lunes, 18 de octubre de 2010

Concertación, ¿existes?

Con un país que ha vuelto a crecer a niveles óptimos y sin sacrificio de las políticas sociales, un gobierno que ha tenido un excelente manejo mediático y pragmático en cada uno de los fenómenos que nos han golpeado este 2010: un año inusual y "muy accidentado", convengamos en decir que La Concertación (como oposición coherente) está tendiendo a desaparecer. A estas alturas es casi un fantasma político y de no muy buen renombre, inclúso sus abanderados parecen haberse reducido de manera manifiesta.
.
No caeré en el chaqueteo de desconocer todo el progreso que cada uno de sus cuatro gobiernos nos legó, como ellos hicieron a lo largo de veinte años con las pautas heredadas del Gobierno Militar, reprochable en materia de derechos humanos, pero imponderable en su política económica y de desarrollo social, como así mismo el primer responsable en cambiarle el rostro a este país, que en palabras de Miguel Otero para una entrevista reciente con el programa Cita Con la Historia, desde aquel momento dejó de lado su sino tercermundista, siempre dependiente de la ayuda económica externa, tomando por primera vez las riendas de su propio destino.
.
Meses atrás, ¿No fueron acaso los prelados de La Concertación quienes trataron de meternos miedo respecto a un nuevo gobierno de derecha y hasta ocuparon de mercenarios a los propios artistas?. Esa no es más que la pequeñez de la política, producto del miedo a perder el derecho de "seguir estrujando la teta de la vaca", hace 20 años la derecha hizo exactamente lo mismo en relación a la Concertación, achacándole el espectro marxista y revolucionario del insulso Savador Allende (que de salvador por cierto, nunca tuvo nada). En la actulalidad vivimos otro estadio, muy superior felizmente al del resto de países del continente.
.
Chile
apunta al progreso y se desmarca cada vez más de la "mediocridad sudamericana", de todos sus retazos ideológicos y de sus pseudo-democracias. En esta nueva era, tal vez no sea tan optimista ni pretencioso el volver a considerarnos "jaguares".