"Cuando un hombre encuentra a su pareja, comienza la sociedad" (Ralph W. Emerson)
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Me desmarco de los tópicos comúnes de este blog, para desarrollar una reflexión que posee al fin y al cabo estrecha vinculación con todo estadio de las relaciones humanas. Piénsese aquí más bien en un trazo de ideas subjetivas que propongo desde la vereda de mi propia experiencia y puntos de vista más que en un tratado de género.
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Para no herir ningún tipo de susceptibilidad de los potenciales lectores (y fundamentalmente lectoras) del blog, quiero anticipar que esta maraña de cavilaciones podría extrapolarse a sus propias posiciones o géneros, después de todo el cerebro humano funciona de manera determinada y al final del día no todos pensamos ni actuamos tan diferente.
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Para no herir ningún tipo de susceptibilidad de los potenciales lectores (y fundamentalmente lectoras) del blog, quiero anticipar que esta maraña de cavilaciones podría extrapolarse a sus propias posiciones o géneros, después de todo el cerebro humano funciona de manera determinada y al final del día no todos pensamos ni actuamos tan diferente.
Toda clasificación es pertinente
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La selección es un criterio natural de sobrevivencia y puede llegar a convivir en todo momento con la tolerancia. De hecho son dos elementos que se necesitan mutuamente, ya que es imposible seleccionar nada sino hay una diversidad hacia la cual formular tendencia, como así mismo no es posíble hablar de tolerancia, sino ha prevalecido cierta disyunción y exclusivismo entre los elementos que componen al universo determinado.
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Dicho esto, es evidente que algo tan básico como las relaciones afectivas se basan también en un criterio selectivo: formulado sobre el atractivo físico (relativo y no pocas veces: culturalmente inducido), empatía, emociones, intereses varios y desde luego: los prejuicios. Para el hombre como género, aunque no vivimos conscientes de ello, también persisten criterios de selección determinantes a la hora de reflexionar que significa en su vida tal o tal mujer. Esto explica de cierta manera, hechos tan curiosos como el de aquellos tipos que han convivido por años con una pareja sin oficializar nunca la relación y apenas llega a su vida una mujer que realmente les mueve el piso, sin mucho análisis de por medio, se proyectan hasta en matrimonio y en el más corto plazo.
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La siguiente es una clasificación personal de "tipo de mujeres", que responde a los distintos matices de interés que sólo ellas logran despertar en nuestra persona, de aquí nace también (en parte) el famoso y patético coloquio SEXISTA de: "hay mujeres para amar" y "otras para pasar el rato" que varias veces hemos escuchado o practicado. Con el mayor de los respetos, deviene ahora el análisis.
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Dicho esto, es evidente que algo tan básico como las relaciones afectivas se basan también en un criterio selectivo: formulado sobre el atractivo físico (relativo y no pocas veces: culturalmente inducido), empatía, emociones, intereses varios y desde luego: los prejuicios. Para el hombre como género, aunque no vivimos conscientes de ello, también persisten criterios de selección determinantes a la hora de reflexionar que significa en su vida tal o tal mujer. Esto explica de cierta manera, hechos tan curiosos como el de aquellos tipos que han convivido por años con una pareja sin oficializar nunca la relación y apenas llega a su vida una mujer que realmente les mueve el piso, sin mucho análisis de por medio, se proyectan hasta en matrimonio y en el más corto plazo.
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La siguiente es una clasificación personal de "tipo de mujeres", que responde a los distintos matices de interés que sólo ellas logran despertar en nuestra persona, de aquí nace también (en parte) el famoso y patético coloquio SEXISTA de: "hay mujeres para amar" y "otras para pasar el rato" que varias veces hemos escuchado o practicado. Con el mayor de los respetos, deviene ahora el análisis.
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Los tipos de mujeres
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- Las espirituales: Son aquellas mujeres a las que nos unen lazos de ternura y de familiaridad: Nuestras madres, abuelas, hermanas, esposas, hijas, etcétera. Es la dimensión más honesta del amor y la única que trasciende.
- Las cardinales: Aquellas que llenan todas nuestras expectativas y por las cuales estaríamos dispuestos a hacer de todo (pues han sido capaces de abrir los caudales del romanticismo). Su belleza nos eclipsa y acostarnos en su regazo, es como tocar las puertas del cielo. Por ellas es que estamos dispuestos a luchar, tener hijos y formar una familia. Las queremos a nuestro lado por el resto de nuestros días.
- Las idolatradas o icónicas: Por lo general, artistas o modelos de relativa fama. Mujeres que nos deslumbran con un tipo de "belleza publicitaria", pero a las cuales no consideramos más allá de un referente de beldad (sex symbols) o por cierto, creemos inalcanzables.
- Las transitorias o inestables: Son aquellas mujeres que no nos atraen mayormente (ya sea física y/o espiritualmente), pero con las cuales todos hemos compartido algunos momentos de nuestras vidas, sin sentirnos del todo conformes. Un sujeto menos exigente, podría terminar hasta casado con una mujer a la cual no estima sinceramente, siendo la mayoría de estos casos los que terminan en matrimonios con rompimientos prematuros, violencia intrafamiliar o más temprano que tarde: la infidelidad de uno de los cónyuges.
- Las lujuriosas: Aquellas mujeres con las que a lo sumo, nos llegaríamos a relacionar por simple y llana búsqueda de placer. En esta categoría figuran amantes, prostitutas y otras relaciones de infidelidad o de experimentación sexual.
- Las intocables: En esta categoría de psicología individual, caben todas aquellas mujeres que más que indiferencia, nos provocan un intenso rechazo o lejanía, y frente a quienes sin siquiera cavilarlo, operan todos nuestros juicios de segregación, tan propios de la naturaleza humana.
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