martes, 1 de mayo de 2012

Bin Laden y el "Asesino de la moto", máximos generalísimos en las campañas de Obama y Sarkozy

¿Qué tienen en común la captura de Bin Laden y los asesinatos en una escuela judía de Tolouse llevados a cabo (supuestamente) por el magrebí Mohamed Merah?, probablemente nada para quienes no están habituados a cuestionar la "historia oficial" ni observar más allá de sus narices, pero para quienes denunciamos y somos más sensibles a las descaradas maquinaciones del Sionismo Internacional, todo lo anterior obedece a la misma mano invisible, una que lleva cerca de un siglo interviniendo los destinos de Medio Oriente y casi tres dominando el tablero europeo desde veladas redes de contacto y poder, los medios de comunicación y la ineludbile influencia de las dinastías bancarias, maleadas desde siempre por linajes judíos como el de los Rothschild (principales mentores del Estado de Israel y guardianes de los Tesoros del Vaticano), los Schiff, Warbug, Loeb e inclúso por sionistas estratégicamente bien posicionados como es el caso del polémico Dominique Strauss-Khan, ex Director del Fondo Monetario Internacional, la institución financiera global que mantiene premeditadamente pobre al Tercer Mundo.

Lo curioso de ambos hechos, además de apuntar al chivo expiatorio de turno: el fundamentalismo islámico, es que hoy vuelven a salir a la palestra para potenciar las campañas presidenciales de dos de los principales aliados del Sionismo: Barack Obama y el judío Nicolás Sarkozy, el primero pretendiendo quedar como héroe en la captura y ajusticiamiento de un enemigo que jamás existió (Osama Bin Laden) acontecida el año pasado y el segundo sirviéndose de un simulacro de la inteligencia francesa destinado a revivir el miedo a los árabes y al Islam que es desde hace varias décadas el núcleo migratorio más importante en el país, constituyendo una población segregada, económicamente y socialmente riesgosa, pero en términos reales, jamás un peligro fundamentalista, pues se trata (en general) de familias poco cohesionadas y en tanto poco o nada conservadoras ni religiosas. El único peligro que hoy constituyen los árabes franceses (en su mayoría de orígen magrebí u africano) no viene por el lado del extremismo religioso, sino de la pobreza y sus dos principales corolarios: la delincuencia y el narcotráfico.

Mohamed Merah, el llamado "Asesino de la moto" puede que simplemente haya sido una víctima, sacrificada por el hecho de ser árabe (un miembro de la "minoría sospechosa") con el fin de hacer correr la gran maquinaria de la manipulación comunicacional presente hoy en todo el mundo y destinada a forjar por un lado Estados policiales (potenciados e interventores) y por el otro, aumentar la aprobación popular de las actuales administraciones o así mismo asegurar reelecciones presidenciales de gobiernos especialmente occidentalizantes (anti-pluralistas) o abiertamente anti-islámicos. Hace un tiempo conocimos de cerca esta maquiavélica artimaña en torno al confuso caso del jóven pakistaní Muhammad Saif Khan quien fuera procesado por posesión ilegal de explosivos y supuesto intento por atentar contra la Embajada de Estados Unidos, siendo liberado posteriormente dada la poca credibilidad que fraguó esta historia en la opinión pública chilena. Más de alguno sospechó entónces y con justificable razón que dicho simulacro pudo ser posíble dada la conexión Sionismo-Hizpeter en una época orbitada por el cuestionamiento a Israel y el reflote de la reivindicación palestina a niveles de discusión política.

Sin duda, se impone hoy ante nuestros ojos la era más absolutista del utilitarismo, nuestras frentes marcadas están desde el nacimiento por "valores de uso" y "valores de cambio", siendo evidente que una vida en Irak o Afganistán vale -en términos de transacción- una centésima parte de la de un occidental (o al menos corre mayor peligro), cobijado entre los algodones de la dulce ignorancia. En miras de aquella nefasta publicidad y del paradigma mediático sionista se estigmatiza y direcciona el futuro de miles de niños palestinos hacia la vía dolorosa de la revolución y la guerrilla sin que nos importe demasiado, o nos parece risible (pero no una incitación) la quema de coranes en Afganistán o Nueva York que pretenden irritar a las naciones amantes de su religión con el fin de generar que la guerra inducida  en Medio Oriente no termine jamás, dado que implica gruesos réditos para aquellos que la prodigan y financian, ocupando tierras validadas sólo por sus recursos naturales (petróleo, gas y opio) y esperando que Israel siga induciendo en la opinión pública global la idea de que es un país rodeado de enemigos peligrosos, ante los cuales debe protegerse, inclúso con ocupaciones ilegales en Gaza o planes de guerra preventiva... "Nos vienen jodiendo desde los tiempos de Cristo", diría Nietzsche, pero su antisemitismo (entendido como odio a los judíos) no calza para nada en esta reflexión, pues a mi entender no todos los judíos son sionistas y más peligrosos que los propios sionistas son los filosionistas no-judíos.

Los peligros que hoy sortea la humanidad no son los que publica ni exagera el New York Times o CNN ni mucho menos uno constituído por naciones o religiones puntuales, por tanto no se dirigen mis dardos a la etnicidad ni religiosidad judaica, identidades de un pueblo heterogéneo, pero admirablemente apegado a sus milenarias tradiciones y costumbres, tampoco son los musulmanes árabes, persas o de otros tantos orígenes el gran peligro que nos intentan inculcar, dado que son ellos los únicos valientes que persisten en batallar contra el manifiesto imperio de la causa sionista, una causa que poco tiene que ver con Abraham, David y la nación de Cristo y que va más allá de la mera representación y titularidad del Estado de Israel, desligándose de orgullos de raza y territorios, para abrazar en cambio una estructura de manipulación, injusticias y usura globalizada. Es el Sionismo aquel peligroso gérmen que denuncio, instaurado en todo cuanto nos rodea, un gérmen de exclavitud que somete las actitudes de occidente y al no poder conseguir nada del pobre y radicalizado oriente (salvo la descarada extracción de sus hidrocarburos), lo sacrifica y acomoda de la mejor manera que convenga a sus intereses previamente trazados, tal cual llegó a sacrificar e instrumentalizar en algún momento las vidas de seis millones de judíos europeos, muertos en el Holocausto.

Ni Obama ni Sarkozy representan los intereses de sus respectivos países y gentes, no así del Sionismo bancario y de la política sionista internacional a quienes sirven gustosos, lo mismo va para sus contrincantes. La política nacional y global hoy en día es un teatro excecrable, el gran nido de culebras sobre el que convergen todas las maquinaciones del Nuevo Orden. Administra finalmente una dinastía de megaempresarios nacionales e internacionales que ocupan a los políticos de fachada, consorcios y coaliciones que liquidan toda posibilidad de emprendimiento limpio y apuestan en todo momento a dos estrategias nefastas: simulacro comunicacional de antagonismos internacionales a la democracia o a la libertad (cuanta razón tenía Jean Baudrillard) y sucios manejos políticos y económicos tras bambalinas.

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