sábado, 15 de noviembre de 2008

La maravillosa lucidez de Ortega y Gasset

La especie humana es un submundo incabado de caractéres, cada individuo determinado por el espacio físico que le tocó ocupar, su condición étnica, religión, cultura, comprensión del medio y de la historia, etcétera.
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La razón individual y colectiva no es independiente de estas limitantes connaturales al localismo humano, algo que va más allá de la sentencia de Tolstoi: "Describe tu aldea y describirás el mundo", que aunque siempre aplicable a la percepción del complejo mosaico humano y a las muchas actitudes vitales observables, es cada vez más ajena al mundo post-moderno que vivimos, mismo que evidencia un abismo cada vez más pronunciado entre las sociedades que decidieron subirse de una buena vez al tren del progreso occidental (asumiendo los vicios y beneficios) y aquellas estancadas culturas orientales, aún normadas en las virtud del siglo octavo y la exaltación de conocimientos digeridos en pro de engañosa estabilidad.
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Como claramente se observa por todas partes, el perspectivismo de Ortega y Gasset se encuentra más vigente que nunca.
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El autor de "La Rebelión de las Masas" y precursor absoluto de Francis Fukuyama, fue uno de los primeros autores en desdoblarse del etnocentrismo európide y comprender la "actio vitalis" como un fenómeno de perspectivas. En "La Rebelión de las Masas", ¿No se funda acaso el limitado comportamiento colectivo de la suma de individuos, en la coyuntura de las cosas que determinaron que la mayoría actuara (actúe) como verdaderas ovejas?. Son sin duda múltiples elementos los que convergen y determinan el accionar humano individual y colectivo, por ende pretender la homogeneización del mundo o hasta de una misma sociedad, es no comprender la relatividad de las cosas, es ponerse demasiado alto la corona de la autosuficiencia.
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Así el individuo aislado en una carcel, no se comportará nunca como en la muchedumbre, ni el militar como el civil, ni el civil como el religioso y entre religiosos, ni el clérigo islámico como el sacerdote cristiano o el monje budista, etcétera. La diversidad de caractéres es el resultado de la historia dispar de los individuos y de un conglomerado de ellos en relación al medio físico, cultural y espiritual que condicionó sus vidas, como también aquellos matices comunes que comparten los miembros de una misma cultura en relación (comparativa) a otra.
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Al respecto, ¿no se evidencian acaso distintas formas de actuar y de pensar entre los miembros de dos naciones diferentes, pero a la vez vecinas o influenciadas por símiles patrones de religión o cultura?. Esta pregunta un tanto infantil tiene por respuesta un rotundo sí, pero también se encuentra sujeta a la relatividad de todas las cosas, así para nosotros, por ejemplo, es mucho más fácil generalizar nuestros puntos de vista respecto al mundo islámico y hablar de esta religión y de los pueblos que la poseen como los más fundamentalistas del mundo, sin hacer demasiado ahínco en diferencias vitales entre ramas como la suní y la chiíta, las facciones moderadas y las ortodoxas, nacionalistas fascistas y nacionalistas de izquierda, estatistas religiosos y liberales cosmopolitas, etcétera.
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Para profundizar más el ejemplo; existe un mundo de diferencia entre las realidades de países como Libia, Irak, Pakistán, Indonesia, Turquía, Siria o Túnez. Todos países islámicos, pero demasiado distintos unos de otros. Diferentes perspectivas, diferentes cosmovisiones, diferentes acitudes hacia occidente, diferentes intereses, diferentes configuraciones raciales, diferentes grados de tensión entre las esferas de lo individual y lo colectivo, etcétera.
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De la misma forma que para un yankee, todos los países sudamericanos son la misma cosa, es que pecamos nosotros de ver homogeneidad en el mundo, fácil se confunden los alcances, pero no existe homogeneidad perfecta ni perceptible a simple vista. Aquí en mi terruño, por ejemplo, no es lo mismo la religión como la entiendo yo, desde el punto de vista de un católico apostólico y romano (poco apasionado como la mayoría de mis coterráneos), que como la ve un santero en Brasil o inclúso un testigo de Jehová a la vuelta de mi casa. No somos una misma estructura en términos espirituales y mucho menos lo somos en términos raciales, aún más considerando que este es un continete gestado en la convivencia inarmónica de todas las etnias.
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Pero siguen existinedo las homogeneidades por conveniencia, estas siempre apreciables en términos de clase social, la condición económica, de preparación y estudios, etcétera. En base a ellas se desprenden varios niveles y submundos, cada cual con una perpectiva común adivinable. Así nacen las naturales fricciones entre el pueblo y la elite, entre la burguesía y los profesionales liberales, entre agnósticos y religiosos, entre empresarios y trabajadores... En síntesis una eterna lucha entre moros y cristianos, necesaria, para bien del pluralismo, y puesto que sin ella no existimos (porque en base a lo que creemos ser, nos definimos) es que seguirán existiendo para bien y para mal estas fricciones.
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Ahora, todo lo anterior sólo es "paja molida", nada que una persona con mínimos conocimientos no sepa. El perspectivismo nació ya con nosotros, más no era la regla en los tiempos de Ortega y Gasset y quizás sea por eso que sus ensayos nos parezcan un tanto predecibles, pero a la vez sempiternos como los escritos de todo gran filósofo liberal.
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Ortega y Gasset nos legó pasta para pensar, su perspectivismo es como dije anteriormente, un respaldo del pluralismo y de esa dignificación de la persona humana que a la vez se compadece de ella como del animal hecho por la costumbre, guiado por su realidad provinciana, hasta por su ignorancia. Nada más logrado que el ensayo sobre "El sentido histórico de la teoría de Einstein", descriptivo y alagador (tal Averroes trazando a Aristóteles), no en vano fue Einstein y no Ortega y Gasset quien rompió el viejo paradigma de la razón como método explicativo -inflexible e incuestionable - de nuestra abstracta realidad.
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Estractos relevantes:
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"El relativismo no se opone al absolutismo; al contrario, se funde con este, y lejos de sugerir un defecto de nuestro conocimiento, le otorga una validéz absoluta".
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"Para el viejo relativismo, nuestro conocimiento es relativo, porque lo que aspiramos a conocer (la realidad espacio-tiempo) es absoluta y no lo conseguimos. Para la física de Einstein nuestro conocimiento es absoluto; la realidad es la relativa".
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"Hace cincuenta años preocupaba a los pensadores si desde el punto de vista de Sirio, las verdades humanas lo serían. Esto equivale a degradar la ciencia que el hombre hace, atribuyéndole un valor meramente doméstico. La mecánica de Einstein permite a nuestras leyes físicas armonizar con las que acaso circulan en la mente de Sirio".
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"Los viejos absolutistas cometieron en todos los órdenes la misma ingenuidad. Parten de una excesiva estimación del hombre. Hacen del él un centro del universo, cuando es sólo un rincón. Y este es el error más grave que la teoría de Einstein viene a corregir". (El hombre no es la medida de todas las cosas)
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"Una de las cualidades propias a la realidad, consiste en tener una perspectiva, esto es en organizarse de diverso modo para ser vista desde uno u otro lugar".
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"El individuo, para conquistar el máximo posíble de verdad, no deberá, como durante centurias se le ha predicado, suplantar su espontáneo punto de vista por otro ejemplar y normativo. En vez de esto, procurará ser fiel al imperativo unipersonal que representa su individualidad". (Planteamiento kantiano)
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"La concepción utópica es la que crea desde ningún sitio y que sin embargo, pretende valer para todos"
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"En el espectáculo cósmico no hay espectador sin localidad determinada. Querer ver algo y no querer verlo desde un preciso lugar es un absurdo".
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"Lo más grave del utopismo no es que dé soluciones falsas a problemas científicos o políticos, sino algo peor: es que no acepta el problema - lo real - según se presenta; antes bien, desde luego a priori, le impone una caprichosa forma".
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"Suponiendo una perfecta congruencia en el carácter, llevado Lorentz a la política, diría; perezcan las naciones y que se salven los principios. Einstein en cambio, sostendría: es preciso buscar principios para que se salven las naciones, porque para eso están los principios".
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