jueves, 20 de noviembre de 2008

La Teletón y nuestra fugaz solidaridad

En principio espero que no me malinterpreten, a pesar del título de este post y muy a pesar del cúmulo de ideas que genera en mi tal obra de cuestionable "altruismo", creanme o no, yo no estoy en contra de la Teletón y es que crecí en la convicción de sus bondades, juntando moneda tras moneda en las famosas alcancías de cartón y presionando a mi viejo para que depositara las lucas que estimara en el banco. Hoy sigo en la misma parada, pero a diferencia de cuanta crítica estúpida e injustificada he leído por montón durante años, jamás cuestionaría crudamente esta buena obra, legado de todos los chilenos y de las pocas cosas que nos recuerda que no somos todo el tiempo ni tan egoístas ni chaqueteros.

Es triste percatarse cada vez más (en parte gracias a la creciente acuciosidad de los medios de comunicación) de que en nuestro país, la caridad le ha abierto los ojos a la corrupción y el engaño. Ya no me refiero simplemente a esas numerosas instituciones que piden aportes para cuantiosas causas que no resuelven ni piensan ayudar a resolver, y que en cambio le llenan el bolsillo a una manga de ladrones de cuello y corbata, este tipo de hechos también se han visto del lado de particulares coluídos con el Estado o alguno de sus organismos. Esto sí es grave.

Indudablemente existe en Chile un exacerbado y mal entendido individualismo, bien propio de célebres frases como la de "este mundo es de los vivos" o la que es mucho peor: "la caridad parte por casa". A esta última yo agregaría: "la oportunidad hace al ladrón". Ese individulismo (generalizado) es corrosivo, la gente reconoce en sus pares a barreras dignas de pisotear y sin dudarlo un segundo, toda vez que se les presente la oportunidad de escalar o llegar más alto a base de esfuerzos desconsiderados o inclúso deshonestos, como es colgarse del trabajo de otros. .

También nos reconcemos entre nostros como un pueblo "chaquetero" y cómo no, si vociferamos todo el tiempo por una mayor y necesaria equidad, pero sólo cuando nos vemos superados por otros. Si llegaramos a estar arriba, olvídense de la famosa equidad.- Aún así, decimos ser un pueblo solidario y lo hemos demostrado muchas veces, pero a raíz de lo mismo no puedo negar que me preocupa dicha solidaridad, que una mayor parte de las veces se ve más guiada por la lástima. A esta triste solidaridad es que se apela y que bien instrumentalizada se sabe que puede generar cuantiosas cifras y hasta cumplir con la famosa meta de la Teletón.

Me pregunto si toda esa gente que se moviliza fin de semana por año para ir al banco y depositar, ¿no es acaso la misma que ignora diariamente a los discapacitados?, ¿cuántos hacen realmente algo valioso por hacer la vida más fácil a estas personas, si nisiquiera son capaces de ayudar a cruzar a los ciegos en la calle?. Al empresario solidario sólo lo vemos para la Teletón, pero el resto del año se sabe que no hace gran cosa por integrar a gente que tiene iguales o más conocimientos que las personas comunes y corrientes, pero desafortunadamente (para nuestra estancada sociedad) poseen cierto impedimento físico y no la tienen igual de fácil a la hora de encontrar trabajo.

El empresario chileno, es igual o más zorro que el común del empresariado mundial. Sabe como invertir socialmente y ganar con sus intervenciones, el máximo de retribuciones. Así, todas aquellas empresas afiliadas a la Teletón, participan de ella porque tienen en cuenta que el común de la gente, se acuerda de sus compatriotas que sufren ciertas discapacidades físicas, sólo en el mes de noviembre y el resto del año se les ignora como siempre.

Nos jactamos de que la Teletón es "nuestra gran obra de solidaridad", pero en países del primer mundo no se necesita tan siquiera de este tipo de instituciones y si existen, no tienen el mismo peso que acá, ya que en los países ricos, ciudadano y consumidor, son esferas altamente organizadas y conscientes. Se tiene presente el tema de la integración laboral todo el año y no sólo como responsabilidad del Estado o del escaso empresariado-altruista: La rehabilitación y el pleno empleo para aquellos ciudadanos socialmente reconocidos como "discapacitados", físicos o mental.- es algo que se subentiende como un derecho que debe ser plenamente garantizado, pues sólo el trabajo dignifica y da valor agregado a la economía del país. En tanto es muy común que mega-empresas del retail como Wallmark vayan a la vanguardia, apostando al máximo por el capital social y contratando a todo aquel que en sociedades como la nuestra no tendría una oportunidad: jubilados, discapacitados, ex presidiarios, etcétera.

Aquí en cambio, necesitamos de cierto remezón para ser solidarios y ese remezón es bastante pobre en realidad y lo logra la Teletón, los empresarios lo aprovechan con su "falsa" solidaridad, a la vez que la gente se acuerda de ser un poco más humanitaria, aunque desafortundamente para conseguir estos efectos en las personas, cada vez se requiera apelar más a esa lástima mediática y exponer la historia de personas discapacitadas, que como regla general, son muy sacrificadas. Entre muchas se eligen las historias de vida más atractivas para movilizar luego a la gente en sus casas.

Este país no es ni la mitad de solidario que lo pintan y mejor es reconocerlo a ser cínico. Si fueramos realmente solidarios, la Teletón no sería "la gran obra", porque o habrían muchas de este tipo o simplemente esta no destacaría tanto, ni mucho menos figuraría como "la ocasión" de ser solidarios. Sería regla que el común de los chilenos ayudara al prójimo sin ahondar en diferencias, de si es capacitado, discapacitado o muy discapacitado, se es niño, mujer, anciano o jóven, enfermos terminales o personas que gozan de buena salud. Forastero o mapuche.- La solidaridad es transversal a todos y sin excepción, esto en Chile de plano no se dá.

La solidaridad es un bien carente, pero necesario porque constituye el progreso de las sociedades y ayuda a crear identidad nacional, algo que en Chile se ha ido perdiendo o tal vez siempre fue precario. Renace nuestra solidaridad tras catástrofes coyunturales (los peores temporales o terremotos que afectan alguna porción de nuestro territorio), o entre el 28 y 29 de noviembre para la Teletón. Y el resto del año, competimos entre nosotros, nos damos la espalda, nos ignoramos y hasta nos movilizamos en contra. No faltará el retrograda que diga que estas son las consecuencias del modelo neoliberal - NADA MAS FALSO - el modelo no tiene monos que pintar en este cuento, no es culpable de nuestra individualidad histórica y si volcaramos esta discusión a la esfera del liberalismo, tenemos como contrapunto que son aquellos países más liberales, justamente los que han constituído el progreso para alcance de todos los ciudadanos.

Hace falta mirar de una buena vez hacia Europa (Europa occidental) y dejar de viciarnos en la mediocridad del tercer mundo y sus fracasados modelos socializantes, donde el altruismo ha sido siempre instrumentalizado para que unos cuantos "vivos" le roben a la gente con poco de nobleza en el corazón. Estas son las realidades que nos convierten en gente cada vez más desconfiada e individualista, individualista para mal.

No tiene nada de malo el individualismo en sí, no al menos visto desde un punto de vista liberal y dogmático. En esta visión, el ser humano individualista, es a la vez una persona honesta y virtuosa que entiende la sociedad como un medio del cual necesita para subsistir y a la vez busca retribuírle a este medio lo mejor de si mismo, para beneficio de la sociedad.

Lo que nos mueve a los seres humanos está más allá del prestigio o de la riqueza, es también el regocijo de compartir o hacer algo en beneficio de este, nuestro espacio vital, nuestro país o nuestro mundo. Tal como la monumental obra de Mario Kreutzberger, la cual es locable y generosa a decir basta e inteligente, porque apela al oportunismo de los empresarios y a la fugaz solidaridad de todos los chilenos. También es un gran teatro, donde se filtra una manga de figurones, tales como animadores de TV, modelos, actores, músicos y bandas en picada, además de incontables payasos de la farándula, todos ellos pretenden seguir vigentes y mostrar su lado humano, su lado "B".

A muchos conviene colagarse del sello Teletón y como cabe esperar, las empresas vienen llenando la bolsa desde octubre, para entregar unas cuantas monedas a fines de noviembre. Eso simplemente es caridad y ocasión. Así y todo, la gente ayuda a la gente y aquí radica el chiste de la cuestión. Las empresas y los figurones son solo un par de buenos catalizadores de la solidaridad. .

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