El paso de los años, viene aparejado (casi) siempre de una madurez intelectual y espiritual que nos hace cuestionar nuestras pueriles posiciones políticas del pasado. Es así como este blog, si bien continúa llamándose como hace 4 años: La Bitácora Liberal, poco queda en mí de aquella fantasmagoría ideológica desastillada en mil aristas de las que se cuelga tanto la izquierda libertaria como la derecha neo-liberal, sin que exista entre ellas ningún punto de concordancia. Hace tan sólo un par de años atrás yo era de los que defendía a "brazo partido" el capitalismo, porque como muchos lo consideraba el mejor modelo de desarrollo económico/social, aunque desde luego mi ignorancia era suprema respecto de la hostil maquinaria que se esconde tras bambalinas, una que tiene que ver con estructuras de dominación feudo-bancarias, forjadas sobre la espiral del creciente individualismo y la crisis de identidad de las naciones.
Si algo queda en mí del liberal o libertario que era antaño, podría ser la innata necesidad de escapar de los convencionalismos de esta época, como así mismo de la única religión que conoce hoy Occidente: el materialismo.
Me cuido hoy en día de mis impulsos liberales del pasado, porque independiente de que seas de izquierda o de derecha, el solo asimilar ciertos dogmatismos universalistas puede convertirte en un individuo asocial y frívolo, falto de compromiso con tu propia historia, tu gente, con tu realidad. Es por esta razón también que no me cuento entre los pocos que aún consideran al golpe de Estado del 11 de Septiembre de 1973 (pronto a cumplir 39 años) como una intervención nacionalista, ¡nada más ajeno a aquel fin!. Pues quienes asumieron defendernos del "yugo marxista", simplemente hicieron un enroque hacia al "yugo capitalista" y todo continúo en manos de los mismos maquinadores externos. No es un misterio para nadie que tanto la fracasada Kommintern como la actual internacionalización forzosa del modelo de libre mercado fueron y son artilugios destinados simplemente a socavar la soberanía de los países para ingresarnos de lleno a un plan articulado hacia fines del siglo XIX: el tan temido Nuevo Orden Mundial.
De cara a las próximas fiestas patrias, pienso que la historia de ser justa, debiera exaltar mil veces a O'Higgins (el único gran prócer de la patria, quien renunció a sus ingentes privilegios de mayorazgo por construir Chile) antes que a José Miguel Carrera (un altanero y elitista) o a Ramón Freire antes que a Diego Portales y entiendo al fin que el Franquismo, el Nasserismo y hasta el Peronismo, a pesar de ser dictaduras, respondieron a fines mucho más nobles, transparentes y nacionalistas que el "Pinochetismo", llevado a cabo por los militares, pero articulado y planificado por el gobierno de Richard Nixon y los economistas de la Escuela de Chicago (cuyo mentor fue el sionista Milton Friedman). Hoy abrazo mi génesis conservadora y me inclino por aquellos líderes herméticos ya en retirada, comprometidos tenázmente con el porvenir nacional. No les compro a los vende-patria de siempre (tanto de izquierda como de derecha) quienes buscan fórmulas mágicas en el extranjero, sacrifican la equidad ante el desarrollo (destruyendo los pilares solidarios) y financian su actuar populista con fondos prestados por el FMI o el Banco Mundial, aceptando chantajes y regalando Chile a los dueños del mundo: financistas de la hambruna, de la esclavitud crediticia, de la degeneración y de las guerras, los mismos que han deshumanizado al planeta en los últimos cien años.
De cara a las próximas fiestas patrias, pienso que la historia de ser justa, debiera exaltar mil veces a O'Higgins (el único gran prócer de la patria, quien renunció a sus ingentes privilegios de mayorazgo por construir Chile) antes que a José Miguel Carrera (un altanero y elitista) o a Ramón Freire antes que a Diego Portales y entiendo al fin que el Franquismo, el Nasserismo y hasta el Peronismo, a pesar de ser dictaduras, respondieron a fines mucho más nobles, transparentes y nacionalistas que el "Pinochetismo", llevado a cabo por los militares, pero articulado y planificado por el gobierno de Richard Nixon y los economistas de la Escuela de Chicago (cuyo mentor fue el sionista Milton Friedman). Hoy abrazo mi génesis conservadora y me inclino por aquellos líderes herméticos ya en retirada, comprometidos tenázmente con el porvenir nacional. No les compro a los vende-patria de siempre (tanto de izquierda como de derecha) quienes buscan fórmulas mágicas en el extranjero, sacrifican la equidad ante el desarrollo (destruyendo los pilares solidarios) y financian su actuar populista con fondos prestados por el FMI o el Banco Mundial, aceptando chantajes y regalando Chile a los dueños del mundo: financistas de la hambruna, de la esclavitud crediticia, de la degeneración y de las guerras, los mismos que han deshumanizado al planeta en los últimos cien años.
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