miércoles, 24 de noviembre de 2010

El festín periodístico

No tengo nada en contra de los periodistas, al contrario, considero que su actividad es tremendamente loable y necesaria para nuestra sociedad actual, saturada de información, pero a la vez muy desinformada.

La loabilidad de desvelar "verdades", sin embargo, choca irremisiblemente con la tergiversación o una dramatización exagerada que apunta siempre al peak de audiencia, fundamentalmente en los noticieros de la televisión abierta, primer medio de accesibilidad a la información, pero también el más incompleto y manipulado debido a que son las imágenes las que más quedan en la retina y por lo mismo las primeras en ser editadas.

En TV, la "carroña periodística" está constituída por un puñado de monos que no digieren verdaderamente lo que está ocurriendo, ahí el verdadero ojo crítico lo tienen los camarógrafos, el periodista se limita a relatar. Hace exactamente un día aconteció en nuestro país el peor accidente carretero en 20 años y allí enviaron a los monos una vez más a reportar día y noche, perturbar el duelo de los familiares, entrevistarlos, obtener exclusivas y comentar imbecilidades vacías sobre imágenes de dolor, muerte y desolación mostradas una, otra y otra y otra vez. Patético.

No me vengan con que eso es informar, cuando el periodista en terreno gesticula su mejor cara de imbécil (dolido) y dilata lo más posíble la noticia, dando paso de vez en cuando a recuentos editados por un dramaturgo que le pone funesta música de fondo, las imágenes más duras y las exclusivas que apuntan al mejor raiting. Negocio redondo, festinar lo que más se pueda con el sufrimiento ajeno.

El dolo moral, sin embargo, no lo cometen sólo los periodistas que no están haciendo más que su pega, les corresponde fundamentalmente a los jefes de prensa, directivas de los canales y otros peces más gordos del negocio informativo. Es tambien culpa de todos nosotros como sociedad, por pretender llorar las penas ajenas de manera de sentirnos más aliviados en nuestras propias miserias, y ahí tenemos como gran ejemplo a la Teletón, pasarela de los figurones, del falso nacionalismo y del sentimiento de pertenencia y solidaridad más inducido, manipulado y patético que se pueda concebir. .