martes, 6 de enero de 2009

Guerra en Gaza, la contienda es desigual - MUY DESIGUAL

Goliat judío contra un David palestino
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La guerra de los mil episodios, un conflicto sin fin. Piedras contra tanques, gatos que sólo arañan contra leones que destrozan. ¿A donde va a llegar todo esto?. ¿A la exterminación palestina?. El genocidio ya es un hecho e Irán y Hezbollah están a la vuelta de la esquina.
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Fue el escritor psicodélico Philip K. Dick, quien hizo una loable sincronía entre la antigua Roma y los Estados Unidos de la era Nixon, determinando que "El Imperio nunca tuvo fin". La carcel de hierro que condena, domina y amolda a los individuos - tal verdugo psíquico de Michel Foucault -Así una nación de enfermos mentales, ágrafos, etnocentristas y paranoicos (igual que la Roma de Calígula) ha podido dominar un mundo más viejo y más sabio, hirguiéndose como modelo a la humanidad y dejando en la categoria de subhumanos a quienes "no compran" aquel modus vivendis que esta nación de locos promueve.
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Pero, ¿Qué tienen que ver las reflexiones de un desquiciado escritor norteamericano de los años setenta con el conflicto palestino-israelí?. A simple vista nada, aunque hay algo que es clave y es que, si el Imperio nunca tuvo fin, entónces el mundo sigue siendo el mismo que hace 2000 años y más. Hoy Goliat se cambió al bando contrario, el Goliat abusivo e imponente que es un simbolismo del Estado poderoso y magnánimo, es hoy el pueblo judío y los filisteos actuales (los palestinos) son los judíos de antaño, con hondas en las manos y luchando contra un gigante, armado hasta la tuza.
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Que el Imperio nunca tuvo fin es un hecho, que la vida es injusta también. Lo cierto es que el Estado de Israel habría dejado de existir el año 70 d.c. y desde entónces la suerte de los judíos estuvo determinada por sus opresores romanos, bizantinos, árabes, cruzados y otomanos, en las tierras de Judea o Palestina. Los judíos dispersos en el resto del mundo, por siglos fueron tratados como migrantes de segunda categoría (tal como los latinos actuales en EEUU), aunque su prestigio estuvo más contaminado por las envidias que alimentaron desde siempre, sus triunfos capitalistas.
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Los judíos europeos y asiáticos supieron de persecuciones y genocidios racistas, recien a comienzos del siglo XX con el auge del nazismo en Alemania, el panturianismo en Turquía o la delirante paranoia de los soviets. Evidentemente un pueblo sin Estado definido, se encuentra siempre sujeto a este tipo de abusos, al carecer de la representación de un YO colectivo, de un Estado defensor de sus derechos internacionales. Kurdos, gitanos, indígenas-americanos, mapuches y actualmente los palestinos engruesan la lista de ejemplos.
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El perseguido es ahora el persecutor. Dueño de un Estado poderoso, infunde el miedo, viola el reglamento internacional y toma por fin las cartas que no tuvo nunca ántes, para imponerse en la mejor jugada. Ya lo dijo Philip K. Dick: "El Imperio nunca tuvo fin", y así mismo, el nazismo tampoco. Los nazis actuales o los romanos actuales, son los sionistas de Israel y los judíos de antaño, son los palestinos.

La historia se vuelve a repetir siempre, los actores en ocasiones cambian sus roles. Esta guerra no tiene fin, ni lo tendrá. Y aunque parezca, no es este un conflicto del aguila y la paloma (metáfora política), pues ciertos palestinos están lejos de ser blancas palomas desde el momento en que expresan todo su odio ofreciendo sus vidas como brazo armado de la lucha contestataria y contaminando de ideologías peligrosas a sus hijos, la futura generación.

Y los judíos tampoco son todos aguilas, la directriz de un Estado no puede representar a todo un colectivo, menos a un pueblo heterogéneo en lo racial y en lo cultural, donde hay sionistas, moderados, pacifistas, ultra-nacionalistas y defensores del interculturalismo, además de judíos con origenes que se hacen pesar más que otros (Ejemplo: azquenazis frente a judíos de Eritrea). También sobran en aquella nación genios e intelectuales, tanto como idiotas que no saben más en la vida que apretar un gatillo y matar a una docena de palestinos.

Es justo que el pueblo judío como el palestino, como el kurdo y como cualquier otro pueblo desprovisto de territorio, sea dueño de un territorio bien delimitado, que represente soberanía de su YO colectivo. Por años los palestinos han acudido al YO colectivo árabe, radicándose entre jordanos, libaneses y sirios, pueblos que a pesar de reconocerse en la cultura árabe tienen sus propios orígenes e historia, distintos entre sí. Las migraciones palestinas arrastraron el conflicto a países vecinos como el Líbano, que desde los años sesenta vió a su población cristiana (que era el 60% del país), abruptamente superada por el creciente número de musulmanes, tras las migraciones palestinas y arrastrado de esta manera a la guerra civil.
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El conflicto de los seis días de 1967 y las multiples tensiones entre países del mundo árabe con Israel por la cuestión palestina, así como la condena islámica de Irán (que hace tiempo pretende ser la nueva potencia del Medio Oriente), han sido el sinfin de implicancias y repercusiones de un conflicto que hace rato tomó color de multilateral.

Sin embargo, lo que hoy preocupa son las escaramuzas en Gaza, mismas que amenazan con desatar una guerra de mayores proporciones en este territorio, reconocido internacionalmente como oficialmente palestino. Un par de muertes que lamentar para Israel y quinientas entre los palestinos, indican lo que siempre ha sido una cruel verdad: el conflicto es muy desigual por esos lados, pero en cierto modo eso es aún preferible a una guerra total declarada entre dos países con igualdad en armamentos y fuerza, que amenacen con destruírse mutuamente. Pero como dije al inicio de este post: Irán está a la vuelta de la esquina, agazapado y atento. El día que porfin decida intervenir ¡que Dios se apiade!, podría ser el inicio de una tercera guerra mundial.

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