sábado, 11 de junio de 2011

CARE' RAJA

Langosta de Juan Fernández con salsa de mostaza y Chivas Regal añejado de 18 años, menú que repartido entre seis dirigentes sindicales dio el valor nada despreciable de $ 600.000 pesos, curiosamente el mismo día (21 de mayo) en que el respetable Presidente de la Central Unitaria de los Trabajadores chilenos lideró en Valparaíso una protesta en favor del sueldo mínimo, que en nuestro país no asciende ni a los $ 200.000. ¿Doble discurso?, ¿Dónde quedó el más recio representante de la clase obrera?.

Entiéndase de una vez por todas: los caudillos no son más que farsantes cuya única habilidad consiste en armar sensibles discursos que apelan a la metafísica del pueblo para luego echarse al bolsillo justamente al propio pueblo y trazar camino hacia el único objetivo en el cual se han mentalizado desde el principio: el poder, con todo el roce y las nuevas costumbres sociales que el ascenso implica. Martínez, no es más que un hombre vulgar con aspiraciones de burgués y que de cada cinco líneas que pronuncia (con una patente carencia del lenguaje) tres están cargadas de reprimendas hacia la clase política y los empresarios, a sabiendas de que esa es la única manera de ganarse al inmaculado pueblo, aunque en el fondo lo que menos anhela es ser parte del mismo. Su pega en parte consiste en criticar al quintil de la población, que debido a su nacimiento en humilde cuna, desde un principio no estuvo en condición de entender, pero al que sin duda siempre quiso pertenecer. Hoy que tiene las llaves hacia un estatus más elevado, lleva una vida culposa que contradice su vacío discurso.

Démosle un poco de crédito a Martínez e imaginemos por un segundo que es verdad aquella defensa de que no eran seis sino 36 los comensales y que buena parte de los $ 600.000 fueron repartidos entre varios meseros (empatía obrera). Creamos por un segundo en que Martínez es un verdadero filántropo, un defensor a ultranza de la causa obrera y un tipo que por lealtad de clase jamás estaría dispuesto a gastar más de 15 mil pesos por un almuerzo, ¿Nos sentiríamos más conformes?. Escanéense bien a fondo y si la respuesta es un sí, preocúpense!!

Aunque parezca increíble, el problema radica menos en el oportunismo de los dirigentes que en una clara señal del poco "amor propio" que cunde en la sociedad chilena, lo que después de todo no es tan raro en un país que desprecia a los capitalistas y sitúa al trabajador (la base del progreso) en una clase condenada y sin privilegios, metida en un círculo vicioso del cual la pobreza será siempre una maldición incorregible, culpa de las disposiciones del sistema económico. Nos hemos acostumbrado a ser un sociedad en la cual la búsqueda de prosperidad (comer bien, darse gustos, vestirse bien) es culposa y que hasta es proscrita por muchos como la anti-natura, pues lo justo sería que nadie tuviera mucho y muchos tuvieran poco, de lo contrario alguien estaría sacando una tajada de más y robándole desde luego al proletariado. Así justamente es como piensa más del 50% de los chilenos.

Un simple dato: la mentalidad anglosajona tiende a conceptos como el "self-made man" y al "sueño americano", mientras nosotros sociedad latina, somos dueños de un patrimonio psico-social conocido como "chaquetismo". En las sociedades del norte, se subentiende que cada vida es un mundo en sí misma y aquí en el sur del mundo, cada vida debe ser parte de un todo y seguir la suerte de aquel todo, incluso si ese todo está condenado al estancamiento y fracaso. Hay quienes trabajan mucho a lo largo de toda la vida y no consiguen prácticamente nada y otros que trabajan lo suficiente y que consiguen mucho, la diferencia entre unos y otros va más allá de las posibilidades e incluso de los estudios, radica más que nada en la mentalidad. "Piensa como pobre y serás pobre toda la vida", es el sino de la clase obrera chilena y de un discurso forjado en la mediocridad y en la envidia, inculcado colectivamente (y en todas las clases sociales) desde la más tierna edad.

Ciertamente es muy criticable gastar más de $ 100.000 pesos por persona en un festín patrocinado involuntariamente por todos los trabajadores de Chile, ¿Pero acaso los diputados y senadores no gastan eso y mucho más en sus grandes cenas patrocinadas por todos y cada uno de nosotros?, ¿Qué es lo que tanto se critica ahora?. Llama la atención como aflora el cinismo en la opinión pública, es decir Martínez sólo debe optar por gastar entre 10 y 15 luquitas en una comilona pues representa al proletariado, mientras los almuerzos de los congresistas sabemos de sobra que superan por mucho dicha cantidad: obsérvese además el clasismo de tal apreciación. Hay un cúmulo de mierda que cargamos en el inconsciente colectivo y siendo así (conociendo la realidad de los planteamientos sociales) nuestros representantes no pueden ser mucho mejores tampoco, especialmente quienes se dicen comunitaristas, colectivas, socialistas y peor aún: comunistas.

A mi modo de ver, la gran falta de Martínez no ha sido el aprovechamiento sino que se vio descubierto en su doble jugada, en su doble vida y en su doble discurso, vale decir entre lo que dice ser y representar y lo que en verdad aspira ser y que con el poder que le confiere ser cabeza de una gran institución pública como la CUT, le es más fácil concebir. "Falso", "Cínico", "Chanta", "Cara de Raja", llámenlo como quieran, lo natural sin embargo (para cualquier persona con dos dedos de frente) no es vestir la piel del pueblo, sino optar por la prosperidad y el auto-desarrollo, salir adelante independiente de toda traba colectiva, quien te dice que ese no es el camino: simplemente miente o está equivocado y Martínez es de lo que miente.