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Carl Marx, el muy repudiado y amado personaje del cuadro, a pesar de lo controversial, no fué menos importante para la historia de la filosofía occidental que Kant, Spinoza, Saint Simon o Thomas Moore. Culto y de una lucidez avanzada para su tiempo (similar al caso de Max Weber), reflejó una certera filantropía hacia la clase obrera europea y (desde el punto de vista acotado de la época) mundial. Los planteamientos de Marx, reducidos en buena parte a su "materialismo histórico": el cómo la sociedad humana evolucionó de forma natural al capitalismo, en función de una jerarquía de los medios de producción que a la larga generó la abismal distancia entre los privilegios del capitalista y la dependencia del obrero, no es más que una constatación de la realidad a la que luego el autor judío-alemán agregó la especulación de que el capitalismo mostrará tarde o temprano sus falencias (en los países industrializados) y será radicalmente reemplazado por un sistema de producción socialista, donde la clase obrera, además del trabajo, tome posesión de los medios y establezca una especie de comunitarismo en estas sociedades avanzadas, otrora capitalistas.
La quimera marxista como todo mundo sabe, no se hizo ningún eco en los países industrializados donde Marx sugirió que debieran ocurrir los cambios, sino en el tercer mundo agrícola y primario, donde las condiciones industriales no estaban para nada consolidadas. La revolución de octubre de 1917 en la Rusia Zarista fue el primer gen del marxismo, utópica ideología que satanizó la figura de Marx en el centralismo estatal. Con el paso del siglo, el marxismo soviético (marxismo-lenninimo) se expandió a las arenas más obvias de Europa oriental y Asia central, como así mismo hacia los países más impensados en África y America Latina, el más semptiterno de todos los casos: Cuba.
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Esos marxistas tercermundistas eran el pueblo en armas, que demostraron el alcance destructivo que puede llegar a tener la filosofía, una vez que un grupo de locos pretende sacarla del papel y llevarla a cabo en el mundo real, aunque de todas formas fué esta la lógica impositiva del siglo XX, similar a lo que ocurrió con otros planteamientos como por ejemplo, el de los nazis en la Alemania hitleriana, el más ruinoso fascismo en Italia e inclúso la muy conservadora y nacionalista "doctrina de seguridad nacional" de la España franquista, esquema trasladado luego a Sudamérica por los Gobiernos Militares de derecha en Brasil, Chile y Argentina durante los años sesenta y setenta.
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Volviendo al viejo y manoseado Marx, creo que para comprender la perspicacia de sus planteamientos y el altruismo de sus intereses, es necesario repensarlo, pero ajeno al desarrollo del siglo XX y a la interpretación revolucionaria de esos fundamentalistas autoreferidos como "marxistas" (la mayoría una manga de ignorantes y ágrafos). El marxismo no es Marx, es tan sólo una desdichada interpretación. Lennin por ejemplo, a pesar de sus cualidades de estratega y gran erudito, sacó a Marx y Engels de contexto, y más evidentes fueron aún los acomodos de Castro, Mao, Stalin o Salvador Allende, tipos que no pueden ser celebrados como intelectuales fieles a Marx, a lo mucho sólo como hombres de convicción y lucha, pero por lo demás, bastante errados en sus planteamientos, ya que si pretendieron alcanzar la añorada igualdad social, se contradijeron estrepitosamente en el método, haciendo caso omiso a la idea de progresión en Marx (pensada además para los países industrializados) y pasando a llevar un valor fundamental en el ser humano y del conjunto societal: la libertad.
Smith, Marx, Schumpeter y Keynes. En vida se hubieran entendido (probablemente) mucho mejor de lo que sus seguidores y retractores suponen.