domingo, 3 de abril de 2011

Democracia en Medio Oriente: ¿Es Turquía el modelo a seguir?

Hoy temprano en la mañana, me topé con un interesante debate en Televisión Española, relativo a las potenciales realidades que depara la institucionalidad en los países árabes, que en días precedentes reivindicaron un agudo quiebre con las clases dirigentes.

Los panelistas: una analista española y un profesor árabe, experto en la materia, concluyeron que no habrá vuelta atrás en el proceso democratizador, luego de las muy bulladas revueltas y sublevación popular, acecidas en las principales ciudades de Egipto y Libia. Y es que siguiendo su análisis, el régimen de Muamar Gadafi tendría los días contados, sin embargo su porfía y grandilocuencia en el cargo (apoyada por muchos libios), podría ser detonante de una próxima gran guerra, primero civil - como ya está ocurriendo - y luego internacional, a lo que la actual presencia de fuerzas norteamericanas y europeas contribuye sobremanera.

La caída de viejos régimenes tanto en Libia como en Egipto, sería a todas luces inminente, sin embargo la principal preocupación internacional al analizar el proceso, es que este en lugar de prosperar hacia nuestro concepto occidental de democracia, involucione a un status en el cual el fundamentalismo islámico comience a llenar todas las fisuras, reemplazando el actual orden cívico y político y enclaustrando aún más a aquellas sociedades que han comenzado a abrir sus ojos al mundo moderno.

En medio de esta incertidumbre, el nombre de un viejo actor (ya retirado de la región) ha vuelto a surgir como salvaguarda o esperanza del proceso democratizador, este actor es Turquía, décadas atrás llamado el "Gigante enfermo de Europa", cuna del último gran imperio que dominó en sus siglos más prósperos buena parte de Europa, las tierras del Levante (Siria, Líbano, Palestina), Irak, Irán, los países de la península árabiga y buena parte de los norafricanos, incluyendo Egipto y Libia. Irónico, que un país que genera tantos anticuerpos en las naciones de Medio Oriente, que coartó por siglos las libertades de sus gentes y no permitió la natural evolución desde una forma de organización tribal a otra democrático-liberal tanto en Europa Oriental (donde fracasan las democracias) como en el Cáucaso y el mundo árabe, sea hoy el modelo a seguir de países que vivencian una crisis institucional y falta de credibilidad y soporte de sus gobernantes.

¿Ataturk o Khomeini?, en mi opinión el futuro no sólo de Egipto y Libia, sino de todo el Medio Oriente se condensa en esta simple pregunta: ¿Qué se terminará imponiendo finalmente?: ¿La dureza de un régimen civil, basado en el viejo precepto "la letra con sangre entra" o la reivindicación de los valores eclesiásticos y del caudillismo religioso?

La democracia turca comenzó como un proceso de reinfrestructura revolucionaria, tras la derrota del Imperio Otomano en la Primera Guerra Mundial y su consecuente pérdida de territorios. Fue un proceso dirigido por los militares ilustrados (y en general masones), entre los que Kemal Ataturk destacó como caudillo, formulando leyes occidentalizantes, destinadas a fomentar la educación secular, la industrialización del país y el auge del sector servicios. Décadas después de inciado el proceso con relativo éxito: Turquía es el único país que podríamos considerar una nación islámica y a la vez democrática, que a pesar de los recientes reflotes de fundamentalismo religioso contra el orden secular, sigue prosperando como tal, se afiata en el tiempo y crece económicamente y hasta tiene posibilidades de engrosar en un futuro no muy lejano la lista de países que constituyen la Unión Europea.

Desde luego, Turquía encarna un ejemplo mucho más positivo que el de Irán, piedra en el zapato y amenaza latente para la estabilidad regional. Sin embargo hay una serie de razones por las cuales yo personalmente no la consideraría un ejemplo tan directo, comenzando por el hecho no menor de que al igual que Irán, Turquía no es un país árabe, y que a diferencia de Irán, en los años de reivindicación nacionalista ejerció políticas hostiles contras las poblaciones árabes de Anatolia (segregación racista hasta hoy prexistente), no obstante menos hostil que la adoptada contra judíos sefardíes y la nación armenia, población sobre la cual cometió uno de los peores genocidios de la historia reciente. En segundo lugar Turquía, a diferencia de Irán, ya no tiene los ojos puestos en Medio Oriente, su enfoque descansa casi del todo en Europa, o al menos es así en lo que respecta a la clase política, de la cual una pequeña parte es además de orígen balcánico (familias macedónicas, búlgaras, griegas, ucranianas, etcétera), y la terecera razón es tal vez la más determinante: Turquía es un aliado estratégico y económico de los EEUU.

El análisis que presencié hoy en TVE estuvo sin duda interesante, pero como ya dejé explicitado, tengo para objetarle lo tocante a Turquía. Creo que en este sentido, la realidad es menos amable y se nos presenta en la siguiente encrucijada: 1) o los países que hoy viven la crisis política, inician una carrera lenta pero segura a la democracia, que desde luego duraría varias décadas y terminaría en un proceso - al menos en el mediano plazo - totalmente distinto al esperado por los muy optimistas analistas internacionales, ya que desde luego se requiere transformar no sólo instituciones, sino crear nuevos valores/hábitos y curtirlos, o 2) será Irán y no Turquía el modelo que termine por imponerse. Irán cuna número uno del fundamentalismo islámico, país que pretende convertirse en la principal potencia política y económica de la región y que exhibe la peligrosa osadía de desafiar al Sistema Internacional y a las potencias occidentales con el desarrollo de armamento nuclear, con comenzar "una guerra total" contra Israel y con levantar en armas a muchos países que tiene como satelites: Siria, los rebeldes chiítas del sur del Líbano e Irak, inclúidos simpatizantes kurdos del este de Turquía.


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