miércoles, 29 de diciembre de 2010
El mundo post-liberal
lunes, 27 de diciembre de 2010
Alerta!: Pseudo-nazis o pseudo-imbéciles en la cúpula de los servicios públicos
José Carvacho, el funcionario segregado.
El problema de gente como Piña, responde a un mal endémico de nuestro país, ligado a una trágica falta de identidad: el sentirnos gente que "vino de paso", que es menos de aquí que el mapuche considerado inferior o el peón que nunca debiera aspirar a mejores condiciones de vida o a independizarse del yugo de los poderosos, pues de otra manera se iría a pique todo un (histórico) sistema de injusticias. En pocas palabras, somos protagonistas de un arribismo tan grande, que hoy por hoy se encuentra expandido en todas direcciones y por tanto, no es extraño que nos segregemos entre nosotros, motivados por lo que sea, incluyendo una insana aspiración a pertenecer a ordenes raciales "supuestamente" superiores. No me digan que nadie ha escuchado una típica acotación de vieja estúpida como la de "que bonito el niñito, nació blanquito".Mucha gente en este país (tal vez demasiada), reniega de su historia y pretende ser otra cosa. No entiendo de otra manera que existan aquí grupos "neo-nazis" copados por cabezas negras o racistas tacuacos y de piel bronceada o estúpidos que suponen que a medida que escalan socialmente, les cambia también el pelo, les mejora la propia raza o puede que la de sus hijos. Desde toda época, nuestro verdugo psicológico (citando a Faucault) ha estado abierto de piernas a la impronta europea, como sino fueramos otra cosa, sino los hijos ilegítimos de un continente que en el último tiempo le hizo más mal que bien a la historia universal.
Muy peligroso me parece que tipos como Piña puedan ser directores en servicios públicos, ¿Cómo llegó a sortear los exámenes psicológicos?, ¿Cómo puede estar ligado alguien con aquellos pensamientos a una institución que vela por el trabajo social y la solidaridad?. Se le exigió la renuncia, pero jamás debió ocupar tal posición, el próximo paso debiera ser reculturizarlo, enseñarle qué es Chile, o simplemente los tipos de razas, entre los que él de seguro no figura como fenotipo puro, no es caucásico, ni Carvacho de raza negra, ambos son mestizos y de alguna manera en este país (como en el resto del mundo) lo es también cada uno de nosotros, ya sea barriobajero o de clase alta.
jueves, 23 de diciembre de 2010
Buon Natale!
sábado, 11 de diciembre de 2010
El dinero y su relación con la libertad
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2) Formarse un capital, constituír un negocio y no depender económicamente de ningún tipo de empleador, más que del libre juego de la oferta y la demanda (mercado).
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Ambos caminos son tremendamente peliagudos, tanto que nos han enseñado que la mejor opción es rendirse al sistema, estudiar, estudiar y estudiar, pero no por simple y llana satisfacción, sino por defender un título profesional, para de esta manera ser un empleado bien remunerado, tener más competencias que el resto y que por tanto, no puedan prescindir tan fácilmente de nosotros en nuestros puestos de trabajo.
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Nadie nos enseñó en cambio a ser emprendedores, y casi sin darnos cuenta nos inculcaron desde la más temprana formación una relación de amor/odio hacia el empresariado y hacia el gran capital, sin detenernos a analizar, por otro lado, la tremenda impronta que tienen las PYMES, para países en desarrollo como los nuestros.
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Creemos estar condenados a cualquiera de las siguientes opciones: o a esforzarnos y ser un profesional más, que mejora sus eficiencias con los años, los títulos y la expertice laboral o un empleado de menor rango, siempre prescindible y en tanto pisoteado a más no poder por el sistema o en el mejor de los casos: haber nacido tremendamente ricos y sin grandes preocupaciones (la gran mentira del discurso proletario). Desde este punto de vista provienen todas las animadversiones y el resentimiento social de las capas bajas a las clases acomodadas.
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Desde luego, los pobres siempre reclamarán injusticias, porque su libertad está subordinada a la dependencia económica de los ricos. Y los ricos podrán especular todo lo que quieran con su dinero, con la posibilidad de multiplicarlo en cada buen negocio o perder cantidades no comprometedoras, que por otra parte tendrían que estar respaldadas en acciones, sustentadas a alzas y bajas del mercado.
.La riqueza sin embargo, no es una condición de plenas virtudes, exige mucho, pero mucho trabajo, ideas, reinversión y el poder mirar más allá de lo trascendido. En general, los verdaderos ricos (económica y espiritualmente ricos) en algún momento, ellos o sus familias, también fueron pobres, conocen el valor del dinero y desarrollaron a lo largo del tiempo un poderoso olfato para los negocios o para multiplicar su capital. Es por esta razón que la riqueza no es sinónimo de arribismo, de lo ostentable de las apariencias, sino de mucha austeridad e inteligencia. Ancleto Angelini, por ejemplo, quien fuera por años el hombre más rico de este país, a diario no manejaba grandes sumas de dinero, nunca se dió la gran vida, no tuvo una limusina ni una mansión de 40 habitaciones, vivió como el trabajador que siempre fué y el dinero no lo absorbió en absoluto.
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Si el dinero nos gana la partida y se convierte en nuestra razón de ser, si cada peso que entra en nuestros bolsillos lo mal gastamos y no lo invertimos en algo fructífero, simplemente jamás podremos optar a tener mucho dinero, a menos que hayamos nacido con capital regalado o heredado, o en caso de aquellas "mujeres masetero": se logre dar caza a un millonario. Pero hasta en tales casos, las opciones son mínimas, ya que la mujer en cuestión tendría que estar dotada de pies a cabeza de una despampanante belleza física.
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Lo que no podemos hacer en ningún caso, es permitir que todo el $ que llega a nuestras manos se finiquite en deudas y consumo, sin destinar una pequeña parte que sea, a ahorro o inversión. Vivimos en la era de las tarjetas comerciales y del "crédito a descrédito", gracias a ello podemos optar a tener en nuestro poder mucho más de lo que la billetera en el corto plazo puede, sin embargo, comprar a crédito no significa que nos convirtamos en dueños de lo obtenido, lo estaremos pagando con creces, llenándole las arcas a los grandes capitalistas, estresándonos a más no poder y viviendo con cifras negativas, en una inopia disimulada.
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Thomás Jefferson, tercer presidente norteamericano, luchó toda su vida por suprimir la esclavitud racial, pero previó que una vez superada esta, revendría en una nueva forma, ligada a la dependencia económica, a la deuda del hombre con la banca. El sueño de Jefferson fue que todo norteamericano fuera un hombre libre y emprendedor (un comerciante, un PYME), y hoy el mundo está videnciando todo lo contrario: somos una selva de consumidores, de poca visión y previsión, acogotados en deudas, esclavos de la banca y al servicio de los ultra-ricos y poderosos, que no son aquellos que nos dan trabajo y nos permiten sobrevivir, sino quienes nos ofrecen la nefasta gestión de comprar hoy y pagar mañana.
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jueves, 9 de diciembre de 2010
Gente
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La gente, convergencia de visiones y conceptos, generalización sesgada y absolutista, un individuo metáforico o Leviatán dotado de vida propia, eterna y variable. Desde que el mundo es mundo, la imposibilidad de conocer el alcance de la sociedad, ha permitido que unos pocos con la sagacidad de zorros y el oportunismo de hienas, lleguen a decir: "estoy con la gente" o "soy el velador del pueblo" (POPULISMO puro) y se tomen la cabeza de las sociedades: el rey, el dictador, el político y en general la clase dirigente, gobiernan desde siempre sobre la confusión y reparten y SE REPARTEN la torta ecónomica hecha con el fruto nuestro trabajo, a partir de los impuestos. Nosotros no los pusimos ahí, sólo nos dieron la posibilidad de discriminar o elegir entre candidatos, por ello jamás interiorizamos si requeríamos realmente o no de regentes, aunque la milenaria evolución de las sociedades nos ha llevado a la opción de un SI.
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El vocablo: "Gente", no se limita a un sólo colectivo, sino muchos, tanto como personas hay en el mundo, a cada cual atribuímos una interpretación instrumental vacía y prejuiciosa: los pobres, los ricos, profesionales, asalariados, clase alta, clase media, media alta, media baja, baja, menesterosos, ABC1, C2, C3... laicos, creyentes, aborígen, nacional, forastero, turista, etcétera. Les cedemos un lugar particular en el universo, casi siempre presionados por códigos culturales y peligrosas monomanías: y así tenemos, por ejemplo, el cómo Latinoamérica, una cultura mancillada desde sus orígenes, continúa abierta de piernas al forastero (primordialmente al europeo), o como en cualquier otro lugar del mundo, también al rico, cerrandole la puerta en la cara al indígena, al mestizo, al vulnerado, al pobre.
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Aquí, no somos una sociedad liberal, porque no hemos desarrollado un humanismo verdadero, similar al de nuestros pares europeos y norteamericanos. Prevalece menos la idea de individuo, que la de colectivo y todo entra en la gran confusión del GENTÍO, al cual los zorros pretenden conquistar siempre con promesas de un futuro más próspero, que en la práctica sólo es fructífero al bolsillo de los que maman de las arcas estatales, esos por lo general son la clase política, verdadera aristocracia que en Chile y el resto de Sudamérica, no pocas veces corresponde a los decendientes de históricas familias que por tradición ligaron la política con negociosos liosos (contactos de poder, información privilegiada). Sus cabecillas son como las monarquías europeas, todos relacionados entre sí (ya sean políticos de izquierda o de derecha), gesticulan y hacen la "parada" de que compiten y que sus visiones son contrapuestas e inconciliables, cuando en realidad hasta cargan los mismos genes de la bisabuela por negocio de la endogamia.
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Hay quienes se dicen "gente" y se encasillan en grupos de poder, para ellos los demás son gentuza, gentuza utilizable, a la que se necesita conquistar fugazmente para hacer girar el impostado motor de la democracia y ganarle las elecciones al "primo" o al "amigo" del partido contrario, pues sorpresa: el contricante también forma parte de la misma familia, del grupo, de la "cosa nostra". Así se mueve la política en Sudamérica y por cierto también en Chile, si entendemos por política el arte de administrar el poder, la diferencia entre este continente y el primer mundo, es que aquí el poder no necesariamente lo ostenta quien ha llegado limpiamente arriba, está en manos de los de siempre y el que viene de muy abajo difícilmente logre escalar, pues se encontrará con sendos muros.
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Esto no es muy distinto de la realidad de la India, donde persiste una segregación milenaria, sostenida por patrones culturales que dan fundamento a los históricos vejámenes de la dominación. Desde tiempos coloniales, Sudamérica también perpetuó su red de estratificación en castas altas, bajas, "parias" y muchos niveles de por medio, y al igual que en el país asiático, la segregación funciona en base a clasismo y racismo. Inclúso hemos llegado a abrazar subliminalmente la jodida idea de que mientras más európide o blanco es un sudamericano, más opciones tiene de pertenecer a los estratos sociales altos, sucediendo todo lo contrario con quien exhiba en sus rasgos el pasado de la etnia, las señas de la raza original, todos ellos pasaron a convertirse en los "parias" de nuestra sociedad, a los que inclusive el Estado continúa poniéndoles un pie encima. Con el declive de la esclavitud, en Estados Unidos los afroamericanos lograron anglozajonizarse y jugar el mismo juego de los blancos, abrirse sus espacios y emprender... al sur del mundo, estas distancias fueron suprimidas en las constituciones más no en la mente de las personas.
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Independiente de las razones que esgrima el inamovismo: "GENTE", es mucho más que la suma de los niveles sociales, de las razas, de las religiones, de los fenotipos o de las culturas. La gente es un mar de incertidumbre, pero a la vez una variable constante, en ese mar encontramos buenos y malos exponentes, personas en las cuales se puede confiar y otros que serán factores de desiluciones y de desgracias sociales. Afortunadamente hay de todo y para todas las valoraciones, el chiste está en remover las visiones prejuiciosas y los sesgos, dejar de decir GENTE y decir PERSONA, porque el concepto de GENTE es confuso, irracional y se apresta al aprovechamiento de las clases populistas-dirigentes, en cambio PERSONA es un concepto mucho más ético, progresista y en él radica la dimensión metafísica del ser humano, el ser humano que puede cambiar el mundo, enmendar sus errores y marchar hacia adelante, sin que su credo, color de piel o estatus socio-económico actual, signifique algún tipo de impedimento.
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(RALPH W. EMERSON)
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