sábado, 23 de enero de 2010

Defíname progresismo, por favor!

No es un misterio para nadie que el 2009 en Chile fue un aJustificar a ambos ladosño marcado por las presidenciales y que el discurso viciado y demagógico de los candidatos terminó "lateando" al chileno promedio, aburrido de las falsas promesas, de las cazerías de brujas, sonrrisistas falsas y de los lindos proyectos de toda una vida. En medio de todo ese clima propagandístico, alzamiento de manos y promesas de cambio (ja!) no tardaron en surgir los abanderados del "progresismo" y del "bienestar social", curiosamente todos los candidatos lo eran y todos se acusaban entre sí de no serlo.
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¿Pero qué es el progresismo?, ¿Qué es ese imán que tanto atrae la atención pública y del que nadie quiere verse despojado?. Curiosamente la palabra "progresismo", que suena tan vacía y manoseada en estos días hace referencia a la ontología liberal, difusa actualmente en la más amplia gama de partidos políticos chilenos, desde la derecha al socialismo (ambiguo, puesto que el liberalismo es anti-colectivista), pasando desde luego por el radicalismo.

Progresismo es asumir las transformaciones sociales y avanzar en dirección a ellas, pretendiendo fortalecerse de las mismas y no temer a los cambios que implican los nuevos tiempos, en especial en un mundo globalizado, donde estos son constantes e instantáneos. El referente de "bienestar social" para el progresismo no es el colectivo, sino el conjunto de individuos cuyos intereses y motivaciones son las llaves al futuro, los que jamás se cohiben ni limitan, sólo se potencian. El progresismo no uniformiza, no pretende educar a la sociedad en base a un ideal superior, ni llevar a cabo políticas (populistas) como entregar un millón de empleos mediocres, porque entiende que las personas no son conformistas y viven pensando en alcanzar un nivel superior de vida. Eso es progresismo.

Desafortunadamente, no existen muchos referentes progresistas en la política chilena, y en el discurso la palabra es llamativa, pero poco convincente. La UDI definitivamente no es progresista, como tampoco lo son el Partido Socialista, ni la Democracia Cristiana, ni otro puñado de partidos históricos. Progresista es un pequeño tercio de Renovación Nacional, y hacia la izquierda: una pequeña parte del Partido Por la Democracia (en su momento constituído también por ciertos liberales de tradición que el año 89 votaron por la opción NO) y algún que otro radical, pues ellos fueron los verdaderos progresistas chilenos en sus gobiernos de mediados del siglo XX.

Veinte años de la Concertación en el poder fueron parcialmente progresistas, y si Chile es un país bien posicionado en la región se lo debemos a la visión y el trabajo de políticos con esa idea en mente. Los últimos años del gobierno militar también tuvieron cierto matiz progresista, más allá de que fuera este una de las más extenuantes dictaduras del continente, pero transformar radicalmente un país estatista (y estancado) como era Chile hasta los años setenta, en un exitoso experimento neo-liberal, si bien no dejó de ser una apuesta arriesgada, fue desde luego una iniciativa tremendamente progresista, en miras al nuevo contexto global. De todas maneras, si llevamos el progresismo sólo a terreno económico, radica el peligro de que termine convirtiéndose en un arma de doble filo y es aquí donde insisto en marcar un alto y profundizar en el análisis..

Progresismo no consiste en repartir pan y circo al pueblo, mientras el empresariado se echa medio país al bolsillo. Privatizar y neoliberalizar aún más nuestro país ya no cabe en una lógica progresista, sino en una avanzada oligárquica sin frenos (típica de país subdesarrollado), una canallada para reasegurar a un reducido porcentaje de chilenos o lo que es peor a un pequeño puñado de familias o consorcios como los mayores accionistas del país. Que el falso progresismo no nos engañe: privatizar parte de las empresas nacionales por pequeño que sea el porcentaje, es entregar en bandeja el país a muy pocos que con poco pretenden dejar conforme a una sociedad entera. Agua, electricidad y cobre, en un país de economía fundamentalmente primaria, son recursos estratégicos y como tales debieran continuar en buena medida regulados por el Estado en representación de nuestra titularidad. Cierto es que pensar así no es ser fiel a la ontología liberal, pero apostar a lo contrario es ser criminal e inclúso estúpido puesto que en este país se enrriquecen cada día más unos pocos y el resto: cagaste te mandó saludos!.
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Un progresismo de nuevo orden considera además otras variables aún no tomadas demasiado en serio por nuestros gobiernos: ¿le suena a alguien la palabra crecimiento sustentable?. En los últimos veinte años los gobiernos de la Concertación movieron los hilos lo suficiente para asegurar estabilidad, seguridad y dignidad en las relaciones empleador-obrero, pero poco se centraron en la flexibilidad de la económica en pro de un fin que siempre debe proyectarse a mediano y largo plazo: el pleno empleo, y las falencias están a la vista: el desempleo en nuestro país en el último tiempo ha bordeado el 10%, en algunas regiones la situación es crítica, corolario inmediato de todo ello: incremento de la delincuencia y del narcotráfico. De todas maneras es más difícil ser objetivo en este punto, el pleno empleo puede que hasta suene a utopía, pero salarios dignos y buenas condiciones de trabajo, jamás debieran serlo. La otra gran deuda con el progresismo de nuevo orden y que no creo que sea saldada en el próximo gobierno es todo lo relativo al medio ambiente. Diez años más que dejen hacer y deshacer al empresariado con nuestros recursos naturales y minerales y Chile no tardará en convertirse en un desierto.
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Así es que ¿hasta cuando nos hablan de progresismo los políticos?. El progresismo con el que se llenan la boca era necesario hace 20 años, esa visión hoy día no corre. Ya una vez que se reapartan el chancho y del dicho al hecho, atrás dejen las promesas de campaña, propongo que dejemos a los políticos en su mundo, haciendo negocios políticos y que el verdadero progresismo, lo ejerzamos nosotros en desmedro de toda esa manga de buitres, zorros y lobos en piel de oveja, sean los que hace una semana perdieron el dominio de 20 años de poder o en su defecto, aquellos que por votación democrática se hicieron de la jugera para estrujar el país por los próximos cuatro años. CARROÑEROS todos.
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Termino con una cita:

"Quiero ser amenaza para los que se alzan contra los principios de
justicia y de derecho; quiero ser amenaza para todos aquellos que
permanecen ciegos, sordos y mudos ante las evoluciones del momento
histórico presente sin apreciar las exigencias actuales para la grandeza
de este país".
(Arturo Alessandri Palma, 25 de abril de 1920)
Eso es progresismo