viernes, 15 de abril de 2011

SIMPLEZA

Dios no está en el Vaticano, Dios no está en La Meca, Dios no está en el Tibet. No se llega a Dios rezandole a una figura ni a un santo, no se llega a Dios absorto en el lujo de las iglesias y de los monumentos, no se llega a Dios buscándolo en la retórica, ni en la ciencia. No se llega a Dios en la comulgación de un cura, no se llega a Dios recibiendo la ostia y odiando al vecino, no se llega a Dios por la culpa ni por el miedo. Dios está aquí, en todas y en ninguna parte en específico. No se manifiesta en la alabanza ni en el diezmo, sino en el silencio y contemplación del alma: su misterio radica que no lo veamos ni lo percibamos con ninguno de los cinco sentidos.

Aléjate por unos minutos del mundo, cierra los ojos y piensa en lo solo que estás y en el momento de mayor relajo sabrás que no estás ni nunca estuviste solo, que la tierra que pisas, el cielo que te ilumina y el aire que te rodea son parte de tu mismo ser y tú parte de ellos. Todos somos uno y uno es DIOS, la unidad con el Universo y todo cuanto existe, eso es Dios: todo y nada... infinito, silencioso, simple, inmóvil... morir no es ir al cielo, morir es volver al silencio, volver a ser uno con todo cuanto existe, abono para la tierra, alimento para los insectos, oxígeno para la atmósfera. No hay misterio que develar, todo es sabido de antemano.


"Dios es simple, todo lo demás es complejo"
(Albert Einstein)