martes, 26 de octubre de 2010

Neo-orientalismo: La revancha de las ideas

De la Ciencia Política, tres de mis temáticas favoritas son las siguientes: 1) El dualismo Estado/individuo (en mi caso, visto desde la óptica liberal); 2) Las relaciones élite/sociedad y las estructuras de dominación y 3) la creación de identidad: ciudadanía o nacionalismo. Esferas indispensables para comprender cualquier estado de las relaciones político-sociales y a la vez muy interdependientes.
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Quienes siguen este blog (si es que los hay), habrán notado probablemente, que en los más de dos años que llevo escribiendo de manera independiente en esta bitácora, el tema más abordado ha sido sin duda el primero y al cual achaco siempre como corolario inmediato a los otros dos. Es después de todo el Estado el ente responsable de la "mistificación" o de la creación de "símbolos" identitarios, una institución espuria manejada por un cerebro elítico que pretende dar coherencia a una historia de pertenencia e identidad racial o cultural, muchas veces fundamentada en meras mentiras o verdades a medias, incomprobables o de un eco muy lejano con el fin de mantener aquel statu quo tan antiguo como el propio hombre y presente desde las estructuras tribales: la realidad de un "doble estamento": el de los gobernantes y el de los gobernados, diferencias nada sutiles a las que continúan aportando las distancias económicas, la falta de oportunidades, el racismo y la tradición nobiliaria, entre otras muchas variables.
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Como chileno, como sudamericano y así mismo como descendiente directo de inmigrantes, nació temprano en mí el inusual interés de enfocarme gran parte de mi vida en estas materias. Al estudiarlas, no creo estar indagando a un "otro", sino más bien enfocándome en mi mismo y en la extensa historia forjada tras de mí. De esta manera es probable que mi comprensión de doctrinas relativamente modernas como son el "orientalismo" o su secuela actual: el "neo-orientalismo" toquen una fibra más sensitiva que cerebral. Más aún tomando en cuenta que dos de mis cuatro abuelos son de orígen libanés.
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Pero ¿Qué es el orientalismo?, ¿A que refiere este concepto?, ¿Es otro"ismo" ideológico?, ¿Un orgullo y veneración de lo oriental o de lo asiático como tantos erróneamente suponen?, la respuesta es un tajante NO. Edward Said, fue tal vez el primer autor en enarbolar la bandera del orientalismo, para luego prenderle fuego y echar por el suelo toda la horda de prejuicios que lo constituyen. Desde su punto de vista, "orientalismo" es una construcción intelectual occidental fundada en reflexiones y tópicos ignorantes, imputados a las tradiciones y a la cultura de quienes habitan el otro lado del hemisferio. De esta manera, similar a la sarta de mentiras con que se tiende a constuír el sentido de pertenencia de las naciones, el orientalismo vendría a ser otro tipo de construcción, una de tipo etnocéntrico y hacia fuera, hacia todo lo extranjero, en especial: lo no europeizado, lo no judeo-cristiano, lo no democrático, etcétera, exagerando en tales casos todo aquello que resulte pintoresco o grotesco, tachándolo con cierto aire de superioridad. Del otro lado, reviene la actitud contraria: el occidentalismo, la animadversión prejuiciosa hacia todo lo occidental, algo de lo que también escribió mucho Said.
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No es extraño imaginar que en un mundo donde persisten tales criterios, el conflicto esté siempre latente, especialmente en países donde deben lidiar dos religiones o cosmovisiones distintas, algo que en el actual estadio de globalización que vivimos, es una realidad cada vez más palpable y preocupante, especialmente en el primer mundo. Y ahí tenemos a Sarkozy tratando de impedir el uso de la "burka" entre las mujeres islámicas o la amenazas de quema en masa del Corán de parte de un pastor evangélico (así son los fundametalistas religiosos, un verdadero asco!), a raíz de la construcción de una Mezquita en las cercanías de "la zona cero".
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La ignorancia es la única llama del espíritu que prende hasta con agua, por esa razón todo lo "indocto" es tan grandilocuente; especialmente aquello en lo que ha mediado una especie de adoctrinamiento o lavado de cerebro, como ocurre justamente con el nacionalismo exacerbado y la religión. En medio de esta selva y haciendo justicia a la verdad como el filósofo (que no se conforma con ver el contorno de las sombras), surjen desde la vereda de la experiencia, con un pie en el Levante y otro en los Estados Unidos (actual cuna de la metafísica occidental), escritores como los que quiero presentar hoy, todos de orígen palestino o libanés, con un interés en común: mutilar el etnocentrismo, poniendo en evidencia la excesiva carga idealista que corre tras los bastimentos del orientalismo y del occidentalismo, analogamente.
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Conozcamos parte de sus biografías.
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EDWARD SAID (1935-2003)
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Muchos le llaman el "padre del orientalismo", aunque en tales casos el concepto está mal dimensionado. Said, no era un abanderado del "espíritu oriental", sino más bien un analista que con flagrantes argumentos históricos y denunciando el peso de los hechos, plasmó en sus libros, entrevistas y ensayos; la fragilidad de los dogmas de occidente en relación a medio oriente y viceversa. Una serie de inexactitudes arrastradas desde la antiguedad o la Edad Media; periódo en que ambas regiones se consideraron enemigos religiosos y se atribuyeron de manera mutua una serie de "mitos" denigrantes.
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Said nació en una familia cristiano-palestina de Jerusalén, que tras la ocupación israelí se vió obligada a emigrar primero a El Cairo (Egipto) y luego a los Estados Unidos, de estos eventos provino su tacto cosmpolita, como así mismo no fue extraño que desarrollara cierta enemistad hacia el sionismo, al que habría considerado como otro constructo nacionalista fundado en la pertenencia más religiosa que racial de los judíos del mundo, llamados a hacer nuevamente patria en Medio Oriente.
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Además de prolífico tratadista y filósofo, Said fue también activista político y músico docto, llegando a entablar gran amistad con el pianista argentino Daniel Barenboim, sobrellevando en este sentido cualquier prejuicio estúpido que desúne, como son la política o la raza (Barenboim es hijo de inmigrantes judíos) y tendiendo un puente a través del arte, juntos formaron luego una orquesta exclusivamente constituída por jóvenes árabes y judíos: la West-Eastern Divan, llamada en parte a romper el hielo entre ambas naciones, unidas por el hilo de la historia y un orígen más común de lo que se cree.
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En sus últimos años de vida, se instaló un tiempo en los territorios palestinos, para empaparse entre quienes consideró "su gente" en el polvorín del activismo. De estos años se intenta opacar la parte pacifista de su biografía, recalcando un hecho en particular: cierto día se vió preso de un arrebato de ira al ver como unos tanques israelíes pasaban por encima de propiedades palestinas, como uno más de los civiles descontentos, Said comenzó a lanzarles piedrazos desde cierta distancia. Falleció el 2003, dejando tremendas obras como "Orientalismo" de 1978, "Cultura e Imperialismo" del 93 y "El fin del proceso de paz" del 2000, de gran cuantía para analistas interesados en el conflicto árabe-israelí.
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RASHID KHALIDI

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Escritor e historiador neoyorkino, de padre palestino y madre libanesa. A Khalidi se le reconoce como continuador del legado de Edward Said y en tanto como uno de los máximos exponentes del neo-orientalismo. Debido a su religión musulmana y a que se manifiesta abiertamente como anti-sionista, lo que no es equivalente (necesariamente) del antisemitismo, ha generado una y otra vez ronchas entre sus detractores, en especial las élites judías de EEUU, de conocida influencia en el Gobierno y los medios de comunicación.
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En su libro "Identidad Palestina", Khalidi reconoce que aquel nacionalismo es relativamente nuevo y nacido prácticamente de la nada, construído en base a las circunstancias de una recolonización hebraica durante el siglo pasado y que incomodó tal vez de manera tardía a los árabes de la región. De la opresión del pueblo israelí, nacería finalmente la verdadera identidad palestina, forjada en la impotencia, el dolor y la desdicha común de tener que convivir con una nación más poderosa, que paulatinamente les fue ganando terreno y desplazándolos de la que siempre habrían considerado "su tierra" (eso finalmente no es tan así) o tierra de los árabes y tratándolos en el intertanto como un escollo a sus fines.
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Según Khalidi, en general todos los nacionalismos árabes son de creación muy reciente y en parte inducidos por la influencia europea en la región, en su condición de ex-protectorados. De hecho así como el nacionalismo libanés busca la individualidad, desligándose del resto de pueblos de lengua árabe (palestinos, sirios, jordanos, etcétera) para formularse sobre un pasado fenicio, el nacionalismo palestino se fundamentaría en otra inexactitud: tomando la nación su nombre de los "philistinos" o "filisteos", aquella extinta civilización enemiga y opresora de los antiguos judíos y a la que según el mito perteneciera el gigante Goliat, decapitado posteriormente por el Rey David.
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Para Khalidi, e igualmente para quien escribe estas líneas, la idea de una identidad árabe es también muy confusa, debido a la muy improbable homegeneidad racial y cultural de los pueblos que manejan aquel idioma, de hecho el árabe no es más que eso: una lengua y no una raza, como así mismo no toda la gente que habla español son ibéricos. Otro de los criterios presto a confusión del orientalismo, guarda relación con la religión: en particular, la percepción occidental del islam, una religión en plena expansión, vista por muchos postapocalípticos como "semillero de maldad", pero que en el fondo posee tantas aristas que enumerarlas no viene al caso y será tarea para un próximo post. El islam ultraconservador y el islam progresista varía de país en país y de región en región, de tal manera que un shiíta en Malasia no es el equivalente a un occidentalizado sunita en Estambúl o de un converso europeo en Lóndres.
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Finalmente, hay que destacar que Rashid Khalidi es un amigo cercano de Barack Obama, lo que en otro tiempo trajo algunos contratiempos al Presidente afro-americano, debido al siempre persistente lobby judío y su tendencia a satanizar a todo aquel que se muestre en franca oposición a sus estrategias o políticas. Cito a continuación palabras textuales del autor: "El que los israelíes se dediquen a maltratar a otro pueblo (a los palestinos) resulta a todas luces paradójico, puesto que muchos descienden de víctimas de la persecución, los pogroms y los campos de concentración".
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JAMES ZOGHBY
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Académico libanés-americano y presidente del prestigioso Arab American Insitute. De naturaleza muy conservadora y a diferencia del crítico constructivista anterior (Khalidi), bastante apegado también al nacionalismo americano.
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Zoghby encarna una importante posición, en representación de la estimable y no tan pequeña comunidad árabe de los Estados Unidos, también lo hace como portavoz de los países de orígen, extendiendo aquel puente tan necesario para la conciliación de los pueblos.
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Humanista, doctor en economía y experto en religiones, ha canalizado su lucha contra el etnocentrismo de occidente, mediante fórmulas liberales destinadas a minimizar la discriminación y a fomentar el conocimiento multicultural. Sin ir más lejos, la comunidad árabe en Estados Unidos tiene la misma data en aquel país que la de inmigrantes italianos, judíos y europeos orientales, todas por igual, vistas en menos en un primer momento como aporte formativo y valórico a la sociedad americana o consideradas apenas como "mano de obra barata", pero que sin embargo, en muy poco tiempo dieron vuelta tal persepción ayudando a fortalecer la cultura (tornándose inclúso ultra-nacionalistas) y al desarróllo económico sostenido del país.
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Los árabes llegados principalmente de países como Líbano o Siria, ayudaron a engrosar las listas de profesionales, empresarios y académicos, al punto de que algunos de sus descendientes lideran hoy grandes firmas nacionales como Apple (en el caso de Steve Jobs). En un mundo tan globalizado, pero a la vez tan segregador, gente como Zoghby pretende destacar el gran valor de la diversidad y el cómo después de tantas décadas, el aporte inmigrante continúa vigorizando al progreso americano, así mismo se vuelve a mirar atrás, a los hermanos de sangre que quedaron lejos, desprovistos muchos de iguales oportunidades para surgir en la vida, opacados además por la ignorancia y los prejuicios occidentales que ellos a toda costa están dispuestos a borrar, con ningún mejor respaldo que el de sus propios ejemplos y éxito.
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