viernes, 15 de noviembre de 2013

RELIGIÓN SOLAR

Bandera macedonia bajo la que Alejandro Magno instauró un imponente imperio que abarcó desde el sur de Italia al norte de la India, pasando por Medio Oriente y Egipto. Al igual que la bandera actual y el escudo nacional de la Moderna República de Macedonia, representa al "Sol Invictus", símbolo transversal de los pueblos arios.

Donde hay luz las tinieblas se disipan y entonces -sólo entonces- nos es posible vislumbrar la verdadera faz de Dios: Ahura Mazda, el principio increado, padre de la vida, quien para manifestarse y crear todo lo aparentemente existente, debió bifurcarse en una doble naturaleza, creando a su opuesto: Ahriman, la oscuridad. Sin embargo y tal como sugiere el Islam, sólo Dios (Allah/Ahura Mazda) puede defendernos de él mismo (Ahriman) porque -parafrasiando a San Juan- en "el principio fue el Verbo, el Verbo era con Dios y el Verbo era Dios", lo cual significa que nada queda fuera del creador, incluyendo el mal.

Gracias a Ahura Mazda es que existimos y somos conscientes de nuestra individualidad, aunque para ello debamos vivir a diario la dualidad: vida/muerte, luz/oscuridad, espíritu/materia, oriente/occidente, bien/mal, haciendo de nuestros actos constantes elecciones entre dos naturalezas opuestas. La misión del buen cristiano, del buen musulmán, del buen budista o del buen zoroastriano y hasta del buen pagano y del buen laico, es elegir con sabiduría: buscar la luz eterna de Ahura Mazda y fluir con él hacia la perfección para romper con la tragedia del Eterno Retorno.

Los anteriores párrafos sintetizan a grosso modo las enseñanzas del profeta persa Zoroastro, tan vívidas en el cristianismo como en el islam y plagiadas en parte por el judaísmo. La luz del creador, venerada por los persas en la figura de Ahura Mazda, fue representada por los antiguos arios de Europa, Asia Central, Medio Oriente y el Norte de la India, bajo el ícono del "Sol Invictus", el cual hace referencia a la luz creadora trascendental (el Verbo) y no así al Sol físico que alumbra la tierra, de la misma manera que el fuego fue para ellos una representación de la luz divina, en función de la sabiduría, del conocimiento y de la lucha, vitales para alcanzar el estatus de Super Hombres. 

De lo anterior se desprende que leyendas como las de Prometeo (héroe que robó el fuego de los dioses para dárselos a los humanos) o la de Melek Taus (Lucifer) para el yazidismo islámico, tengan una importancia relevante en la metafísica aria, al igual que las piras funerarias con las cuales los vikingos y hasta hoy en día los hindúes, continúan despidiendo a sus muertos, en su tránsito infinito a los mundos superiores, pues la muerte, al igual que la vida es vista como un ejercicio de búsqueda y perfeccionamiento constante, cuyo horizonte final es alcanzar al Sol mismo, al Sol Invictus o Sol Imbatible, una razón para vivir mucho más honesta y poderosa que el injustificado ascetismo judío, infiltrado en todas las religiones occidentales, que matan al espíritu brahamánico (guerrero) del humano en general.

Lamentablemente, la filosofía práctica de las religiones solares fue mutilada por la porción judaica del cristianismo que invita al hombre a "poner la otra mejilla" y a "amar al prójimo como así mismo" antes de buscar su propio equilibrio moral y espiritual (el cual desde luego está sujeto al contexto), fue cristianizando que los españoles pudieron robarle la virginidad a América y matar el espíritu guerrero del nativo. En la América india (desde México al Cuzco) se practicaban también las religiones solares y más de algún ariosofista del siglo pasado vio en ellas la influencia de los antiguos arios, apelando a la teoría del paso de Bering, en una migración centro-asiática anterior a la llegada de los mongoles desde Siberia o de los australoides desde Oceanía. ¿Serán las tribus gurayanas y chachapoyas el vivo vestigio que sustente la teoría?

Como sea, lo cierto es que a muy pocos nos acomoda hoy en día la idea de Dios en la forma de un rabino barbón y moralista que emplea a su favor el arma del remordimiento para castrar el espíritu humano. Dios ya era conocido siglos antes por los arios en la forma de Ahura Mazda: luz, fuego, Sol, Verbo, voluntad creadora y de hecho los hebreos (nación aria, distinta de los semíticos judíos con los que se fusionaron) erigieron el Templo del rey Salomón como culto al Sol naciente al igual que lo fueran las Pirámides de Egipto.

La religión Solar -en todas sus formas- es sin duda arcaica, pero esto no significa que no nos sirva de referencia (especialmente filosófica) para los tiempos nuevos, en que necesitamos respirar la simpleza y conectarnos con lo superior. Somos hijos, encarnaciones del Verbo, de nuestro padre Dios, principio creador: Ahura Mazda, todo lo demás (incluyendo a Ahriman: la sombra) son simples manifestaciones de Ahura Mazda. Así mismo, el politeísmo de la India no es per sé, pues los dioses menores representan los múltiples atributos del Dios último, del Dios único, del Dios luz, guerrero en Thor, festivo en Baco, carismático en Mercurio y seductor en Eros o Afrodita.

En imágenes: (Izquierda) Culto al Sol en el antiguo Egipto, (Derecha) el "Sol Invictus" iluminando al dios hindú Brahma.

La religión del "Sol Invictus" continúo siendo practicada en secreto durante la Edad Media por sociedades mistéricas como la de los cátaros y templarios. Muchos artistas de aquella época y del Renacimiento, conscientes de la religión eterna, encriptaron la figura del Sol entre los íconos cristianos en referencia al ulterior culto, herencia de los antepasados arios y del cual seguramente se sintieron orgullos Da Vinci, Botticelli y Giotto, entre otros.

La Estatua de la Libertad, regalo de los masones franceses al Estados Unidos independiente, es una referencia a la diosa romana Diana y al "Coloso de Rodas", una de las siete maravillas del mundo antiguo que recibía a los navegantes mediterráneos con la mano derecha alzando el fuego de Prometeo. El Coloso de Rodas fue una representación del dios del Sol griego: Helios. En ambos ejemplos son los rayos del Sol los que sobresalen -a modo de corona- sobre sus cabezas.

La cruz gamada o esvástica: otra referencia al Sol entre los hindúes, fue adoptada por los nazis para dar sustento esotérico a su desquiciado plan de dominación mundial y lucha contra el sionismo judeizante. Este símbolo solar místico, aparece dibujado también en un conjunto de cerámicas fenicias encontradas en las islas británicas.


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