La semana pasada, el singular Presidente de Sudáfrica, Jacob Zuma, advirtió a los electores de su nación que de no votar por su partido en las elecciones municipales, serían castigados por sus ancestros.
No pretendo hacer aquí un cuestionamiento de tipo cultural, sólo resaltar lo curioso de esta noticia que más allá de su boceto supersticioso, nos habla de como funciona el espíritu político en todos los niveles, como así mismo las ansias por conservar el poder. Es claro que Zuma en su intento por evitar el avance de la oposición (el cual desde luego podría poner en jaque el propio cargo), esbozó esta advertencia - infantil desde nuestro punto de vista - para generar el mismo efecto que los grandes líderes políticos y espirtuales del mundo consiguen de mil maneras a diario: impactar a la ciudadanía y persuadir consciencias.
Difícilmente un discurso sobre los ancestros o castigos desde del más allá, podrían influír en las determinaciones electorales de países como el nuestro, aunque claramente en el contexto de África, es del todo comprensible. Aquí en cambio nuestros políticos (oficialistas o de oposición) sacan partido o intentan manipularnos empleando otro orden de ideas y conceptos reinantes en la opinión pública, tales como promesas de incremento en los puestos de trabajo, control a la puerta giratoria y hoy por hoy regulación ciudadana a los temas del Medio Ambiente. Los contextos pueden cambiar muchísimo, la política en cambio presenta los mismos patrones en todas partes.