jueves, 1 de marzo de 2012

El Islam: verdadera religión monoteísta

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Dijo Cristo a una habitante de Samaria: "La salvación viene de los judíos" (y análogamente -debemos suponer- la perdición también).

Los judíos de Europa (producto de una prolongada racía entre sus homólogos de oriente con jázaros túrquicos, eslavos y germanos centroeuropeos y varios linajes mediterráneos, más nunca verdaderos semitas, ni el equivalente exacto de judíos orientales, árabes y arameos) fueron la primera nación en separar política de religión y vida mundana de fe, instaurando un proyecto que desde el siglo XIX será conocido por el nombre de Sionismo.

Es el Sionismo uno de los primeros discursos políticos globales (excusado en la religión y en la convicción de los judíos de ser el pueblo elegido por Dios), fundamentado en una manipulada liberación de las sociedades occidentales y en la conservación del statu quo espiritual hebraico, para que entre una creciente polación de infieles, agnósticos y ateos, sean los judíos dueños de un secreto ya revelado: "Sólo existe un único Dios y todo aquel que crea en él, será dueño del mundo", porque para el creyente (y en especial para los judíos) el mundo es nada y Dios lo es todo, no habiendo más jerarquía que una verticalidad existente entre Dios y el hombre. Así, el creyente es relataviamente libre de ataduras ante la sociedad, sus instituciones y caudillos y sólo a Dios debe rendir cuentas por sus actos, errores y omisiones, siendo su deber cumplir las promesas visadas ante la Divina Providencia, además de multiplicar los talentos y bendiciones aportados por Dios en pos del bien común y la filantropía. Sin embargo ahí donde el verdadero judaísmo exhorta a un acto de fe, el Sionismo promueve un "negocio de raza" y esto es, aprovechar el paulatino "atontamiento" de los infieles y la trivialización de sus vidas, para venderle toda clase de vicios e inducidas necesidades, de modo de generar riquezas aprovechando los vacíos en que estos intentan llenar sus vidas a falta de una espiritualidad fuerte como la judía.


Es por todos conocida la fuerte presencia de capitales e intereses judío-sionistas en la industria del entretenimiento global (cine, televisión, música y estílo de vida). Ya en las décadas de los '20, '30 y '40 del pasado siglo, detractores cristianos como el sacerdote argentino Julio Meinville y el empresario norteamericano Henry Ford eran tildados de anti-semitas (concepto muy antojadizo y del todo erróneo) por acusar al Sionismo de la destrucción deliberada de los valores cristianos y occidentales por medio del monopolio de la industria del entretenimiento y de los medios de comunicación. De modo, que si viene a ser cierto aquello de que la historia casi siempre se explica en un conflicto entre dos religiones, podríamos concluír que la nueva era (que se extiende desde la Revolución Francesa y la Revolución Industrial hasta nuestros días) es un conflicto entre las religiones monoteístas y el auge de un nuevo paganismo iconoclasta, financiado y procurado por el Sionismo, y cuyo fin último sería concebir la disgregación del mundo y la unidad inquebrantable de los judíos, titulares hace seis décadas de un Estado ilegítimo robado a Palestina y que corona la primacía del imperialismo sobre el Tercer Mundo.

Los hechos mundiales de los últimos tres siglos, obedecen sin duda a un muy bien elaborado plan sionista, que tuvo como punto de partida la Revolución Francesa, en ella tomaron parte ricos banqueros, mercaderes e influyentes intelectuales y filósofos judíos franceses y centroeuropeos, que más que hartados por el anti-semitismo, decidieron actuar por odio a la aristocracia y sus privilegios de clase, movilizando a toda una gama de movimientos populares (artesanos, pre-sindicalistas, pequeños comerciantes) de las ciudades y a la burguesía galo-romana. Tras esta intervención nacería el iluminismo occidental, hecho que se hizo expansivo a todas las luchas de liberación en el mundo: la Independencia de Estados Unidos y de los Estados americanos, la "Nahda" egipcia, etcétera.

Humanismo, "Liberté, Igualité y Fraternité" se convirtieron en los catalizadores del nuevo mundo secular. Un mundo que no tardaría en declarar la muerte de Dios en el ideario colectivo, retornando a una esclavitud invisible, pero igualmente agobiante: la idolatría al mundo y toda su intrascendencia. Mientras tanto la salvación, las verdades últimas y la paz del alma, quedaron confinadas a la Sinagoga y en último término a las sociedades filantrópicas como la Francmasonería, mezcla de humanismo secular, mística judía (esoterismo gnóstico), observancia y sincretismo religioso.

El Cristianismo por otra parte, y fundamentalmente la conservadora Iglesia Católica, ha sido desde entónces blanco de ataques y de una propaganda sediciosa en su contra, no extrañando en tanto el creciente desengaño y desafección de sus fieles, pues después de todo para que sobreviviera la nueva religión humanista y secular, debía necesariamente perder fuerza y tender a desaparecer la vieja religión dogmática espiritual. En otros términos, el nuevo orden de occidente implicó que la gran masa retornara a la idolatría del mundo material (una condición pre-cristiana), mientas una minoría inteligente y en algunos casos manipuladora, conservaba intacto el secreto de Dios y de la trascendencia espiritual, sobrando entre sus filas mercaderes de la iconoclastia (en adelante llamados "capitalistas"), que al igual que en el mercado político, aprendieron a negociar con las aturdidas esperanzas del populacho ignorante y acérrimo de una imágen, delineada de antemano y bajo mil nombres o formas, por turbios publicistas, enemigos de la humanidad.

Hasta bien avanzado el siglo XX, directa o indirectamente todas las grandes revoluciones desde la sublevación del Tercer Estado en la Francia "iluminada", guardaron relación con el Sionismo, la siguiente gran revolución: la Bolchevique, fue trazada también por bien posicionados estrategas e intelecuales judíos que decidieron un buen día acabar con la Rusia de los zares ortodoxos (cristianos) y llevar a la práctica un regímen ateo, fundamentado en una forzosa igualdad de clases y que tenía como hoja de ruta la utopía marxista (es por todos conocido, además, el orígen judío de Carl Marx, como para no ser tan ciego de concluír que "todo es simple coincidencia") e incluso podríamos aventurarnos a conjeturar más y decir que el Nazismo sirvió también a los intereses sionistas, pues tras este irreprochable acto de odio y patética xenofobia, Sion quedó al fin establecida en una tierra que a lo mucho hace siglos o tal vez NUNCA perteneció a aquellos judíos europeos (azhkenazíes) que se dicen sus dueños legítimos, por sobre una población autóctona aramea (los árabes palestinos) que sin duda podrían reclamar ser los verdaderos judíos, conversos al Cristianismo y al Islam durante siglos de ocupación extranjera, y que nunca abandonaron ni dejaron de ser los verdaderos dueños del territorio.

En cada uno de los eventos que forjaron el nuevo mundo (o Nuevo Orden Mundial) siempre figuraron judíos europeos: altos mandos reformistas, dictadores y revolucionarios como Lennin, Trotsky, Adolph Hitler (involucrado en algunas teorías de conspiración, como probable agente sionista), Mustafá Kemal (cripto-judío y responsable de la venta de territorios palestinos al Imperio Británico y sus socios, los colonos sionistas), Henry Kissinger (un promotor de los fascismos sudamericanos, que irónicamente se las arregló para obtener el Premio Nobel de la Paz), Paul Wolfowitz (secretario de defensa norteamericano durante la falsa "Guerra contra el Terrorismo" y mentor de muchas de las políticas genocidas de George W. Bush) y el conservador y declarado enemigo del Islam: Nicolas Sarkozy, Presidente de Francia.

La temprana piedra de toque a todas estas revoluciones e intereses de mundanalización global, la encarnó sin duda oriente y en especial el Mundo Árabe-Islámico. Hace más de dos siglos que Europa y occidente vienen intentando insertar (sin éxito) al Mundo Islámico en su area de influencia, estableciendo regímenes piramidales que promueven la separación de la vida cívica de la fe, pero el Islam es un nombre glorificado que (al igual que el Cristianismo y Judaísmo originales) implica y significa: "Sumisión a Dios". Para el Islam no hay separación posíble entre vida y fe, Dios y mundo, pues sólo concibe en Dios al único y gran jerarca del Universo y en el hombre como tal, un segundo al mando. De tal forma que el Islam es en esencia (aunque las campañas de desinformación pretendan hacernos creer lo contrario) la religión más humanista y liberal entre lo que queda de los tres monoteísmos abrahámicos, también llamadas "religiones del libro".

Si el Cristianismo conoció en su época más oscura el exacerbado poder de reyes y papas, como así mismo una iconoclastia o divinización intermedia de angeles y santos, para el Islam en cambio, no existe más divinidad que Allah (y Muhammad es su mensajero) y sólo a Allah es a quien ha temerle el hombre y el único de quien debe procurar consentimiento... son sólo los ojos de Allah los que deben pesar sobre la conciencia humana y no las moralidades cartuchas, ni las extremas consideraciones sociales. El musulmán verdadero es un ser libre, regido por su libre voluntad y por sus propias reglas, siempre y cuando no olvide que los ojos de Dios (el único ser en el que reconoce superioridad) estan posados sobre él y que es Allah quien tiene siempre la última palabra, a él y a nadie más que a él deberá rendir cuenta en todo mometo y al final de sus días, por cada una de sus decisiones y actos, llamados a ser justos y fraternales, de modo que para glorificar a Dios, el musulmán (como cualquier otro buen creyente) debe procurar la paz y actuar en conformidad con el bien de la humanidad, ser siempre un aporte.

Mundanalismo, arrogancia y avaricia son males que aferran a esta vida y alejan al hombre de Allah. El buen musulmán, sin dejar de hacer y de vivir como cualquier mortal, sabe discriminar entre las cosas que no le llevan a nada (más que a un injustificado sufrimiento) de aquellas verdades divinas que atesorará en su alma de esta a la otra vida. En "La Justicia Social en el Islam", el pensador islamista egipcio Sayyed Qutb (mentor del movimiento Hermanos Musulmanes) nos advierte que el Islam es incompatible con el mundanalismo occidental y cómo pese a ser occidente la cuna del liberalismo y del socialismo, el Islam los supera ampliamente, pues todo buen musulmán sabe preocuparse por evolucionar indiviudalmente (encaminarse a la perfección divina) y a la vez dirigir sus talentos y energías a la comunidad (la Umma), de modo que la fe irrestricta en el Dios único logra por sí sola que el hombre sea a la vez de un gran liberal (porque se preocupa de crecer y de aprender cuanto más pueda en esta vida) y un socialista consciente que entiende que una vida para sí mismo no tiene ningún sentido y que todo proyecto emprendible (negocios, familia, defensa de la patria, etcétera), debe ser pensado como un aporte a la colectividad.

La presencia imperialista en el oriente, sin duda ha desvirtuado al Islam, inclúso entre los propios musulmanes, muchos de los cuales han optado por manifestaciones de extremo conservadurismo (Wahabismo, Salafía, etcétera), de modo de no caer víctimas de la mundanalización occidental... inclúso los movimientos reformistas en Egipto, Siria, Argelia, Marruecos, etcétera, mucha culpa han tenido en enajenar al Islam y alejarlo de su verdadera dimensión libertadora, hasta convertirlo en un movimiento reaccionario, abanderado en la lucha del Tercer Mundo contra la explotación centro-periferia. Por otra parte, la dura represión de la que son víctima a diario las sociedades musulmanas (desde hace más de un siglo) es una manifiesta herencia de los artificiosos procesos de autodeterminación presionados por occidente (crear Estados de la nada) y puesta en escena de gobiernos de minoría -en asociación con las FF.AA.- fieles al statu quo post-imperialista, y sordos ante las demandas populares. Ante esta verdad, surge el fanatismo islámico, que responde con la misma moneda en la que fue pagado desde un principio: con violencia!

Ha sido un error histórico, pero premeditado considerar al Islam contrario a los valores republicanos y a la democracia. Sin duda, el dogmatismo exacerbado (signo de una enfermedad en la religión) no es ninguna solución a fluir con los tiempos y evolucionar conforme a cómo avanza el mundo y esto lo aprendieron muy bien hace un tiempo las estancadas sociedades cristianas del sur de Europa. Sin embargo, no es menos cierto que el republicanismo y la democracia no nacieron de la nada y tienen su orígen en la dialéctica cristianismo-mundanalismo-sionismo, en un constante proceso hegeliano de tesis, antítesis y síntesis, de tal forma que no es nada extraño que las primeras constituciones europeas y occidentales comiecen señalando el nombre de Dios y la idea de igualdad entre todos los ciudadanos, más allá de razas y confesiones. Ese matíz no nació de la nada, es la resultante de siglos de humanismo judeo-cristiano en occidente, algo del todo semejante al humanismo en el Islam.

La razón por la que Islam en sus distintas vertientes se ha radicalizado en algunos países (principalmente en Arabia Saudita, Irán, Pakistán, Argelia o Marruecos) obedece más a una rebeldía de tipo político que a un rescate de la tradición o verdadera comprensión del Corán o algunas de sus suras... la verdadera ciencia del Islam la cargan los sufíes (místicos) y ellos concitan a vivir el mundo con la simpleza de los niños: en plenitud y como una gran aventura, saboreando cada derrota y triunfo, alegrías y tristezas, privándose de placeres cuando corresponda (en el mes del Ramadán y algunas otras celebraciones oficiales) y a vivir un verdadero carnaval de los sentidos cuando también corresponda. Después de todo en ello consiste la belleza del ritual, en que la vida no es plana y que estamos obligados a embebernos en cada una de las instancias (abundancia, carencia, sabiduría, ignorancia, niñez, juventud, vejez, vida, muerte...) el Islam como verdadera religión monoteísta nos invita a vivir en plenitud todo lo bueno y lo malo que nos traiga la vida, más nunca olvidando que lo único valioso que nos llevaremos al final de esta, llegó con nosotros y siempre estuvo en nosotros. Aquí radica el gran secreto que algunos quieren robarnos: ¡Allah Akbar!; ¡Dios es el más grande!

"A muchos de la gente de la Escritura les
gustaría hacer de vosotros infieles después de
haber sido creyentes, por envidia, después de
habérseles manifestado la Verdad. Vosotros,
empero, perdonad y olvidad hasta que venga
Dios con Su orden. Dios es omnipotente".

SAGRADO CORÁN
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