jueves, 12 de noviembre de 2009

Los "marxistas" mataron a Marx

No cabe duda que la historia del pensamiento filosófico occidental, ha sido manchada por muchas tergiversaciones y malos acomodos, puesto que el idealismo siempre choca con la discordante realidad y una vez que se comprueba la no compatibilidad de ambas esferas, han sido los llamados "gentiles" de la sociedad (basandose en la percepción platónica del ser humano), militares o revolucionarios, quienes en posición de armamento y hasta de cierto poder económico, impusieron sus utopías en experimentos sociales llevados a cabo "a sangre y fuego" en distintos países del globo.
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El siglo XX evidenció un verdadero mosaico de dictaduras a lo largo y ancho del tercer mundo, como también de totalitarismos en la Europa continental, que lejos de alcanzar justicia, paz y estabilidad u otros objetivos engrandecedores del espíritu o la nación, está más que claro que concibieron todo lo contrario.
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Carl Marx, el muy repudiado y amado personaje del cuadro, a pesar de lo controversial, no fué menos importante para la historia de la filosofía occidental que Kant, Spinoza, Saint Simon o Thomas Moore. Culto y de una lucidez avanzada para su tiempo (similar al caso de Max Weber), reflejó una certera filantropía hacia la clase obrera europea y (desde el punto de vista acotado de la época) mundial. Los planteamientos de Marx, reducidos en buena parte a su "materialismo histórico": el cómo la sociedad humana evolucionó de forma natural al capitalismo, en función de una jerarquía de los medios de producción que a la larga generó la abismal distancia entre los privilegios del capitalista y la dependencia del obrero, no es más que una constatación de la realidad a la que luego el autor judío-alemán agregó la especulación de que el capitalismo mostrará tarde o temprano sus falencias (en los países industrializados) y será radicalmente reemplazado por un sistema de producción socialista, donde la clase obrera, además del trabajo, tome posesión de los medios y establezca una especie de comunitarismo en estas sociedades avanzadas, otrora capitalistas.
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La quimera marxista como todo mundo sabe, no se hizo ningún eco en los países industrializados donde Marx sugirió que debieran ocurrir los cambios, sino en el tercer mundo agrícola y primario, donde las condiciones industriales no estaban para nada consolidadas. La revolución de octubre de 1917 en la Rusia Zarista fue el primer gen del marxismo, utópica ideología que satanizó la figura de Marx en el centralismo estatal. Con el paso del siglo, el marxismo soviético (marxismo-lenninimo) se expandió a las arenas más obvias de Europa oriental y Asia central, como así mismo hacia los países más impensados en África y America Latina, el más semptiterno de todos los casos: Cuba.
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Esos marxistas tercermundistas eran el pueblo en armas, que demostraron el alcance destructivo que puede llegar a tener la filosofía, una vez que un grupo de locos pretende sacarla del papel y llevarla a cabo en el mundo real, aunque de todas formas fué esta la lógica impositiva del siglo XX, similar a lo que ocurrió con otros planteamientos como por ejemplo, el de los nazis en la Alemania hitleriana, el más ruinoso fascismo en Italia e inclúso la muy conservadora y nacionalista "doctrina de seguridad nacional" de la España franquista, esquema trasladado luego a Sudamérica por los Gobiernos Militares de derecha en Brasil, Chile y Argentina durante los años sesenta y setenta.
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Volviendo al viejo y manoseado Marx, creo que para comprender la perspicacia de sus planteamientos y el altruismo de sus intereses, es necesario repensarlo, pero ajeno al desarrollo del siglo XX y a la interpretación revolucionaria de esos fundamentalistas autoreferidos como "marxistas" (la mayoría una manga de ignorantes y ágrafos). El marxismo no es Marx, es tan sólo una desdichada interpretación. Lennin por ejemplo, a pesar de sus cualidades de estratega y gran erudito, sacó a Marx y Engels de contexto, y más evidentes fueron aún los acomodos de Castro, Mao, Stalin o Salvador Allende, tipos que no pueden ser celebrados como intelectuales fieles a Marx, a lo mucho sólo como hombres de convicción y lucha, pero por lo demás, bastante errados en sus planteamientos, ya que si pretendieron alcanzar la añorada igualdad social, se contradijeron estrepitosamente en el método, haciendo caso omiso a la idea de progresión en Marx (pensada además para los países industrializados) y pasando a llevar un valor fundamental en el ser humano y del conjunto societal: la libertad.

Smith, Marx, Schumpeter y Keynes. En vida se hubieran entendido (probablemente) mucho mejor de lo que sus seguidores y retractores suponen.

Marx supuso que el capitalismo tocaría su fín siendo reemplazado por un comunitarismo productivo, desarrollado tras un procéso natural y por reinvindicación obrera en la posisión de los medios, aunque por desgracia mencionó también la palabra "dictadura del proletariado", que propugnaron con énfasis pero sin ningún éxito concreto (para el poppolo) los marxistas del siglo XX, que quisieron acelerar el proceso en el mundo entero y se vieron metidos en una utopía destinada al fracaso. Al decir verdad la idea de Marx no contradice los planteamientos de ciertos autores liberales progresistas, entre ellos el gran Joseph Schumpeter; dado que la evolución del capitalismo en un mundo occidental e industrializado guia justamente a un mayor equilibrio en la sociedad, donde tiende a mermar el gran capital, las distancias de clases se aunan y la prosperidad no está adscrita a la clase en la que se nace, sino al trabajo y esfuerzo individual.
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Diría Schumpeter, algo así como: "Será el capitalismo el que cimente finalmente las bases del socialismo, pero contrario a lo que sostiene Marx, no porque esté destinado al fracaso, sino porque su éxito logrará una marca mayor: que se logre una mejor distribución del capital y los ingresos, los trabajadores tengan acceso a acciones de sus propias empresas e inclúso se estará más cerca de los índices del pleno empleo. En una sociedad de este tipo, el individuo podrá desenvolverse de manera igualitaria y estará en posesión de mayores oportunidades". Demás está decir que en Europa occidental (que jamás tuvo gobiernos "marxistas"), la lógica schumpetariana ya ha sido consolidada o está muy cerca de lograrse, no así en el tercer mundo y en Europa Oriental, ahogados entre el caos de las utopías marxistas y un estatismo estéril.
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