Nueva: "Pluralismo, igualdad de oportunidades, dignidad material y capitalismo social"
Durante tres años, el encabezado de este blog ha hecho explícita referencia a la visión objetivista de la filósofa judeo-ruso-norteamericana Ayn Rand. Con una sentencia neoliberal, tomada de su prima obra, la novela: The Fountainhead (El Manantial) de 1943 y que es atingente al "egoísmo racional" de su protagonista Howard Roark, encarnación del Übermensch de Nietzsche.
Pese a que los escritos de Rand no han dejado de ser una de mis fuentes predilectas, el liberalismo por el que hoy abogo, es mucho más fundacional, integral y hasta metafísico (o espiritual) que una mera contemplación utilitarista u objetiva, como tienden a ser también todas aquellas teorías sociológico-racionalistas, pero carentes de espíritu, entre las que destacan el Rational Choise, la Teoría de Juegos y la Realpolitik.
Decirse liberal es -antetodo- definirse humanista, además de ecuménico y conciliador. Una ideología de vida, que calza perfecto en aquellos que no siendo religiosos, conservamos preceptos de nuestra formación cristiana y tratamos de aplicarlos en la vida diaria: no condenando la diferencia, analizando los puntos de vista convergentes e intentando comprender sus por qué (Perspectivismo Liberal), dispuestos siempre a abrir nuestras mentes a nuevas ideas, aunque procurando no perder la esencia de nuestras convicciones (el sino conservador de todos los liberales). Creemos que cada persona o individuo es per sé una voluntad poderosa, capáz de transformar el espacio y tracender en el tiempo, pero así mismo, sabemos que el hombre no es una isla y por tanto: Familia, Corporativismo y Estado son entidades primordiales en los procesos de socialización y autodesarrollo.
Por todas las razones expuestas, es que a lo largo de estos tres años, me he ido desmarcando del objetivismo randiano y abrazando -cada vez con mayor fuerza- los principios tradicionales del liberalismo existencialista e ilustrado, que a grandes razgos se encuentran resumidos en los elementos que conforman la nueva leyenda del encabezado:
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Pese a que los escritos de Rand no han dejado de ser una de mis fuentes predilectas, el liberalismo por el que hoy abogo, es mucho más fundacional, integral y hasta metafísico (o espiritual) que una mera contemplación utilitarista u objetiva, como tienden a ser también todas aquellas teorías sociológico-racionalistas, pero carentes de espíritu, entre las que destacan el Rational Choise, la Teoría de Juegos y la Realpolitik.
Decirse liberal es -antetodo- definirse humanista, además de ecuménico y conciliador. Una ideología de vida, que calza perfecto en aquellos que no siendo religiosos, conservamos preceptos de nuestra formación cristiana y tratamos de aplicarlos en la vida diaria: no condenando la diferencia, analizando los puntos de vista convergentes e intentando comprender sus por qué (Perspectivismo Liberal), dispuestos siempre a abrir nuestras mentes a nuevas ideas, aunque procurando no perder la esencia de nuestras convicciones (el sino conservador de todos los liberales). Creemos que cada persona o individuo es per sé una voluntad poderosa, capáz de transformar el espacio y tracender en el tiempo, pero así mismo, sabemos que el hombre no es una isla y por tanto: Familia, Corporativismo y Estado son entidades primordiales en los procesos de socialización y autodesarrollo.
Por todas las razones expuestas, es que a lo largo de estos tres años, me he ido desmarcando del objetivismo randiano y abrazando -cada vez con mayor fuerza- los principios tradicionales del liberalismo existencialista e ilustrado, que a grandes razgos se encuentran resumidos en los elementos que conforman la nueva leyenda del encabezado:
- Pluralismo: Base de toda capacidad de elegir en una sociedad
- Igualdad de oportunidades: Fundamento de la libre y limpia competencia
- Dignidad material: Cimiento de la libertad personal y colectiva. Urgencia de que cada miembro de la comunidad tenga el suficiente patrimonio, para no verse en la obligación de vender su fuerza de trabajo a precio de esclavitud.
- Capitalismo social: En pro de la consolidación de una sociedad de pequeños propietarios y dignos emprendedores, en lugar de una estructura viciada, donde persista la excesiva concentración de un pequeño puñado de grandes capitalistas o consorsios, forjados en la inmovilidad social, en la colusión con el Estado (monopolios, oligopolios, corrupción a los políticos y demás prácticas que desafían la libre competencia) y en la explotación proletaria, tanto en el trabajo asalariado, como en el débito comercial y en la banca.