe comandar nuestras acciones, para no caer presos en el engaño material y sutilerías profanas, alcanzando en cambio la más alta espiritualidad y la paz mental o conciencial en todos los planos de nuestra existencia. Dicha virtud consiste en ser equilibrados, reconociendo de facto que no somos completamente buenos ni malos, pero que al menos debemos ser justos, para no mancillar a partir de nuestros actos (y mucho menos intereses egoístas), la existencia de los demás.

El hombre que busca a Dios, debe asumirse pequeño, débil, corrupto, pero perfectible. Todo camino hacia la perfección individual (por cierto, jamás conseguida del todo) debe apuntar al equilibrio, al encuentro de nuestro justo medio aristotélico. Es evidente que hasta existen animales mucho más equilibrados que algunos hombres: el perro por lo general no ataca sino se siente amenzado o el león sólo caza y da muerte para saciar su hambre y sobrevivir, en cambio ¿Cuántos de nuestra especie matan por mero deporte, justifican masacres que podrían ser resueltas fácilmente por la vía diplomática, imponen el amor propio a los sentimientos y esperanzas de los demás o guardan silencio ante las injusticias sociales?. Muchos de ellos hablan de Dios pero sin conocerlo, invocan al Dios judeo-cristiano con cínica culposidad, dado que hace tiempo perdieron el equilibrio espiritual, sus mentes y almas están podridas y aquello por lo que ruegan poco tiene que ver con el espíritu o la integridad, sino con el salir del paso de las trampas temporales en las que han caído, víctimas de su propio ego y ambición enferma.

Dios (el único), reside en todos nosotros y su voz se manifiesta en nuestros corazones, a medida que rompemos con el engaño y seducción del materialismo, del egoísmo y del individualismo exacerbado. Nuestro alma es su templo y conforme la desarrollamos, más intensa, dichosa y afin a la verdad será nuestra existencia. El único riesgo es romper el equilibrio.


"Traigo en una mano la rama de olivo y en la otra el arma de los que luchan por la libertad, no permitan que deje caer el olivo"


(Yasir Arafat)

jueves, 20 de octubre de 2011

GADAFI HA MUERTO. Permítanme dudarlo

Con la agudeza característica de los eruditos en Política Internacional, la semana recién pasada -en una magistral clase dictada en la Universidad de Chile- el profesor trasandino: Ricardo Elía sentenció lo que no es más que una gran verdad respecto a la relación del Imperialismo (en otros tiempos británico y actualmente norteamericano) con los tiranos del Tercer Mundo y particularmente de Oriente Medio, ellos dirían lo siguiente: "Nosotros los creamos, nosotros los elimamos" y cuanto más óptimo si dichos esperpentos son megalomaníacos, porque qué mejor subterfugio que ese para invadir los países, abanderizados en una falsa voluntad democratizadora, que dicho sea de paso nunca se consolida.

Bueno, sólo basta con revisar la historia más reciente para darle la razón a tan avezado catedrático:
  • Saddam Husein [Irak] (1937-2006): Aliado del régimen norteamericano en los años '80 (particularmente en la guerra con Irán de aquella década). Dos décadas más tarde, Estados Unidos lo sentenció a pena capital bajo los cargos de genocidio, violación a los derechos humanos y producción de armas de destrucción masiva (más tarde se comprobaría la no veracidad de este cargo, utilizado como escusa para invadir el país árabe).
  • Osama Bin Laden [Arabia Saudita] (1957-2011): Aliado del régimen norteamericano en la resistencia afgana contra la Unión Soviética en los años '80. Dos décadas más tarde, Estados Unidos dictó orden de capura internacional, bajo los cargos de liderazgo de la -supuestamente existente- red terrorista Al Qaeda, autoría intelectual en múltiples atentados a embajadas americanas durante los años '90 y el ataque a las Torres Gemelas del año 2001.
De más está decir que ni Irak ni Afganistán habían conocido épocas de mayor inestabilidad política y social que la actual (¿dónde está la bendita democracia que preconizaron hace ya casi una década?). La invasión norteamericana y la penetración de fuerzas de la ONU, han sido simplemente nefastas y continuarán siéndolo mientras persistan los intereses imperialistas en la región. ¿Qué se espera para Libia?. "Liberación y democracia" aseguró con su ya característica y patética verborrea el cínico de Obama.

Cambio de leyenda

Antigua: "El parasitismo colectivo impone barreras a la plenitud del individuo"

Nueva: "Pluralismo, igualdad de oportunidades, dignidad material y capitalismo social"


Durante tres años, el encabezado de este blog ha hecho explícita referencia a la visión objetivista de la filósofa judeo-ruso-norteamericana Ayn Rand. Con una sentencia neoliberal, tomada de su prima obra, la novela: The Fountainhead (El Manantial) de 1943 y que es atingente al "egoísmo racional" de su protagonista Howard Roark, encarnación del Übermensch de Nietzsche.

Pese a que los escritos de Rand no han dejado de ser una de mis fuentes predilectas, el liberalismo por el que hoy abogo, es mucho más fundacional, integral y hasta metafísico (o espiritual) que una mera contemplación utilitarista u objetiva, como tienden a ser también todas aquellas teorías sociológico-racionalistas, pero carentes de espíritu, entre las que destacan el Rational Choise, la Teoría de Juegos y la Realpolitik.

Decirse liberal es -antetodo- definirse humanista, además de ecuménico y conciliador. Una ideología de vida, que calza perfecto en aquellos que no siendo religiosos, conservamos preceptos de nuestra formación cristiana y tratamos de aplicarlos en la vida diaria: no condenando la diferencia, analizando los puntos de vista convergentes e intentando comprender sus por qué (Perspectivismo Liberal), dispuestos siempre a abrir nuestras mentes a nuevas ideas, aunque procurando no perder la esencia de nuestras convicciones (el sino conservador de todos los liberales). Creemos que cada persona o individuo es per sé una voluntad poderosa, capáz de transformar el espacio y tracender en el tiempo, pero así mismo, sabemos que el hombre no es una isla y por tanto: Familia, Corporativismo y Estado son entidades primordiales en los procesos de socialización y autodesarrollo.

Por todas las razones expuestas, es que a lo largo de estos tres años, me he ido desmarcando del objetivismo randiano y abrazando -cada vez con mayor fuerza- los principios tradicionales del liberalismo existencialista e ilustrado, que a grandes razgos se encuentran resumidos en los elementos que conforman la nueva leyenda del encabezado:
  • Pluralismo: Base de toda capacidad de elegir en una sociedad
  • Igualdad de oportunidades: Fundamento de la libre y limpia competencia
  • Dignidad material: Cimiento de la libertad personal y colectiva. Urgencia de que cada miembro de la comunidad tenga el suficiente patrimonio, para no verse en la obligación de vender su fuerza de trabajo a precio de esclavitud.
  • Capitalismo social: En pro de la consolidación de una sociedad de pequeños propietarios y dignos emprendedores, en lugar de una estructura viciada, donde persista la excesiva concentración de un pequeño puñado de grandes capitalistas o consorsios, forjados en la inmovilidad social, en la colusión con el Estado (monopolios, oligopolios, corrupción a los políticos y demás prácticas que desafían la libre competencia) y en la explotación proletaria, tanto en el trabajo asalariado, como en el débito comercial y en la banca.
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miércoles, 19 de octubre de 2011

La verdad de los árabes

Varios meses atrás escribí un texto titulado "Falsas apreciaciones sobre el Mundo Árabe", que en términos muy generales expresaba la idea de que "la árabe" no es realmente una comunidad homogénea, ni religiosa, ni racial, ni mucho menos políticamente hablando, como sí parecen suponer los medios de comunicación de masas, rendidos históricamente a una propaganda "occidentalista" (por no emplear el término imperialista) y a toda una cuña de conceptos etnocéntricos, topicismos e ignorantes prejuicios.

Rendido yo también a una impronta atomista -tan connatural a la metafísica liberal- he creído más tiempo de la cuenta y de manera totalmente errónea, que los hechos políticos de Egipto, Libia o Marruecos devienen en una lógica absolutamente independiente a las realidades de Siria, Líbano, Jordania, etcétera o que la existencia o no existencia de un Estado Palestino, puede ser un hecho ajeno a la estabilidad y persistencia de otros Estados árabes y autónomos de la región.- Nada más sesgado y apartado de la realidad.

Y es que pese a estar divididos en más de una decena de Estados artificiales y en muchas más comunidades étnicas y religiosas diferentes, continúa existiendo y persistiendo la Nación Árabe, basada en una identidad común que se sobrepone a las distancias de fe, de raza y de procedencia histórica. Esta idea de comunidad, conocida entre sus gentes como la Umma (hijos de una misma madre) corresponde a nuestra "feliz idea" de la autodeterminación de los pueblos, aunque evidentemente los nefastos Estados imperialistas de Gran Bretaña y Francia de fines del Siglo XIX, jamás habrían permitido a los árabes formar un Estado único desde el Magreb (Norte de África) al Maqrech (Cercano Oriente Asiático), un Estado árabe pluralista y legítimo, con una proyección geoestratégica envidiable (Hacia el Mediterráneo, el Mar Rojo y el Atlántico, las rutas de África y la India) y acceso al 80% de los recursos petroleros del mundo, para provecho no de monarquías títeres injertadas en Arabia Saudí o los Emiratos, sino de toda la comunidad árabe de Medio Oriente.

Tres comunidades confesionales árabes: drusos de Siria, cristiano-maronitas del Líbano, judíos de Yémen

Mucho antes de las conquistas territoriales del Profeta Muhammad (Mahoma) y de los primeros hombres del Corán, los árabes ya estábamos instalados en la historia... registrados en ella como caldeos, asirios, babilonios, amorreos, hicsos, cananeos, fenicios, hebreos y otra decena de naciones del mismo origen: los "hijos de Sem", los semitas. Naciones por naturaleza migrantes y en tanto cosmopolitas, curtidas tempranamente en la diversidad y en el contacto con todos los pueblos de la tierra (Griegos, romanos y bizantinos hacia el Mediterráneo y Occidente, hititas, escitas, eslavos, búlgaros y circasianos hacia el norte de Siria, el Cáucaso y Anatolia, persas, indoarios y asiáticos turcomanos o magiares hacia el este, beréberes y africanos hacia las tierras del Sahara y al sur, en la Península Arábiga) es por esa razón que nuestra gente es también bastante diversa en el fenotipo y otro tanto ocurre con las expresiones culturales y lingüísticas, costumbres y demás, muy diversificadas. Pero si en algo sí se parecen los árabes del Islam, con los cristianos árabes (maronitas, ortodoxos, asirios y coptos), los judíos (mizrahim, ashkenazis, sefaradíes, romaniot o samaritanos) y demás comunidades de habla semítica en Medio Oriente, es en su exacerbada espiritualidad.

Las tres principales religiones de Oriente Próximo y occidente (Cristianismo, Islam y Judaísmo), provienen todas de aquel complejo micro-Universo sobre el que existieron Cristo, Muhammad, Elías y Abraham. El culto al Dios único es una concepción gnóstica que precede toda idea de la autodeterminación -y del liberalismo- y que emergió entre las "naciones del libro" y fue por ellas regada en el resto del planeta, a través de los migrantes judíos dispersos en el Imperio Romano (particularmente, los primeros cristianos), en el corazón del África Negra y hasta en el Sudeste Asiático, por medio de los comerciantes islámicos. Un cánon gnóstico, bien arraigado en las comunidades árabe y judía, es la búsqueda de la verdad por medio de la dialéctica (conversación existencialista) y el respeto hacia los ancianos, depositarios del conocimiento patrimonial. En sus ocho primeros siglos, el Islam, dueño y señor de Medio Oriente configuró una Umma (comunidad) absolutamente heterogénea, con tolerancia a las religiones y costumbres de los pueblos conquistados, así como también a las de los gentiles o extranjeros.

A diferencia de Europa, Medio Oriente en tiempo de los dominadores árabes jamás estuvo cerrado al contacto con otras culturas: conservaron sus factorías y siguieron comerciando en sus tierras los europeos, la cantidad de gentiles superaba por 10 a la de los mismísmos dominadores árabes, por tanto el Islam original se vio en la obligación de forjar una cultura religiosa tremendamente tolerante, cosmopolita y de un matiz escolástico y civilizatorio sólo comparable con Roma. Florecieron en aquellos años la filosofía, la arquitectura, la aritmética, la astrología, los estudios musicales, la química, la botánica y la medicina, además de la transcripción de textos persas, griegos e incluso chinos e hindúes que siglos más tarde llegarían a Europa por medio de eruditos judíos en exilio, fraguando la era del humanismo y culminando en el Renacimiento. Pero toda gloria toca su fin, y esta sucedió con la llegada de los embrutecidos turcomanos, una confederación de pueblos mongoloides, provenientes de las estepas centroasiáticas y que fueron reclutados en un principio como ejércitos de protección fronteriza. Los turcos se internaron tanto en la civilización árabe-pérsica que ya en el Siglo XIV reemplazaron al dominador árabe, aunque a diferencia de estos, no destacarían por su tolerancia, sino por sus crueldades, ortodoxia religiosa islámica (suní) y por oprimir a las sociedades al límite del paroxismo.

Fueron los turcos y no los árabes quienes cerraron las fronteras del Medio Oriente (y las rutas hacia la India) a los europeos. Producto de aquel quiebre gatillan las cruzadas, con la excusa de recuperar los santos territorios bíblicos y Jerusalén (pero en realidad para no perder el acceso a las especias y a las riquezas de Asia) y Cristóbal Colón planea dar la vuelta al mundo -poniendo en práctica su teoría de que el planeta tiene forma esférica- para llegar a la India desde el este, sin depender de despóticas negociaciones con los turcos; tal eventualidad permitió el descubrimiento de un nuevo continente: América. Es a partir de las cruzadas que se forja también el ideario separatista de oriente y occidente, a lo que poco ayuda el hermetismo de los dominadores turcos que en los años venideros, sojuzgan cruelmente a las poblaciones de cristianos árabes, europeos y judíos residentes o se les fuerza a la conversión, se suprime también la práctica de la escolástica, se persigue a los hombres de ciencia, a los gnósticos y quienes se niegan a seguir la religión de una manera ritualista. Las ciencias, las artes y el humanismo que en otros tiempos florecieron en el cosmopolita oriente, lo harán llegado el Siglo XV en la Europa Renacentista con sus Dante, Petrarca, Giotto, Da Vinci, Downald y Monteverdi.

Y así, a pesar de su cercanía geográfica y de un histórico contacto que se extiende a la era neolítica. Europa y Medio Oriente (con sus millones de árabe-parlantes), evolucionaron de espaldas una a la otra. Europa germinando el modernismo y los principios de la diversidad, y Medio Oriente acaudillado por las castrantes políticas de sus gobernantes otomanos. Con la llegada de los siglos XIX y XX, arremete en Europa y el mundo entero el fenómeno de los nacionalismos, cayeron los imperios tradicionales, se repartieron sus dominios los imperios económicos y así como germinó el Sionismo entre los judíos ashkenazíes de Europa Central (en respuesta al Nacional Socialismo y al racismo pan-germánico), también germinó el Pan-Arabismo o Nacionalismo Árabe en Oriente Medio, como reivindicación de los árabes sobre las tierras que comprendían sus antiguos califatos, antes del denigrante arribo de los turcos. En cada uno de los nacientes Estados post-otomanos, el Islam pasa a convertirse también en bandera de lucha ante a los embates de la modernidad, tornándose en muchos casos fundamentalista, por el lógico miedo y reticencia a ser absorbidos por Occidente y caer presa de toda una suerte de fenómenos ajenos a su realidad, como son las corrientes ideológicas del liberalismo, del capitalismo y del socialismo.

Curioso resulta pensar que el estigma de los nacionalismos exacerbados (fenómeno típicamente europeo) terminara germinando las contemporáneas pugnas entre árabes y judíos (en otros tiempos asimilados en la Umma). De un lado, tenemos un Pan-Arabismo que reclama que todos los Estados comprendidos entre Marruecos-Omán y Siria-Sudán, deben ser árabes, con el fin de consolidar a futuro un sólo Estado-nación pluralista, pero unificado en la lengua y cultura árabe común, además de tener por religión oficial al Islam. La contraparte: un Estado Judío, basado también en la idea de que los judíos, pese a su heterogeneidad racial y cultural (más marcada incluso que en los árabes) tienen derechos históricos sobre las tierras de Israel, cosa que no incomodaría a los árabes de no estar aquel Estado insertado en el corazón mismo del Mundo Árabe-Musulmán y representar en su existencia, una de tantas dilaciones achacables al imperialismo británico. Después de todo por muy hijos de Abraham que se sientan, la mayor parte de los habitantes de Israel no dejan de ser colonos y en su mayoría europeos: una especie de cruzados modernos, triunfantes sobre las tierras de Saladino.

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viernes, 7 de octubre de 2011

El Newton tecnológico

La manzana: curioso elemento en la simbología occidental. "Fruto prohibido" y origen del pecado original (tentación lujuriosa) según la moral del Antiguo Testamento y azarosa llave a través de la cual Sir Isaac Newton descubrió una de las principales leyes de la física: la gravedad. Todo en medio de una era marcada por la intransigencia de "los años oscuros" de la inquisición y de la anti-ciencia, que encarnara la baja Edad Media.

Ya en el tramo final del Siglo XX y en esta llamada Post-Modernidad, vuelve a surgir el símbolo de la manzana, aunque de forma mucho menos transgresora -al menos en apariencia- que en los siniestros años del teocentrismo occidental. El emblema Apple representa mucho más que una simple marca tecnológica (probablemente la más prestigiosa, vanguardista e innovadora del mercado), es también la representación misma del paradigma tecnológico de los tiempos modernos, de aquellos usos que a muchos en el mundo entero nos han facilitado la vida, pero que a otros tantos (y con esos tantos me refiero a agentes secretos, instituciones no transparentes y hasta Gobiernos totalitarios o paternalistas) no les es naturalmente nada amigable.

Principal responsable en la implementación -universal- del nuevo paradigma tecnológico (que según algunos historiadores es el clímax del proceso de Revolución Industrial) fue el hombre que partió de este mundo el pasado 5 de octubre: Steve Jobs. Hijo no reconocido de un inmigrante sirio, adoptado y criado por una familia de armenios; su historia se ejemplifica en la "Gran Babilonia" que representan hoy en día los Estados Unidos, donde gran cúmulo de comunidades -provenientes de todo el globo- contribuyen de forma directa o indirecta al esplendor cultural del país-mundo, en un proceso que no es más que la constante dialéctica entre usos y costumbres de las naciones originarias.

Nadie duda que partió un grande, incluso algunos han osado con compararlo con el gran Albert Einstein: padre de la Teoría de la Relatividad (fundamento ideológico de mi escuela favorita del pensamiento liberal: el Perspectivismo) y el hombre que reconcilió a Dios con la ciencia. En adelante, el logo de la manzanita impreso en celulares, computadores, iPods y demás insumos tecnlógicos de uso personal, nos recordarán siempre la que fue su apasionada gestión en vida: aportar a la innovación y al progreso del paradigma tecnológico, del que apenas precenciamos la apertura. Y tal como leí por ahí, en un sitio tan insignificante como este: "primero vino el fuego, luego la rueda, después la escritura, más tarde la imprenta, el avión, los satélites y la computadora Apple". Gracias Steve Jobs!

viernes, 23 de septiembre de 2011

VIDA INTERIOR

“¿Cómo puede un hombre que no tiene vida interior ver la luz? Están en lo cierto desde su punto de vista, pero como son incapaces de entrever otros caminos, están ciegos.

Para los ilustrados luchar contra ellos equivaldría a una contienda entre águilas y lechuzas”.


HENRY DAVID THOREAU

martes, 20 de septiembre de 2011

El Ocultismo (Eliphas Lévi)

Eliphas Lévi (traducción hebraica de su verdadero nombre: Louis Alphonse Constant) fue un sacerdote francés excomulgado por la Iglesia Católica, debido a su impronta librepensadora, su militancia en la Francmasonería y sus esfuerzos por converger fe y razón, por medio de las ciencias ocultas.

Entre sus vastos escritos -mezcla de gnosis con esoterismo y filosofía- figura El Libro de los Sabios, tratado publicado varios años después de su muerte en 1875. Uno de los capítulos, titulado "El Ocultismo", llama particularmente la atención por su perspicaz crítica a las religiones tradicionales, a la arrogante fragmentación de la concepción divina entre los cultos judío, islámico y cristiano, y por su departición de la humanidad en tres tipologías: los sabios o videntes (filósofos y librepensadores), los creyentes dogmáticos (ingnorantes y supersticiosos) y los nihilistas, aquellos sobre quienes pesa la negra nube de la vacilación y de la duda en todos los planos de la vida: intelectual, espiritual y anímica.

miércoles, 7 de septiembre de 2011

21 héroes del recuerdo

¿Qué más se puede agregar al debate suscitado por una de las peores tragedias nacionales del último tiempo (junto al terremoto y maremoto del 27 de febrero del 2010)?. Desde luego no mucho, probablemente esté todo dicho, esté todo escrito y el shock o las lágrimas vertidas por 16 millones de habitantes que pueblan Chile de Arica a Punta Arenas es una fiel manifestación de que el accidente del pasado viernes no fue un hecho aislado, sino un tremendo remezón que nos hace cuestionarnos varias cosas: comenzando por la fragilidad de la vida, "la insoportable levedad del ser" y continuando por dos condiciones que hasta el suceso del accidente desantendimos un poco, aunque sin duda están adscritas en nuestro ADN: la solidaridad y el sentido de pertenencia.

Por varias circunstancias especiales, la trágica muerte de los 21, nos ha tocado tanto como el deceso de un familiar o de amigos, hermanos que nos proveyó la patria y que formaban parte de nuestra contemporánea historia (una historia marcada por un grave terremoto que simboliza en esta última tragedia, una más de las réplicas). Independiente de quienes hayan sido, de cuánto dinero hayan tenido en el banco, del estatus social que definiera sus estilos de vida o el nivel de educación, etcétera... el accidente del pasado viernes fue un golpe que caló hondo en el corazón mismo de nuestra chilenidad. ¿Y cómo no?, si cada uno de los 21 tripulantes del malogrado avión Hércules nos recuerda los mejores atributos que carga la psicología de la nación: solidaridad, entrega y espíritu de servicio público, atributos que unieron a este grupo en tan fatídico final, un absurdo que asimilamos naturalmente como una injusticia de la vida, pero que al final del día debieramos transformar en un simbolismo y en un camino de enseñanza.

Inevitablemente, respecto a los caídos hay nombres que generan y generarán siempre más impacto que otros, no por la valía de sus obras sociales, sino por el reconocimiento de la gente: en adelante el nombre de Felipe Camiroaga será mitificado, sin embargo resta destacar que tanto él como los otros cuatro miembros del equipo de Buenos Días a Todos de TVN murieron dignificando a la televisión chilena, haciéndose presentes en la isla para registrar los avances de la reconstrucción tras el terremoto/maremoto del 2010, una función propia de la televisión pública que más que por el raiting, apuesta y debe apostar por una parrilla constructiva, un espejo en el cual se pueda mirar con orgullo la ciudadanía, lo que es mucho decir en la era de la televisión basura y de la farándula que alimenta los bolsillos de asquerosas bataclanas y variada carroña, que aprendieron a extender más de la cuenta sus "cinco minutos de fama" en televisión para asegurarse la renta en discotecas y eventos ad hoc a sus vacías y desechables vidas.

Recordaremos especialmente a Camiroaga por su incondicional amor a la naturaleza y los animales, algo que frente a los ojos de la opinión pública generó la idea de que este era más bien un tipo solitario y misterioso. Yo en cambio lo definiría como el clásico naturalista, aquellas almas entrópicas satisfechas por una vida interior próspera, que a la vez es resultante de la compenetración con el medio, único camino posible hacia la comprensión de uno mismo y de la vida. Semejante ejemplo el de Felipe Cubillos, un filántropo a quien muchos continuarán objetando lo fácil qué es serlo cuando se tienen medios económicos de sobra, sin embargo descontando también al Presidente de la República, son contados con los dedos de una mano la cantidad de empresarios multimillonarios que manifiestan tal nivel de desprendimiento o sentido de solidaridad y lo que es más, que tal como Felipe Cubillos logren suplir algunas manifiestas carencias benefactoras del Estado.

Y así mismo sucede con cada uno de los 21 servidores que se embarcaron en este viaje sin retorno con una misma finalidad: aportar al país y ayudar a los compatriotas más australes y desprotegidos, desde las propias posibilidades y funciones. Lamentablemente no pudieron emprender el viaje de vuelta, pero la tragedia -recalco- debiera volcarse en un simbolismo igual de potente. Ellos nos señalaron el camino, y aunque parezca un sin sentido: su desgracia que nos acongoja el corazón, nos ha enseñado también que más vale la pena morir prematuramente siendo solidario, que culminar la vida en adusta longevidad. Cuando pequeño absorbí el mito de que la gente buena parte antes al encuentro con su creador, dadas sus características de bondad, hoy tiendo a aterrizarlo y pensar que cada uno de ellos estaba listo para partir de este mundo colmado por las sombras del individualismo, pues asimilaron de forma prematura el verdadero sentido de la vida (estamos de paso) y tal mártires imprimieron esa lección en la consciencia nacional, de un país donde la fragmentación se ha tornado insostenible.

jueves, 25 de agosto de 2011

Romanticismo reaccionario

Ciertamente ningún país puede concebir el progreso sin haber fomentado antes una real base de igualdad (igualdad de oportunidades) a la nación o ciudadanía sobre la que gobierna. La seguridad social o el Estado Benefactor son aquí instrumentos prioritarios para lograr la real integración de los desprotegidos, debiendo ser necesariamente fuertes en países subdesarrollados o en vías de desarrollo donde queda por concebirse un capitalismo social y bastante más débil en el pequeño tercio de países ricos e industrializados donde el bienestar o socorro económico/social recae exclusivamente en una minoría que puede estar representada en las últimas generaciones de emigrantes, en las capas más desposeídas del proletariado industrial o en quienes desprovistos de plaza requieran para sobrevivir de un bono de cesantía.

Chile es a todas luces un caso curioso, pues siendo un país en vías de desarrollo, el Estado como ente benefactor es más bien débil y las franquicias públicas a la que todo ciudadano aporta como contribuyente mediante los impuestos, se traducen en servicios pobres y deficientes (todo lo público es de mala calidad: salud, vivienda, educación, etcétera) a esto debemos incluir también los bonos periódicos que se asimilan mejor a un criterio de caridad. Ocasionalmente Chile se piensa así mismo como un país desarrollado, aunque cabe destacar que todavía no rompe del todo con el yugo del feudalismo. Hay quienes adjudican al modelo neoliberal el mal reparto del pastel económico chileno, cuando en verdad esto viene de mucho más atrás.

Del vigente modelo se abrazó con aprensión culposa tanto la derecha liberal (recordemos que los conservadores de antaño eran tremendamente pro estatistas) como la Concertación que gobernó durante dos décadas con él, condenándolo en ocasiones para obtener divisas políticas y continuar apernados en el poder, más sin duda es el modelo que la clase política fagocitó y que hasta nosotros mismos -ciudadanos- fagocitamos sin grandes cuestionamientos. Forjó la cultura de los malls, del retail, de las tarjetas comerciales, de los leasing y los créditos universitarios a destajo que hoy comprometen a familias de escasos recursos a pagar con creces el valor de costosas carreras universitarias en instituciones privadas, planificadas en un principio como prestadoras de un bien de consumo, suplementario al de las universidades tradicionales.

El gran paradigma mercantilista de los noventa: "universidad para todos" acalló en una rarifica mixtura entre lo público y lo privado, al punto de volverse insostenible. De tal manera que ¡no es ético! que el Estado financie créditos en universidades privadas, debiera en cambio procurar gratuidad en las instituciones tradicionales, premiando de paso a los mejores estudiantes secundarios, pero no a cuota de mercado: el cuoteo debe ir de la mano con la cantidad de profesionales que se requieran por cada sector productivo en el país y en tanto el Estado debiera además poner tope a la cantidad de carreras (como así mismo a la cantidad de universidades, muchas de las cuales han aflorado de la nada) que una universidad privada pone en circulación cada año, incluido un cuoteo en las matrículas. Lo que ha logrado este odioso paradigma de "universidad para todos" es endeudar a más no poder a miles de familias desprotegidas y forjar la inaudita realidad de que en Chile sobran profesionales y faltan técnicos.

Defensores o detractores, lo importante es tener claras las cualidades del modelo que convirtió a Chile en epicentro mismo de la globalización económica, material y psicológica, mutiló a la vez nuestro costumbrismo ruralista y nos abrió a una serie de posibilidades de las que no gozaron ni nuestros abuelos ni nuestros padres, pero que continúan y continuarán chocando con nuestras estructuras de pensamiento tradicional. Evidentemente la modernización, la globalización y la apertura radical de los mercados se adaptan mejor a la realidad de un país fundacionalmente rico e igualitario, pero esta dista de ser por mucho la realidad de Chile, segmentado fuertemente entre el grueso de la ciudadanía y sus élites. No es de extrañar entonces que cerca de un 10% de los nacionales, vivan en un verdadero espejismo: concibiendo un Chile desarrollado, o que apenas un 20% crea férreamente en las posibilidades de emprendimiento y el 70% restante (sumido en un mayor pesimismo) conozca de cerca sus injusticias e inequidades.

Apuntaba al inicio de este post, que Chile no derruyó del todo las bases de un feudalismo histórico, basado en el criterio de dominación del colono sobre el criollo, es la razón que nos ha impedido hasta ahora concebir el tan vital capitalismo social que no es el equivalente exacto ni debe justificar entusiasmos por un capitalismo de Estado (la viciada matriz Estado-céntrica o dirigismo económico). La deuda parte de nuestras antiguas élites que jamás estuvieron dispuestas a renunciar a parte de sus regalías en pro de la consolidación de una nación igualitaria de pequeños comerciantes: la pequeña burguesía independiente.

El señor feudal de otros tiempos, conocido en este lado del mundo como "patrón de fundo" sigue siendo dueño absoluto del gran capital, pasando en los últimos decenios del Siglo XX, de ser del dueño del latifundio al poseedor de los consorcios que monopolizan todo el comercio y el sector financiero. El peón actual, no es más que el trabajador común (sin gran capacidad de ahorro) ligado de por vida a aquel séquito de familias burguesas -o más bien aristócratas- por medio de la deuda con sus casas comerciales, instituciones financieras, grandes cadenas de supermercados y universidades privadas, dado que el paradigma mercantilista de estos tiempos es: "universidad para todos".

Me conmueve cuan sabio fue el antiguo pensamiento liberal que previó hace más de dos siglos toda esta suerte de nueva esclavitud: la esclavitud a la banca, la nueva opresión de los burgueses al proletariado, con base en el culto y preeminencia de lo material sobre el espíritu, condena evidente en el pensamiento práctico y sensibilidad protestante de los ideólogos norteamericanos Thomas Jefferson y Abraham Lincoln o en el gnosticismo de los trascendentalistas, entre quienes Ralph W. Emerson y Henry David Thoreau llevaron la batuta.

En nuestra actual situación, no sé si la solución pase por promover un nuevo contrato social, que presione la libertad de elección de las clases acomodadas y directamente de los ricos o de las grandes empresas (dispuestas como siempre a ofrecer simplemente caridad o limosnas), hipotecándolas a la misión de constituir un país más equitativo y justo. No siento que la solución pase por promulgar una nueva constitución política, ni siquiera le tengo fe a los cambios "radicales" en la subvención y reforma educativa, que seguro en menos de diez años volverán a evidenciar toda gama de vicios. Pienso que ninguna solución propuesta (tanto desde la vereda del Gobierno como del evidente populismo en los grupos de presión) aportará gran cosa a lo que debiera paliarse con una revolución más inmediata: de las consciencias y del espíritu.

Tanta modernidad forzada, tanto slogan mercantilista, tanta irrealidad dialéctica nos está ahogando, el hecho vivir en un país con realidades difusas, con doble discurso y hasta con doble estirpe nos ha hecho perder a todos el norte, ignorar nuestra verdadera identidad y hasta nuestras verdaderas necesidades (quien no tiene que comer no necesita de una universidad gratuita, necesita un buen trabajo!)... vivir en un Chile que ejerce por todos los medios la propaganda del desarrollo y de la fastuosidad, cuando lo único concreto es que cuatro millones de nuestros coterráneos -1/4 de la población total, que espera todo del Estado- continúan viviendo en las peores condiciones de pobreza y marginación.

En este sentido, la gratuidad o no gratuidad de la educación superior no es para nada el problema de fondo, sino apenas el pequeño matiz de una realidad país mucho más agobiante e insostenible. Es natural que la abismante desigualdad genere frustración colectiva y esta se convierta en sustento del nuevo romanticismo reaccionario que nos tiene a todos sumidos (ciudadano y gobernantes) en profunda letanía, en un total desconcierto.

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jueves, 4 de agosto de 2011

Una consideración sobre las marchas

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En este preciso instante se presencia a lo largo del país un clima de efervescencia social tan radicalizado que recuerda en demasía las movilizaciones contra la Unidad Popular (hasta con "marcha de cacerolas" incluida) de principios de los años '70. Desde luego, el "derecho a pataleta" es connatural a un sistema democrático y es muy válido que la gente exprese con total libertad sus puntos de vista e instale de esta manera también sus demandas en la agenda de un Gobierno, que culpable de soberbia e intransigencia, ha dilatado tanto las respuestas que de él se esperaron durante meses, que terminó cavando un profundo hoyo del que ya no puede salir tan fácilmente y al que más tierra aún le está echando encima la oposición política Q.E.P.D.

Nada de lo anterior quita -que por otro lado- las actuales movilizaciones engloben un elemento anti-cívico y anti-democrático, pues la obstrucción al diálogo es también una forma de entorpecer el proceso democrático. Si bien un poco tarde, el actual Gobierno ha decidido responder con propuestas y medidas realistas, a la altura de las circunstancias y de lo que cualquier Gobierno "no populista" podría ofrecer, aunque estas fueron rechazadas "per se" por una Federación de Estudiantes que hace tiempo politizó (y el Gobierno le dio tiempo de hacerlo) el tema.

Como sostuve anteriormente, el antagonismo social al Gobierno se ha radicalizado y en esto hay que ser bastante cautos de señalar una suma progresiva de elementos en lugar de achacar toda la responsabilidad a la actual administración por sus contemporáneas miserias. El Gobierno de Sebastián Piñera simplemente se convirtió en el aval o "chivo expiatorio" frente al cual explotó un descontento acumulado por años contra la clase política en su conjunto. Y desde luego aquellas hasta ahora inconclusas promesas por "el cambio" le pasaron factura a esta gestión y con toda razón: La ciudanía moderna y organizada ya no está dispuesta a pasar por alto la "publicidad engañosa", mucho menos en política, es más: está "despolitizada" (no así la FECH), pero conoce de sobra su poder para desestabilizar e incluso derrocar gobiernos que no vayan a la par con sus demandas, lo que ha quedado de manifiesto en el último tiempo en distintos puntos del planeta y particularmente tras el ejemplo de la Primavera Árabe y la presión que sacó del gobierno a Mubarak en Egipto, sin mediación de un golpe de Estado.

Volviendo a las reflexiones (en video) de la filósofa objetivista Ayn Rand, pienso que se debe conservar un cierto recato respecto de las marchas. Si bien es cierto que manifestarse en las calles es expresión de un derecho ciudadano pleno y de la vitalidad del poder constituyente (el pueblo), no deja de ser menos cierto tampoco que en Chile de cívicas estas marchas sólo tienen el comienzo, y que al final del día se convierten en una verdadera batalla campal entre las fuerzas de orden y el lumpen que ensucia la civilidad de dichas manifestaciones... así, un paradero, un quiosco, una tienda, una farmacia, un semáforo, un árbol, etcétera, son propiedad privada o pública por la que -a diferencia de lo que algunos demuestran pensar- no terminará respondiendo MOYA ni se estará afectando tampoco al patrimonio del Gobierno, los daños son cuantificados por las municipalidades y cargados sutilmente al bolsillo de todos, razón suficiente para exigir que respondan por ellos únicamente los responsables.

Estoy muy de acuerdo en que las marchas son saludables a la vida cívica y democrática, pero sólo cuando se convocan esporádicamente y pretenden cautivar -en una coyuntura- la atención de la opinión pública, sin embargo tienden a generar el efecto contrario e incluso llegan a aburrir cuando son "pan de cada día", no olvidemos además que la función de las calles no es otra que el libre tránsito de personas y vehículos.

Si en nuestro país se ha vuelto lícito y cotidiano (y hasta es bien visto "culturalmente") marchar por todo lo que se nos venga en mente, también sería lícito que algunos "saturados" nos pronunciemos contra las propias marchas, contra la destrucción de la propiedad pública y privada (que no estamos dispuestos a amortizar quienes no somos responsables) y contra la obturación al diálogo que están hoy encarnando los representantes de la educación pública y universitaria, incomodando el normal tránsito por el centro de las ciudades, prorrogando el proceso educativo de quienes no tienen interés alguno en adherirse a las marchas y paralizando más de lo sostenible al país.

viernes, 22 de julio de 2011

Mauricio Rojas Mullor: De mirista a parlamentario liberal en Suecia

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Partes: 2, 3, 4 y 5

Esta es una entrevista que yo invitaría a escuchar y ver atentamente a todos, independiente de su inclinación política. Mauricio Rojas Mullor, historiador económico y autor del libro Pasión por la libertad: el liberalismo integral de Mario Vargas Llosa, fue uno de tantos chilenos que se vió obligado a emigrar del país el año 73 por presiones políticas y el miedo a perder la propia vida tras el golpe de Estado de la época.

El año 74 se internó en la comunidad sueca y entró en contacto con inmigrantes europeos, oprimidos por las dictaduras izquierdistas de Polonia y la Unión Soviética, razón que le hizo cuestionar sus posturas revolucionarias utópicas, a tal punto de abrazar una idea de la libertad como proceso perfectible del "día a día" propia del empirismo liberal y ajena del todo a las ideologías totalitarias que sacrifican al ser humano con la excusa de crear un mejor futuro colectivo.

En esta entrevista del 2007 con el argentino Carlos Mira, Rojas Mullor discute pasajes de su libro Historia de la Crisis Argentina en el que traza una línea de tiempo que va desde los años '20 hasta el hecatombe financiero del 2001, alumbrando los elementos que pusieron en jaque durante esos ochenta años, el proceso de industrialización argentino y su acceso al primer mundo. Entre los elementos que hacían posible a la Argentina convertirse en el Estado más pujante de Sudamérica, destaca el arribo de un gran contingente de nuevos inmigrantes entre los siglos XIX y XX, que ayudó a destrabar en parte las clásicas estructuras de dominación (el peonaje feudal racista) que aún perpetúan en el continente las clases aristocráticas. Estas estructuras históricas devinieron en los años '30 a través de las prácticas clientelistas y el caudillismo o lo que Rojas Mullor tiende a llamar la "política de estancia".

Los múltiples fracasos en la economía y en la política argentina, como así mismo la animadversión popular al capitalismo, obedece a que el país siguió la misma suerte del resto del continente, pese a que alguna vez formó parte de los países desarrollados. La arbitraria repartición de las tierras en tiempos de la dominación española (que dejó las grandes haciendas en poder de las familias aristocráticas) y de los recursos asociados a estas en desmedro de una población acaudillada y creciente -más aún con la inmigración- truncaron un natural proceso de "capitalismo popular" (a la norteamericana) en Argentina y el resto de la región. Responde a este marco histórico que todos los procesos revolucionarios posteriores, de la izquierda o de la derecha, más que suprimirlo, terminaran por reactivar el estatus quo de la injusticia o que los grandes latifundistas de ayer se transmuten en los consorcios capitalistas de hoy: literalmente en manos de unas pocas familias.

lunes, 18 de julio de 2011

El estigma del impuesto progresivo

"Hay un sistema feudal que se está estableciendo a través del impuesto progresivo y que perjudica una dimensión muy importante de la sociedad abierta; esto es la movilidad social.

Si planteamos la sociedad como una pirámide: en un sistema abierto quien esté en el vértice y no sirva, debiera bajar con la velocidad necesaria y quien esté en la base y sirva, debiera subir con la velocidad necesaria.

En países donde hay fuertes impuestos progresivos y vemos que hay alguna movilidad social, es porque están evadiendo o se ganaron la lotería, pero dentro del sistema es imposíble progresar.

El impuesto progresivo en algunos países es un verdadero privilegio para los más ricos porque están eliminando a los que vienen de abajo. Se establece un verdadero sistema feudal donde el que nace rico muere rico y el que nace pobre muere pobre, independiente de sus eficiencias"

domingo, 17 de julio de 2011

José Luis Sampedro y el análisis de la situación española (o mundial)

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En la presente entrevista, el veterano crítico y economista barcelonés José Luis Sampedro entra a describir la actual crisis española en un contexto eleccionario de bipartidismo, la manipulación de la opinión pública, los estragos del capitalismo (o mejor dicho: las adulteraciones que hacen de los equilibrios de mercado la gran mayoría de los gobiernos, presionados por el lobby empresarial e intervenciones escabrosas que superan por mucho el óptimo de sus atribuciones, generando perjuicio al desarrollo y a la equidad que dicen defender) en esta porción de Europa y en fin varios otros elementos que sirven como marco de referencia para comprender nuestra propia situación actual, a varias millas de distancia: en Chile.

Interesantes puntos de vista entre los que destaco ideas como la de que en occidente "los valores han sido substituídos por los intereses" (una innegable realidad que explica por ejemplo el actual choque de occidente con el Islam y otras sociedades teo-céntricas que conservan una visión más justicialista de la economía en el campo social) o que el imperativo por la producción y la competencia, mutiló en el occidental un progreso mucho más importante: el "desarrollo hacia dentro", hacia la intelectualidad y el autoconocimiento, o que las actuales movilizaciones sociales; comprendidas como una nueva revolución de la consciencia colectiva, están guiando hacia a un estadio diferente del que aún desconocemos los resultados, pero que en opinión un tanto utópica de Sampedro debiera ser más evolucionado que las disposiciones del capitalismo.

viernes, 15 de julio de 2011

Chile, una situación insostenible

Las más multitudinarias marchas de estudiantes en dos décadas de democracia y a lo largo de todo el país, indican que como ciudadanía hemos llegado al tope de nuestra tolerancia y que tal vez estemos presenciando los indicios de una de verdadera revolución social, en pie contra las antiguas disposiciones del orden político/estatal. Estas marchas no son a mi modo de ver un boicot contra el actual gobierno de derecha, sino más bien la explosión de un descontento acumulado por más tiempo del sostenible contra la clase política en general, la cual hasta el momento no ha podido encausar la equidad, aún siendo que la realidad macroeconómica de Chile es la de un país que ha crecido sostenidamente a lo largo de los últimos treinta años.

Sumen a las manifestaciones, el hecho de que los nuevos actores sociales, no son en absoluto puntuales focos de la ciudadanía (aunque muchos personeros intentan confundir a la opinión pública, mezclando a los manifestantes con el lumpen que ensucia cada marcha con sus barricadas y saqueos) son más bien la comunidad en su conjunto: estudiantes universitarios, colegiales, padres, familias, jóvenes profesionales, trabajadores públicos y privados, etcétera. Chilenos de todos los estratos y visiones políticas que regados por esta llamada "era de la información" ya no desconocen la realidad de su país, ni son los ciudadanos pasivos de los años '70 y '80, temerosos de ser considerados subversivos por un Estado militarizado, tampoco son los jóvenes de los '90 que se vieron fuertemente representados en "el no estoy ni ahí" del ídolo Marcelo "Chino" Ríos y de una generación que observó con recelo la política y todas las materias de interés país, cercadas por una manada de políticos, economistas y tecnócratas, que se sintieron llamados a construir mesiánica e inclusivamente un nuevo país tras el retorno a la democracia.

Las actuales marchas en Chile, se nutren de varias referencias, que llevadas a la práctica y perfeccionadas, pueden hacer de ellas un arma de presión determinante, que no sólo llegará a marcar un precedente, sino también servir como modelo de movilización cívica para otras sociedades en el mundo. El referente más directo de estas, son las marchas estudiantiles del año 2006 en oposición a la LOCE y que entre sus objetivos lograron destituir al Ministro de Educación de la época: Martín Zilic, están también las actuales revueltas sociales en todo el mundo (Grecia y España fundamentalmente) y hasta una "Primavera Árabe", hechos que invitan al ciudadano común a expresar su descontento en grandes turbas que en momentos categóricos no temen enfrentarse a la represión policiaca o militar (dependiendo del país), especialmente cuando el futuro se ve intrincado y nada ni nadie te da seguridad de una pronta salida.

Tampoco faltan aquellos que intentan politizar estas iniciativas y que festinan más de la cuenta con el hecho de que las demandas incontestadas estén dejando por el suelo la popularidad del gobierno. En medio de la crisis política, la izquierda se aprovecha de elevar sus vetustas pancartas señalando al Modelo Neo-liberal, a la Constitución de 1980 y en fin: todo legado de la Dictadura del General Pinochet como la principal causa de nuestros males, aunque olvidan que tal modelo le cambió la cara al país, y hasta lo rescato de su más oscuro subdesarrollo, pero desde luego, no es menos cierto que hasta la fecha no logró extirpar la lacra de una desigualdad económica insostenible ni el acaparamiento escandaloso de un reducido grupo (a quienes ya podríamos comenzar a llamar los monarcas de Chile), todas más bien condiciones adscritas a nuestra realidad desde que somos una república independiente e incluso mucho antes de ello.

Un modelo económico que no es funcional a las condiciones de un país, no puede sostenerse en pie durante tanto tiempo (nuestra historia republicana ha sido testigo varias veces de esto), pues bien, este no parece ser el caso del actual. Después de todo el mal llamado "modelo chileno" ha prosperado tres décadas, sobrevivió seis gobiernos y a fuerzas políticas de la centro-izquierda y la centro-derecha que lo han matizado a su acomodo.

En realidad, el Modelo Neo-liberal o mejor dicho: la Economía Social de Mercado es sin duda el mejor modelo económico para Chile (país pequeño que necesita abastecerse del mundo) pese a que por sí solo no está en condiciones de consolidar la igualdad: criterio bloqueado desde larga data en las sociedades latinas o mediterráneas, que a diferencia de las comunidades del norte de Europa no abolieron del todo la estratificación (la peor de todas: la psicológica). Esto último explica en gran medida porqué el libre mercado y en general: todo espíritu de lo liberal opera óptimamente en países como Inglaterra o Alemania y deviene en constantes crisis en las realidades de España, Italia, Portugal o Grecia, que ingresaron hace un buen tiempo al quintil de los países medianamente ricos e industrializados, pero sin solventar hasta ahora sus desventajas.

Por eso, antes de culpar a un modelo económico en particular o señalar a otro como el correcto, debiéramos analizar nuestra historia. El hecho de que las desigualdades económicas y sociales en Chile sean alarmantes, tiene que ver menos con el modelo que con la preexistencia de una estructura de la injusticia; un algo que sobrevivió desde nuestra época colonial a la independencia y a la república. En otras palabras, culpemos de la segregación histórica en Chile y el resto de América Latina a quienes realmente son culpables directos: la Corona Española y hasta nuestros tatas europeos que se fueron agregando pacíficamente al sustrato nacional, pero adaptando a la vez un estatus quo de aparteid implícito/disimulado, donde el blanco sigue teniendo preeminencia sobre el mestizo y el mestizo sobre el indígena. Ahí y nada más que ahí reside la verdadera génesis de tal estigma, en la negación misma de los principios liberales (¿qué igualdad?) y hasta de los derechos humanos más elementales.

Hoy más del 80% de la población chilena se reconoce como castiza o mestiza en lo racial, razón que aniquila el patético fundamento de la raza, aunque estructuralmente sigue vivo, transmutado en el clasismo y otras duras formas de segregación. No es de extrañar por ejemplo que los Barros Luco, los Vicuña Mackenna, los Larraín o los Errázuriz nos sigan gobernando (como fantasmas de un pasado/presente) por medio de sus descendientes, como si de un linaje de sangre azul se tratara. La intransigencia de la élite política es sólo una más de las manifestaciones de este estatus quo conservador y tradicionalista en el que está cimentada toda la vida institucional de Chile. Hace un tiempo sentenció en un canal de televisión el extravagante Juan Cristóbal Foxley que "Chile es un club" y aunque duela, el muy imbécil no deja de tener razón.

Por su parte la sociedad chilena ha prosperado a un ritmo aceleradísimo en las últimas décadas, desmarcándose radicalmente de aquella población sumida en la ignorancia y la conformidad que solía ser hace 100 o 50 años en el pasado. Si en aquellos tiempos ni tan remotos la desigualdad estaba proscrita a una baja tasa de alfabetización en el gran grueso de la población, hoy tal cifra se acerca a cero y lo que es más, hoy hasta sobran profesionales universitarios de las distintas áreas (semejante situación al de los países industrializados) y la crítica ya no apunta en tanto a la falta de oportunidades educativas, sino más bien a su calidad y las trabas que a esta le está poniendo el lucro, como así mismo al hecho de que la oferta universitaria no ha estado a la par de la laboral, razón por la que muchos profesionales jóvenes se encuentran en la desconcertante situación de orbitar fuera de las actividades para las cuales se prepararon durante cinco o más años, considerando además que gran parte de ellos asumieron obligaciones económicas con el Estado que les subvencionó sus estudios superiores.

Las actuales movilizaciones son expresión de una ciudadanía más consciente y culta, la cual ya ni se banca a los políticos, ni tienen porque asumir las condiciones históricas de la desigualdad en un país hecho a la medida de una casta dominadora, de unos pocos privilegiados, gente que hoy en día no tiene más herramientas que aquellos que se han visto en situación de segregados, como para considerar que las cosas "marchen bien" o que no existen evidentes grados de injusticia en el país.

Tampoco nos pueden presentar como escusa ninguna especie de revés o receso en la economía, si hasta se prevé que el PIB bordeará un 6,5% de aquí a fin de año. Desarrollo existe sin duda, aunque hoy como siempre no llega a todos (a la luz de proporcionalidades: no llega a nadie) y de esto el ciudadano chileno es plenamente consciente a lo largo de toda su vida. ¿Qué sociedad puede tolerar tal nivel de injusticia a lo largo de tantas generaciones?, ¿Cómo considerarnos los jaguares de Latinoamérica, si una parte considerable de la población se asemejan más a gatos de basural?, ¿De qué sirven las cifras de crecimiento, si al final del mes no hay nada que echarle a la olla?, ¿Cómo es posible que 20% de los chilenos tengan ingresos nivelados con el de los países más ricos del mundo, tales como EE.UU o Noruega y el 80% restante, similares al de los países africanos más pobres?. ¿Qué democracia y qué criterio de lo liberal puede subsistir en un país con tantos contrastes económicos?

Naturalmente esto ya no pasa por quitarle el apoyo al gobierno de turno y demandar la salvaguarda de la oposición, es la realidad histórica de Chile la que está chocando con un colectivo ciudadano diferente, más consciente, más culto y más abierto al mundo. El chileno en tales términos ya no apuesta ni a derechas ni izquierdas (las encuestas de los últimos 5 años así lo demuestran), porque concibe que en su país la clase política fracasó en su conjunto. Es problema de ellos que continúen sacándose los ojos y festinando con sus fracasos, la gente ya se cansó del circo y se aburrió de recibir migajas de pan. Hoy más que nunca exige acción y las herramientas suficientes para ser verdaderos protagonistas de sus propias vidas!

¿Y el Gobierno qué?, ¿Es víctima o responsable?. Sin duda el gobierno de turno es quien debe dar cara por sus propios fracasos y por los fracasos de gobiernos anteriores, no puede hacernos creer que antes de ser gobierno constituyeron una especie de bache. Tratan de colgar responsabilidades a la oposición, siendo que cuando ellos la fueron, más que oposición, eran verdaderos aliados y se sobaban el hombro mutuamente, tanto en los casos de corrupción, como de ocultamiento de información a la opinión pública. Tengamos claro de una vez por todas que cualquier gobierno que asume el poder, asume también la responsabilidad por la historia política de Chile (es el aval): el legado de Portales, de los gobiernos radicales, la dictadura de O' Higgins, los 20 años de la Concertación en el poder, etcétera... si el poncho les queda muy grande, ¿por qué decidieron ponérselo?.

Que sus intenciones de privatizar y hacer "acomodos convenientes" de la economía y de las empresas públicas a modo hormiga choque hoy con el actuar de dirigentes laborales, sindicalistas y una ciudadanía organizada y fuerte, es algo que debieron prever con mucha anterioridad y si ya no se sienten cómodos con haber asumido la dirección del Estado, la opción más decorosa es reformularse o ya no intentar si quiera retenerla. Hace unos días Sebastián Piñera declaró insulsamente que es más difícil ser Presidente que empresario, ¡sorpresa amigo mío!: los 16 millones de chilenos no somos acciones ni papeles inertes, somos actores sociales con el poder de desbancar gobiernos, en especial si estos no aportan nada realmente o pugnan sólo por el interés de su propia gente.

En lo personal, veo con buenos ojos toda esta suerte de marchas y manifestaciones (con salvedad de las detestables acciones del lumpen), me hablan de un país cívico y de una ciudanía cada vez más comprometida con su identidad y con un proyecto de país, en otros tiempos -para provecho de los políticos- difuso. Esta nueva ecuación nos da fuerzas para no permitir que se sigan cometiendo ciertas arbitrariedades hacia el futuro.

Ciertamente hay gente que protesta y marcha con desconocimiento absoluto de causa, y otros que durante 20 años, teniendo oportunidad de mejorar las condiciones del país, no hicieron absolutamente nada sustantivo y hoy quieren tomar partido del descontento popular (¿Está tan muerta la Concertación que su única manera de emerger de las cenizas es exacerbando la cisis del Gobierno, no peor por cierto que muchas de las propias?). Yo en lo personal sumo mi espíritu al de los jóvenes y a los estudiantes universitarios, estoy con la gente que terminado un ciclo se pregunta ¿y ahora qué?, ¿dónde está el futuro?, pues aunque el Estado nunca me ha dado nada ni yo he pedido nada de él, no me es indiferente la realidad de muchos otros que sólo tienen en esta institución los medios y la posibilidad de aspirar a un mejor futuro.

En un país donde la pobreza es un mal endémico, es contra natura el impulso por privatizarlo todo. En tal caso me asumo cuasi partidario de las visiones liberales reformistas de principios y mediados del siglo XX y del pensamiento radical que tuvo su cénit en el modelo cepalino, después de todo, no podemos negar que sigue siendo el Estado la institución cardinal del Tercer Mundo.

miércoles, 13 de julio de 2011

"Si la injusticia forma parte de los problemas inherentes a la máquina de gobierno, dejémosla funcionar, que funcione: quizá desaparecerán ciertamente las asperezas y la máquina se desgastará. Si la injusticia tiene una cuerda, una polea, una soga o un eje exclusivamente para ella misma, entonces se podría considerar si el remedio no sería peor que la enfermedad, pero si es de tal naturaleza que requiere que usted sea el agente de injusticia para otro, entonces, digo, ¡viole la ley! que su vida sirva de freno para parar la máquina. Lo que debo hacer es ver a cualquier precio que no me presto para fomentar el mal que condeno"

"El Estado jamás confronta intencionalmente el sentido intelectual general del hombre, sino sólo su cuerpo, sus sentidos. No está armado con ingenio ni honestidad superior, sino con fuerza física superior. Yo no he nacido para ser obligado. Respiraré a mi propia manera. Veamos quién es el más fuerte. ¿Qué fuerza tiene una multitud? Sólo pueden forzarme quienes obedecen una ley superior a mí. Me obligan a llegar a ser como ellos. No sé de hombres que sean obligados a vivir de tal o cual manera por masas de hombres. ¿Qué clase de vida sería esa? Cuando encuentro un gobierno que me dice: Su dinero o su vida, ¿por qué he de apurarme a darle mi dinero? Puede estar en un gran apuro y no saber qué hacer; no puedo ayudar en esto. Que se ayude a sí mismo; que haga como hago yo. No vale la pena lloriquear por él. Yo no soy responsable del eficaz funcionamiento de la maquinaria de la sociedad. No soy el hijo del ingeniero. Percibo que, cuando una bellota y una castaña caen juntas, una no permanece inerte para ceder paso a la otra, sino que ambas obedecen sus propias leyes germinando, brotando, creciendo y floreciendo como mejor pueden hasta que una llega a ensombrecer y destruir a la otra. Si una planta no puede vivir de acuerdo con su naturaleza, muere; lo mismo sucede con el hombre.

Nunca me negué a pagar el impuesto de carretera porque estoy tan deseoso de ser buen vecino como de ser mal súbdito; y en cuanto al sostenimiento de las escuelas, participo educando ahora a mis conciudadanos. No es en relación al particular punto en la cuenta de impuestos que me niego a pagarla. Sencillamente quiero negar mi lealtad al Estado, retirarme y mantenerme realmente apartado de él. No me interesa trazar el recorrido de mi dólar, aunque pudiera, que hasta puede comprar a un hombre o un mosquete para matar a alguien -el dólar es inocente- sino me preocupa trazar los efectos de mi lealtad. En verdad, declaro en silencio la guerra al Estado a mi manera, aunque siempre haré el uso y conseguiré la ventaja que de él pueda, como suele suceder en tales casos"


Tratado liberal sobre la Desobediencia Civil (1849)