En tiempos que perdí la brújula de mis planteamientos políticos, éticos y hasta existenciales, el destino me compensó descubriendo "El Manantial" de Ayn Rand, y desde entónces me abrí a perspectivas que siempre apoyé en mi foro interno como son el "egoísmo e indivualismo racional", tajados de inmoralidad, hasta por los manuales de Ciencia Política y filósofos pseudo-filántropos que por años me hicieron cuestionarlos. Una moral sólida del individuo, es la clave del progreso social, no así los fundamentalismos colectivos inmersos en el discurso de las clases políticas tradicionales y la ciudadanía común, engañadas por el falso altruismo de personeros dispuestos a "estrujarnos", elevando pancartas, mistificando el sentido de pertenencia, devolviendo migajas, riéndose a puertas cerradas de nuestra ingenuidad.
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A todos quienes alguna vez tuvieron cierta consideración o interés por los reales fundamentos de la ontología liberal y más bien: libertaria, les recomiendo de todas maneras internarse en el mundo de Ayn Rand, aquí no caben segundas interpretaciones ni el tópico relato que hacen del liberalismo las ideologías contrarias (socialismo, comunismo, conservadurismo, religión y nacionalismo) mancillándolo como el arte burgués de enrriquecerse sin medida y por lo común, a costa del sudor de la clase proletaria. Ayn Rand posiciona a la persona en el cetro del quehacer humano, reponiéndolo en dignidad y exaltando el poder que cada uno de nosotros carga, para transformar a gusto el microcosmos que nos rodea.
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Algunos de mis pasajes favoritos de su Himno (o declaración de principios), son los siguientes:
- YO deseé saber el significado de las cosas. YO soy el significado. YO deseé encontrar un motivo para existir.
- Muchas palabras se me han otorgado y algunas son falsas pero tres son sagradas: "YO lo deseo".
- YO no sé si esta tierra en que me paro es el centro del universo o si es sólo una mota de polvo perdida en la eternidad. YO no lo sé ni me preocupa. Porque YO sé que la felicidad es posible en esta tierra Y mi felicidad no necesita un objetivo superior para justificarse. Mi felicidad no es objetivo para fin alguno. Es el fin. Es su propio objetivo. Es su propio propósito.
- Tampoco soy el medio para fin alguno que otros deseen conseguir. No soy una herramienta para su uso. No soy un sirviente para sus necesidades. No soy una venda para sus heridas. No soy un sacrificio en sus altares.
- YO no rindo mis tesoros ni los comparto. La fortuna de mi espíritu no es para ser compartida en monedas de bronce y arrojada a los vientos como limosna para los pobres de espíritu. YO guardo mis tesoros: mi pensamiento, mi voluntad, mi libertad. Y el más grande de éstos es mi libertad.
- YO no soy enemigo ni amigo de mis hermanos sino como cada uno lo merezcan de mi.
- YO elegiré amigos entre los hombres pero no esclavos y amos. Y YO los elegiré sólo como me plazca. Y YO los amaré y respetaré pero no les ordenaré ni les obedeceré. Y nosotros juntamos nuestras manos cuando lo deseemos o caminaremos solos cuando así lo queramos.
- ¿Qué es mi sabiduría si hasta los tontos pueden mandarme? ¿Qué es mi libertad sí todas las criaturas, incluso las deformes y las impotentes, son mis amos? ¿Qué es mi vida si debo inclinarme, estar de acuerdo y obedecer? Pero YO he terminado con este credo de corrupción. YO he terminado con el monstruo del "nosotros", la palabra de servidumbre, de pillaje, de miseria de falsedad y vergüenza. Y ahora YO veo la faz de Dios, y YO levanto este Dios sobre la tierra, Este Dios que los hombres han buscado desde que comenzaron a existir, Este Dios que le concederá felicidad paz y orgullo. Este Dios, esta palabra: YO
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