Semanas atrás tenía previsto escribir algo sobre este tema que se instaló hace tiempo en la agenda de gobierno, fue abordado ampliamente como publicidad política en el periodo de campaña y hoy vuelve a generar ronchas en los sectores conservadores, cuyos voceros demás está decir no han estado a la altura de las circunstancias, para muestra este pequeño botón:
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Retrógrada y patético
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¿Es acaso este el perfíl de un político que milita y lidera un partido liberal como supuestamente es Renovación Nacional?. Si el pensamiento del señor Larraín representa el sentir de todo su sector (la trinchera derechista) entónces el slogan de "el cambio" sería más falso que la sonrisa de Patricio Aylwin. Esto viene a ser un verdadero déjà vu, un retroceso considerable en la política nacional y no es que las declaraciones hayan sido mal contextualizadas ni comprendidas, no hay aclaración que valga.
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Haberse retractado fue inclúso peor, similar a lo de Miguel Otero, a quien ni las lágrimas de cocodrilo salvaron de tan cabal metida de pata: "la mayoría de los chilenos no sintió la dictadura", ¿y los más de 1000 detenidos desaparecidos no son acaso chilenos? y ¿que tan normal es vivir midiendo lo que se piensa, hace y habla en un regímen político?. Ni el señor Otero, ni el señor Larraín prosperan acorde a los tiempos, son políticos del pasado, pueden llenarse la boca hablando sobre derechos humanos, pero con sus actitudes los pasan a llevar igual.
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Cuanta injusticia e ignorancia también en las palabras de Carlos Larraín, comparando a los pederastas y zoofílicos con los homosexuales, es cierto que en cada uno de estos grupos sus protagonistas toman una opción sexual diferente a la común y natural que es la heterosexualidad, la única que engendra hijos y forja familias. Aún así, para que se constituya una pareja homosexual, se subentiende la deteminación de dos personas en edad y condiciones de elegir y establecer su destino, lo que claramente no ocurre ni con la pedofilia, ni mucho menos con la zoofilia, relaciones de abuso donde sólo media el apetito sexual salvaje de un degenerado.
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Lo más triste es que gente como el señor Larraín, abunda en este país, personas que pretenden tapar el sol con un dedo, imponiendo a la sociedad moderna y progresista la idea de que el matrimonio debe ser una institución ad mortem, tal cual lo entiende la Iglesia Católica (la que sí ha demostrado ser un asentamiento de pedófilos y gente sexualmente reprimida), mostrando la hilacha de que su liberalismo no es tal o al menos está cojo en una pata, son liberales sólo cuando le deben prestar ropa al capitalismo depradador (manipulado por una minoría absoluta), siendo todo lo contrario en la arena valórica.
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Gente como el señor Larraín, no son verdaderos liberales, nadie que realmente lo sea, esquiva la idea de que el matrimonio es un contrato civil y no eclesiástico, un compromiso de mutuo beneficio y no un sacrifio ante Dios. Usted es sin duda un homofóbico y cuidado con eso señor Larraín, por que por lo general quienes destinan sus fuerzas a taponear una realidad, son los que le temen en demasía y por algo será. ¿Acaso cree usted que de permitirse en Chile las uniones civiles entre personas del mismo sexo, todo el mundo va a empezar a patear para atrás?. Usted es uno de los tantos que nos representa en democracia Sr. Larraín, pero no es un verdadero demócrata, después de 20 años todavía está abanderado con la Dictadura.
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La vida está hecha de opciones, de individualidades y en eso consiste el pluralismo, en que si yo no soporto a mi vecino, no le busco el odio, paso de su existencia y me enfoco en la mía, lo mismo si soy heterosexual y tengo bien definidos mis valores y opciones, no tendría porque restarle validez a quien tomó una opción distinta de mí, pues a Dios gracias es así, a Dios gracias no todos somos, pensamos, ni anhelamos lo mismo.
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Este tipo de declaraciones (por lo bajo desafortunadas) son las que con el tiempo se convierten en cargas que restan adhesión tanto a los partidos como a los bloques políticos. Conforme siga así la derecha, más fuerza le está dando al progresismo de centro-izquierda liderado por Enríquez-Ominani, que no es la quintaescencia del liberalismo después de todo, pero al menos tiene visión y se amolda a los tiempos.
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Haberse retractado fue inclúso peor, similar a lo de Miguel Otero, a quien ni las lágrimas de cocodrilo salvaron de tan cabal metida de pata: "la mayoría de los chilenos no sintió la dictadura", ¿y los más de 1000 detenidos desaparecidos no son acaso chilenos? y ¿que tan normal es vivir midiendo lo que se piensa, hace y habla en un regímen político?. Ni el señor Otero, ni el señor Larraín prosperan acorde a los tiempos, son políticos del pasado, pueden llenarse la boca hablando sobre derechos humanos, pero con sus actitudes los pasan a llevar igual.
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Cuanta injusticia e ignorancia también en las palabras de Carlos Larraín, comparando a los pederastas y zoofílicos con los homosexuales, es cierto que en cada uno de estos grupos sus protagonistas toman una opción sexual diferente a la común y natural que es la heterosexualidad, la única que engendra hijos y forja familias. Aún así, para que se constituya una pareja homosexual, se subentiende la deteminación de dos personas en edad y condiciones de elegir y establecer su destino, lo que claramente no ocurre ni con la pedofilia, ni mucho menos con la zoofilia, relaciones de abuso donde sólo media el apetito sexual salvaje de un degenerado.
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Lo más triste es que gente como el señor Larraín, abunda en este país, personas que pretenden tapar el sol con un dedo, imponiendo a la sociedad moderna y progresista la idea de que el matrimonio debe ser una institución ad mortem, tal cual lo entiende la Iglesia Católica (la que sí ha demostrado ser un asentamiento de pedófilos y gente sexualmente reprimida), mostrando la hilacha de que su liberalismo no es tal o al menos está cojo en una pata, son liberales sólo cuando le deben prestar ropa al capitalismo depradador (manipulado por una minoría absoluta), siendo todo lo contrario en la arena valórica.
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Gente como el señor Larraín, no son verdaderos liberales, nadie que realmente lo sea, esquiva la idea de que el matrimonio es un contrato civil y no eclesiástico, un compromiso de mutuo beneficio y no un sacrifio ante Dios. Usted es sin duda un homofóbico y cuidado con eso señor Larraín, por que por lo general quienes destinan sus fuerzas a taponear una realidad, son los que le temen en demasía y por algo será. ¿Acaso cree usted que de permitirse en Chile las uniones civiles entre personas del mismo sexo, todo el mundo va a empezar a patear para atrás?. Usted es uno de los tantos que nos representa en democracia Sr. Larraín, pero no es un verdadero demócrata, después de 20 años todavía está abanderado con la Dictadura.
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La vida está hecha de opciones, de individualidades y en eso consiste el pluralismo, en que si yo no soporto a mi vecino, no le busco el odio, paso de su existencia y me enfoco en la mía, lo mismo si soy heterosexual y tengo bien definidos mis valores y opciones, no tendría porque restarle validez a quien tomó una opción distinta de mí, pues a Dios gracias es así, a Dios gracias no todos somos, pensamos, ni anhelamos lo mismo.
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Este tipo de declaraciones (por lo bajo desafortunadas) son las que con el tiempo se convierten en cargas que restan adhesión tanto a los partidos como a los bloques políticos. Conforme siga así la derecha, más fuerza le está dando al progresismo de centro-izquierda liderado por Enríquez-Ominani, que no es la quintaescencia del liberalismo después de todo, pero al menos tiene visión y se amolda a los tiempos.
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