Para conocer el mundo, primero conócete a ti mismo. Para repartir amor y felicidad a tu alrededor, primero ámate a ti mismo. Para disfrutar de la vida, primero disfruta de tu propia existencia. Para sostener a una familia, primero sé capaz de sostenerte en tus propios pies, para aportar tus conocimientos a la gente, primero absorbe tú los que más puedas. Nada se posterga, nada debe ser un paso consecutivo, todo debe ocurrir al mismo tiempo. Puedes tener muchos guías, muchos maestros, pero el principal de todos eres tú mismo, nuestra mente decodifica el mundo y le da sentido a la parcialidad del universo que habitamos.
Los milagros existen y tú eres uno de ellos. Considera la parábola de los talentos, pues esa es tu misión en la vida: expandir y multiplicar los dones que Dios te dió por el sólo hecho de existir. Debes vivir, y vivir al máximo, dar todo de tí en cada paso, en cada idea, en cada proyecto. El mayor error que puedes cometer es esperar recompensas externas y ligar la propia existencia a la dependencia emocional o material del otro.
Cristo fue sabio al aconsejar que debemos "dar sin esperar nada a cambio", porque quien siempre está dispuesto a recibir es el mendigo, las almas menos evolucionadas en el escalafón humano, y quién está en condición de dar, es quien tiene poder, poder para cambiar el mundo o al menos influir en su entorno. La vida no fue ayer y no es mañana. Olvida soñar, olvida los recuerdos.
HOY ES QUE SE VIVE!, vivir es hacer!