
Es evidente que un gran proyecto de esta naturaleza se iba a aprobar igual, fuera o no en Aysén, sin embargo lo que no es aceptable es la autocracia gubernamental en que se llevó a cabo la planificación y aprobación de este proyecto, en pocas palabras a los ciudadanos se los pasaron literalmente "por el aro", ningún representante de los ambientalistas, ninguna voz en contra fue invitada a discutir la instalación de HidroAysén y perdónenme el escepticismo pero me parece por lo bajo curioso que el flagrante nuevo Ministerio del Medio Ambiente haya pesado menos que un paquete de cabritas en este proceso y que lo que es más raro aún: se haya mostrado de acuerdo en cada uno de los principios y externalidades que contempla la instalación de una termoeléctrica, que digan lo que digan está fuera de discusión que no implicará daños para el medio ambiente y en un santuario de la naturaleza vírgen como es la Patagonia chilena.
Indudablemente son también nuestras prioridades las que nos llevaron a este punto, "NO SEAMOS CÍNICOS" o ¿Empezaremos a cultivar desde ahora un estílo de vida distinto, en comunidades y aldeas verdes sin electricidad al más puro estílo hippie?, sabemos de sobra que no es así, pero también que aquí pesaron en la balanza intereses superiores, superiores a la determinación ciudadana, es decir pisotearon nuestra voluntad democrática y no vale la pena gastarse en apuntar a un sector de la política u otro, centro-izquierda y centro-derecha se cerraron completamente, inclúso a algo tan simple y vital como debatir y poner sobre la mesa el estudio de otras alternativas de energías renovables.
La energía termoeléctrica se amolda perfectamente a la realidad chilena y a la manera en que opera el criterio de nuestros "grandes empresarios", a quienes les interesa invertir lo menos y ganar lo máximo, inclúso a costa de que las externalidades contaminantes de sus empresas sean irreversibles, total "paga Moya" y el Gobierno que debiera sancionar y regular, hace acto de silencio.